En tu morada

Busco y anido en tus ojos, salvaguardando en tu forma
de cuya noche acerada, hirsuta costa de plata,
vanagloriando desata, los cantos desnudos: mi norma,
sobre púrpuras madejas, de solas rosas, rescata…
Tan acerados, distintos, de tus cabellos, que matan
ó solas peñas cobardes, de soles ruines alaban
aquélla sombra de sombras, donde tus ojos acaban
mi sorda voz que pelea, mientras tus brazos me atan…

Desnudo canto al oírme, de tu clausura tus noches
aún besando con oprobio el lento mar que reciben
desde tus labios abiertos, oscuros y rojos fantoches,
que sobre el alba, desiertos, tus besos sólo prohíben…
Exhibe tu canto perfumes que sólo la luz embotella,
fraguando tonos descalzos, miradas de rostro amante,
hacia tu sombra fragante, desnuda tanto mi bella
desde tu risa que apremia, mi canto de solo errante…

Hendido hasta tu verano, mi flor desnuda tu mano
en la gracia de tus flores, donde muda tu artesano,
irisando la manera de tu desnudo paciente,
doblegando de las horas, mi bálsamo herido, consciente…
Herido desde tu bálsamo, acuna mi claro despecho,
congraciando la figura, que de mí, ya la oscilante
vendimia de tus amantes, sobre el trigo de tu pecho
aclara de tu mirada mi sombra y suspiro amante…

Así murmurando quimeras, tu rostro hendido no hiera
aquél desliz de tu sombra, herido que contuviera
palabras, altivos roces, que mi desliz sobre el alba
coturnos diera a una fuente, en el proscenio de malva…
Mi amor, por ti la belleza acude de rostro salvo,
y en ti la mirada que apresa, ha vuelto mi corazón ahíto
por ti la plegaria se arroba, y llega donde mi calvo
paladión besa mis horas, sobre tu voz, que recito…

Ahíto, recito mis versos, prudente recito ahíto,
ya la retórica hable a tu corazón: mi prurito…