Descubro en tus ojos la morada…
Descubro en vuestros ojos la morada,
que toca al desvelar margen endrino
virtuoso y sofisticado camino,
de la sombra hacia el Sol de vuestras sombras…
Descubro en vuestros ojos la mirada,
que roba en mi silencio, atardecida
cúmulo desleal de rosas ebrias,
adueñóse color de mis fulgores…
Turgente el desvarío de tus hombros,
en retórica imparte mi desvelo,
cual alondra de místico veneno
cual premura que al brío disipara…
Érase juventud, ya nuestra era
confinando la glosa en un suspiro;
cual premura que idéntico zafiro,
no la noche tomaba si el delirio…
Érase no el oprobio de tus risas,
sofocando la mies, descalza alcurnia:
érase de tu rostro en la Vendimia,
que tus ángeles mudos sueño helaban…
Doblegando aquél mar de mis silencios,
turnóse tu virtud en otra rima
y abrevándose el tiempo la mezquina,
fueron sólo silencios del recuerdo?
Ciego el mar que adoptándose sereno
tu multitud de honras fue visible:
en un laurel icónico plausible,
de manantial helado fue discordia…
Desmesurado el Tiempo de tu Gloria;
no su virtud llamaron prisionera,
para parir el alba de su huera,
y tu dolor en alza, fue mi emblema…
No son, no ya no idénticos septiembres,
que tu boca de rosa perfumara,
en otro, mi alazán, llanuras pide
para ver transcurrir tu solo cielo…
Vestida para amar, -madurez mía-
-otro sudor declame la lujuria-
que ya no tu cordón -Epifanía-
sueños sólo desvela -Ooh tú, alma mía-
De no reconocerse dos Iguales,
que ante la dicha fueran, en albor,
no sobrecogería la sorpresa,
de nuestras almas buenas en alcor…
Que si la noche espera una sorpresa,
ya fuera nuestro encuentro Resplandor,
que si la boca oyera tu respuesta,
no fuera mi mirada ruiseñor…
Para tus ojos hiela la prudencia,
a tu mirada es: dócil mi ciencia…
Alejandro Rodrigo Flagel
Descubro en vuestros ojos la morada,
que toca al desvelar margen endrino
virtuoso y sofisticado camino,
de la sombra hacia el Sol de vuestras sombras…
Descubro en vuestros ojos la mirada,
que roba en mi silencio, atardecida
cúmulo desleal de rosas ebrias,
adueñóse color de mis fulgores…
Turgente el desvarío de tus hombros,
en retórica imparte mi desvelo,
cual alondra de místico veneno
cual premura que al brío disipara…
Érase juventud, ya nuestra era
confinando la glosa en un suspiro;
cual premura que idéntico zafiro,
no la noche tomaba si el delirio…
Érase no el oprobio de tus risas,
sofocando la mies, descalza alcurnia:
érase de tu rostro en la Vendimia,
que tus ángeles mudos sueño helaban…
Doblegando aquél mar de mis silencios,
turnóse tu virtud en otra rima
y abrevándose el tiempo la mezquina,
fueron sólo silencios del recuerdo?
Ciego el mar que adoptándose sereno
tu multitud de honras fue visible:
en un laurel icónico plausible,
de manantial helado fue discordia…
Desmesurado el Tiempo de tu Gloria;
no su virtud llamaron prisionera,
para parir el alba de su huera,
y tu dolor en alza, fue mi emblema…
No son, no ya no idénticos septiembres,
que tu boca de rosa perfumara,
en otro, mi alazán, llanuras pide
para ver transcurrir tu solo cielo…
Vestida para amar, -madurez mía-
-otro sudor declame la lujuria-
que ya no tu cordón -Epifanía-
sueños sólo desvela -Ooh tú, alma mía-
De no reconocerse dos Iguales,
que ante la dicha fueran, en albor,
no sobrecogería la sorpresa,
de nuestras almas buenas en alcor…
Que si la noche espera una sorpresa,
ya fuera nuestro encuentro Resplandor,
que si la boca oyera tu respuesta,
no fuera mi mirada ruiseñor…
Para tus ojos hiela la prudencia,
a tu mirada es: dócil mi ciencia…
Alejandro Rodrigo Flagel
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