se enronquece mi garganta,
y se humedecen mis manos
cuando tus manos me alcanzan.
Te juego a las escondidas,
te choco en el punto y raya
y, balón por medio, mido,
a tus labios, la distancia.
Este, mi pequeño cuerpo,
se va de fiesta (es la raza)
cada vez que tú me miras
con tus fervorosas brasas.
Ya no me llames más bella,
porque se me arruga el alma
queriendo hundirme en el fondo
de tu pecho hasta mi alba.
Ay! Que tejes mi cabello.
Ay! Que me vistes de organza.
Quita el clavel de mi pelo
e impídeme decir más nada...
» Entre el cielo ofendido y la tierra culpable.
» Y LLEGÓ EL AMOR...
» CONFIESA UN MARGINADO
» ¿Para que escribo?
» Vuelo en tu entusiasmo...
» INDAGACIONES
» Noches en que todo parece sentirse... demasiado
» A veces... tengo miedo.