[b]Fragmento del: El profeta que vino del polvo. Recomiendo leer los anteriores fragmentos.
XVII
Y a vosotros ¡Oh hermanos! Hombres de
buena voluntad, que habréis de levantar
los pilares de este nuevo edificio,
a vosotros os digo:
La propiedad de la tierra debe ser
abolida. Sí, abolida, cueste lo que
cueste.
Pues, sólo somos usufructuarios de
ella.
Nadie vino a este mundo con un título
de propiedad bajo el brazo. Ni nadie
debe poseer en exclusiva algo que
pertenece a todos.
Por eso, en vez de decir -esto es mío-
digamos ¡Esto es nuestro! Evitaremos
así muchos problemas.
¡Oh hombres! Sabed que el paraíso y el
infierno existen; pero, están en este
mundo. Lo que pueda haber en los otros
nadie lo sabe.
También el bien y el mal dirimen sus
diferencias en la tierra; por eso,
tengamos los ojos bien abiertos.
Habréis de tener siempre presente que,
el hombre goza de libre albedrío
con respecto a Dios; y que Él nunca habló
a ningún hombre.
Por eso ¡No debemos mezclar a Dios
en nuestros asuntos! Solucionemos
los problemas mediante la razón.
Quizá también por ella, lo encontremos
a Él algún día.
Pero ahora ¡Que nadie hable en su nombre!
Y, a quienes lo hagan ¡No creerles jamás!
Él no necesita de intermediarios.
Continuará...
XVII
Y a vosotros ¡Oh hermanos! Hombres de
buena voluntad, que habréis de levantar
los pilares de este nuevo edificio,
a vosotros os digo:
La propiedad de la tierra debe ser
abolida. Sí, abolida, cueste lo que
cueste.
Pues, sólo somos usufructuarios de
ella.
Nadie vino a este mundo con un título
de propiedad bajo el brazo. Ni nadie
debe poseer en exclusiva algo que
pertenece a todos.
Por eso, en vez de decir -esto es mío-
digamos ¡Esto es nuestro! Evitaremos
así muchos problemas.
¡Oh hombres! Sabed que el paraíso y el
infierno existen; pero, están en este
mundo. Lo que pueda haber en los otros
nadie lo sabe.
También el bien y el mal dirimen sus
diferencias en la tierra; por eso,
tengamos los ojos bien abiertos.
Habréis de tener siempre presente que,
el hombre goza de libre albedrío
con respecto a Dios; y que Él nunca habló
a ningún hombre.
Por eso ¡No debemos mezclar a Dios
en nuestros asuntos! Solucionemos
los problemas mediante la razón.
Quizá también por ella, lo encontremos
a Él algún día.
Pero ahora ¡Que nadie hable en su nombre!
Y, a quienes lo hagan ¡No creerles jamás!
Él no necesita de intermediarios.
Continuará...
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