La morada de tus besos
Cual neblina al farol es tu rocío,
de perpleja sombra en muda noche:
y a tu sombra en lento añil tañe y sumerge,
la sola risa de tu ardor, aceche.
Cual llovizna de verdor, en otra nube,
cual gallardo estupor de nieve baja:
tu egoísmo de perla que recibe
es otra nieve de furor mientras trabaja,
Cual destello de efusión en mi mirada,
ó concilio de sabor, de tu estrechura:
ó blindaje de efusión de tu amargura,
perla divina de canción, ó ya encantada…
Cual empello de sabor, iluminado
en la efusiva miel, que sobre el cielo
hacina cantos de sudor sobre el anzuelo;
ó no trabaja lo mismo que el amado…,
A su cancina vuelta unánime, redobla
el cognoscible trueca amor mientras apañe
de su morada de altivez mientras ensañe,
la doble estrella del mirar, que mi amor dobla…
En otra fuente de sudor, de ardor incesto
cual la protesta de tu flor, de amor inmerso:
en otra fábula de flor, que llama presto,
la gallardía de tu sombra, de mis versos…
Ó por el traje de color, que ardor nevara,
en otra sombra de color, que amor hechizo
si lo alcanzara en otra sombra el paraíso,
ó cuanto el árbol de tu sien, bodas deseara…
Por cuanto el eco de mi bien, mi diurno clave
en otra boca de su miel, de aciagas lumbres,
en otras flores, que al clavel, deslumbres
cual porcelana de tu miel, ó jazmín, ave!
Ó cual la idéntica majada en otro oprobio,
Naturaleza no nevara su artificio,
en otro claro de la bruma, tu resquicio
cual fauno abierto, de su mundo, su microbio…
Ó cuanto el eco de su flora en mente adusta,
fue comandada de tu amor, por ser injusta
ó la manera de este amor, por ardor culto,
fuera mi esmero de cantor, de verso inculto…
Por la pradera de tu sombra, derruirme
ó si fustiga el verbo, atañe la sorpresa,
de tu amor, verme, en otro claro de belleza
noches depara, si el blasón fuera a expandirme…
Mi voz, trocara la agonía de la sombra,
que la noche no liviana, en tu altruismo
bocas templara, la emoción de mi egoísmo,
en otra histeria de efusión, con claro nombra…
Por la pradera que sofoca vanidades,
en otro estero de la bruma, de tu ahínco
ó pormenores de mis noches, de aun mi circo,
que al oeste quema de su círculo de edades,
lo sólo bello, que la altura a mis bondades,
elogia pleno de mi amor, ó sólo un risco
donde destella el amor nato, canta y ardes,
en otro fuego de amor, donde el lentisco…
Se apergamina en otro libro, mi fracaso,
de rima hostil, ó de panoja cineraria
por el cortejo de la ruina que hace ocaso
cuando tus ojos en mi sombra temeraria,
hacen alarde de clausura, de prisiones,
donde el claro de mi pluma aún declina,
sobre el trago del murmullo de emociones,
ó sobre idénticas celadas, de tu encina…
Mi amor, esconde en mi atavío un lento claro,
donde distancia ya la voz de mi amorío,
en cuyo faro, el anuario del estío,
busca si el ego, ó toda flor, la risa exhalo…
Boca que sierpe, en otro ego vulnerable,
busca si entona el pie confuso, latitud
en otra esgrima de mi cuerpo en tu virtud,
ó ya si el claro de la rosa, es Sol amable…
La voz tardía, en mi panoja yace oxidada,
del mero hecho de la flor más lacerada,
por el copioso canto de mi endecha,
ó si la sombra de este amor quema mi flecha…
Busca la nieve, desafiarme en otro canto,
Voz que prepara la diestra de la pluma
otro sorteo de la miel hecha en un puma,
que deja todo por amar, ó en su quebranto…
La voz austera de mi nombre va si entona
en otras flores que comanda mi aliciente,
sobre fortunas hechas miera, y alba ardiente
en otra risa de sudor, de mar que truena…
Borde y suspiro de mi flor, a flor que inquiere,
si vanidades de la noche se encaminan,
a despertar las variedades que se inclinan
sobre aquel rostro que el crepúsculo te anhele…
Vaga profunda mi serpiente recluida,
en otro bravo ardor, cual si madeja es suspendida…
Cual neblina al farol es tu rocío,
de perpleja sombra en muda noche:
y a tu sombra en lento añil tañe y sumerge,
la sola risa de tu ardor, aceche.
Cual llovizna de verdor, en otra nube,
cual gallardo estupor de nieve baja:
tu egoísmo de perla que recibe
es otra nieve de furor mientras trabaja,
Cual destello de efusión en mi mirada,
ó concilio de sabor, de tu estrechura:
ó blindaje de efusión de tu amargura,
perla divina de canción, ó ya encantada…
Cual empello de sabor, iluminado
en la efusiva miel, que sobre el cielo
hacina cantos de sudor sobre el anzuelo;
ó no trabaja lo mismo que el amado…,
A su cancina vuelta unánime, redobla
el cognoscible trueca amor mientras apañe
de su morada de altivez mientras ensañe,
la doble estrella del mirar, que mi amor dobla…
En otra fuente de sudor, de ardor incesto
cual la protesta de tu flor, de amor inmerso:
en otra fábula de flor, que llama presto,
la gallardía de tu sombra, de mis versos…
Ó por el traje de color, que ardor nevara,
en otra sombra de color, que amor hechizo
si lo alcanzara en otra sombra el paraíso,
ó cuanto el árbol de tu sien, bodas deseara…
Por cuanto el eco de mi bien, mi diurno clave
en otra boca de su miel, de aciagas lumbres,
en otras flores, que al clavel, deslumbres
cual porcelana de tu miel, ó jazmín, ave!
Ó cual la idéntica majada en otro oprobio,
Naturaleza no nevara su artificio,
en otro claro de la bruma, tu resquicio
cual fauno abierto, de su mundo, su microbio…
Ó cuanto el eco de su flora en mente adusta,
fue comandada de tu amor, por ser injusta
ó la manera de este amor, por ardor culto,
fuera mi esmero de cantor, de verso inculto…
Por la pradera de tu sombra, derruirme
ó si fustiga el verbo, atañe la sorpresa,
de tu amor, verme, en otro claro de belleza
noches depara, si el blasón fuera a expandirme…
Mi voz, trocara la agonía de la sombra,
que la noche no liviana, en tu altruismo
bocas templara, la emoción de mi egoísmo,
en otra histeria de efusión, con claro nombra…
Por la pradera que sofoca vanidades,
en otro estero de la bruma, de tu ahínco
ó pormenores de mis noches, de aun mi circo,
que al oeste quema de su círculo de edades,
lo sólo bello, que la altura a mis bondades,
elogia pleno de mi amor, ó sólo un risco
donde destella el amor nato, canta y ardes,
en otro fuego de amor, donde el lentisco…
Se apergamina en otro libro, mi fracaso,
de rima hostil, ó de panoja cineraria
por el cortejo de la ruina que hace ocaso
cuando tus ojos en mi sombra temeraria,
hacen alarde de clausura, de prisiones,
donde el claro de mi pluma aún declina,
sobre el trago del murmullo de emociones,
ó sobre idénticas celadas, de tu encina…
Mi amor, esconde en mi atavío un lento claro,
donde distancia ya la voz de mi amorío,
en cuyo faro, el anuario del estío,
busca si el ego, ó toda flor, la risa exhalo…
Boca que sierpe, en otro ego vulnerable,
busca si entona el pie confuso, latitud
en otra esgrima de mi cuerpo en tu virtud,
ó ya si el claro de la rosa, es Sol amable…
La voz tardía, en mi panoja yace oxidada,
del mero hecho de la flor más lacerada,
por el copioso canto de mi endecha,
ó si la sombra de este amor quema mi flecha…
Busca la nieve, desafiarme en otro canto,
Voz que prepara la diestra de la pluma
otro sorteo de la miel hecha en un puma,
que deja todo por amar, ó en su quebranto…
La voz austera de mi nombre va si entona
en otras flores que comanda mi aliciente,
sobre fortunas hechas miera, y alba ardiente
en otra risa de sudor, de mar que truena…
Borde y suspiro de mi flor, a flor que inquiere,
si vanidades de la noche se encaminan,
a despertar las variedades que se inclinan
sobre aquel rostro que el crepúsculo te anhele…
Vaga profunda mi serpiente recluida,
en otro bravo ardor, cual si madeja es suspendida…
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