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    ALREDEDOR DE 200 TEXTOS CORTOS Y ULTRACORTOS, segunda parte

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    Aljamod


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    ALREDEDOR DE 200 TEXTOS CORTOS Y ULTRACORTOS, segunda parte Empty ALREDEDOR DE 200 TEXTOS CORTOS Y ULTRACORTOS, segunda parte

    Mensaje por Aljamod Vie Oct 19, 2012 10:40 pm





    AÑO 2002 – 2006

    TERCERA PARTE


    Lo que se pide al cielo


    El hombre que buscaba la verdad, luego de correr durante años detrás del secreto, finalmente se dio por vencido, y abriendo su corazón al cielo dijo en voz alta: con gusto daría un par de años de mi vida a cambio de tener acceso a la verdad.

    Allá arriba alguien escuchaba, y conmovido ante la sinceridad y tenacidad del corazón del hombre que buscaba la verdad, le concedió su deseo.

    Esa noche, mientras el hombre que buscaba la verdad observaba el estrellado cielo de una noche de verano, el secreto le fue revelado.

    A la mañana siguiente el hombre fue encontrado muerto en su cama, mientras, allá arriba, el bondadoso Dios pensaba que los hombres deberían tener más cuidado con aquello que desean, sobre todo si tales deseos provienen de la profundidad del corazón, porque tales pedidos, suelen ser tomados al pie de la letra.


    El guerrero


    Ser un guerrero fue mi sueño durante mucho tiempo. No menor fue el tiempo que me llevó prepararme física y mentalmente para lograr mi meta.

    Una vez alcanzado mi objetivo debí ponerme a la búsqueda de una batalla en la cual poner a prueba mi destreza. No pude hallar ninguna. Busqué luego algún combate, una pequeña escaramuza, pero nada encontré. Entonces inventé una guerra.
    Imaginé la época, el lugar, el campo de batalla, los combatientes y las armas. Imaginé ríos de sangre, el humo de la aniquilación, el dolor de la pérdida, los prisioneros y trofeos de guerra.

    Cuando finalmente fui derrotado, apresado y torturado, maldije la estupidez humana que llegó a inventar cosas tan atroces como la guerra.


    Como ver el mar


    Una vez que se ha visto el mar, se ha visto la totalidad de los mares del mundo. Pueden variar los colores, la trayectoria del sol en el cielo, la intensidad del viento y el tamaño del oleaje, el punto de observación, los alrededores del punto de observación, las personas en los alrededores del punto de observación, y un sin fin de detalles; pero una vez que se ha visto el mar, se han visto todos los mares del mundo.
    Yo he visto sus ojos y ha sido como ver el mar, con su inmensidad y misterios.


    El Pirata


    Desde pequeño soñaba con ser un pirata. Navegaba los siete mares con mi tripulación de bucaneros, capitaneando un galeón de negra bandera con dos tibias y una calavera. Luchaba contra flotas imperiales y bravías tormentas, con el ron en la izquierda y la espada en la derecha, y me colocaba un parche en un ojo para infundir temor al enemigo. Establecía mi base en la isla Tortuga y asaltaba naves españolas cargadas de tesoros robados de América.

    Con el correr de los años no tuve otra alternativa que crecer y prontamente hube de olvidar todos aquellos sueños de aventuras en alta mar. Cuando recuerdo aquellas fantasías de mi infancia, no puedo más que sonreír.

    Hoy en día soy un respetable hombre de negocios, y debo decir que tengo un gran éxito en mis actividades comerciales. Me dedico a descargar, grabar y distribuir música, videos y películas.
    Eso es robar, dicen algunos. Pero sé que no es muy diferente de lo que hacían, y continúan haciendo, los grandes imperios de un mundo que sigue siendo tan colonialista como antaño.


    El extraño hombre


    Con el paso lento y cansino de quien no tiene prisa alguna por no dirigirse a ningún sitio, o carece de apuro en llegar a un lugar al cual no sabe si finalmente llegará, o, aún no ha decidido dejar atrás el lugar de donde viene, salvo que siempre estamos dejando atrás algo o alguien, lo vi aproximarse.
    A una distancia de veinte metros me pareció un hombre bastante común, pero según fue aproximándose, fui cambiando lentamente de parecer, tan lentamente como el paso que llevaba el hombre.

    Lo primero que distinguí fue una ligera cojera en su pierna derecha, aunque creo que cualquier observador desprevenido no la hubiera notado. Su ropa me llamó mucho la atención, pues teniendo en cuenta que estamos a finales de primavera y un calor pesado y húmedo se hace sentir desde hace unos días, llevaba una larga gabardina de color verde olivo y un sombrero negro de amplias alas que no alcanzaba a ocultar su cabello de color ceniciento.

    Unos pasos más me fueron suficientes para ver el pequeño paquete de color rojo que llevaba en la mano izquierda, así como el humo que desprendía el cigarrillo entre los dedos de su otra mano. En ese momento mi pensamiento dejó de prestar atención a la figura del hombre que se aproximaba. Fueron unos pocos segundos, pero bastaron para preguntarme acerca de cuál sería mi apariencia en el futuro, y si me vería tan extraño como el hombre que se acercaba, el cual concluí, tendría una edad de entre sesenta y sesenta y cinco años.

    Cuando volví a reparar en su figura, nos separaba una distancia no mayor a tres o cuatro metros, y a juzgar por las arrugas de su rostro y la expresión mansa de su mirada, pensé que bien podría tener alrededor de ochenta años. Solo cuando estuvimos frente a frente fue cuando reparé en la torcida mueca, mezcla de resignación e ironía que el pobre viejo lucía en su rostro. En ese mismo instante me aparté levemente de la dirección que llevaban mis pasos y, esquivando el espejo, empujé la puerta y entré a la farmacia.


    A salvo


    Biribiribí, biribiribí, escuchó a un lado, durindín, durindín, oyó al otro, y caminó unos cuantos pasos hasta alejarse del banco de la plaza donde descansaba. Se acercó a la parada del ómnibus y… dirindindín, dirndindín, nararní, naraní, bzzzzzzzzz, bzzzzzzzzz, oyó desesperado. Subió al primero que pasó, y luego de pagar el boleto correspondiente, se sentó en un asiento al fondo del coche y escuchó: riiiiiiing, riiiiiiiing, y un instante después lirilirilí, lirilirilí, y al rato chanchain, chanchain, y su desesperación se transformó en terror.
    Se levantó y se bajó en la primera parada. Corrió en dirección hacia el frondoso bosque de un parque de las cercanías, tropezó en las raíces de los árboles, arañó su rostro con espinas y metió los pies en el fango, hasta que finalmente se había internado tanto en el parque, que ya no oía siquiera el ruido del tráfico de la ciudad. Al fin en paz, pensó respirando con dificultad luego del gran esfuerzo físico. Es una pesadilla sonora, y parece no haber lugar donde estar a salvo, se decía cuando escuchó: nirininiiii, nirininiiii. Esa vez era su celular el que sonaba.


    Un hombre sumamente preparado


    He sido profesor de filosofía e historia en una prestigiosa universidad europea, de economía en varios institutos de enseñanza media, y de español, italiano, francés y alemán, aunque nunca he ejercido.

    Escribí varios libros, los que han abarcado diferentes temas tales como la economía política del nuevo milenio, la historia de la cultura española del último siglo y su influencia en la América Hispana, y las ventajas y desventajas del avance tecnológico en los países del primer mundo, además de haber publicado varios ensayos sobre la obra de autores como Friedrich Nietzsche, Hermann Hesse, y Ralph Waldo Emerson entre otros.

    También he trabajado como colaborador en la confección de distintas enciclopedias de España e Italia, y dicté infinidad de conferencias alrededor del mundo.
    Hasta no hace mucho mi nombre fue mencionado como candidato al premio Nobel de Literatura, el cual fue finalmente otorgado a un conocido escritor europeo.

    Pero ninguno de mis antecedentes me fue de utilidad cuando debí permanecer durante cuatro días en una solitaria isla del Egeo al haberse hundido el pequeño yate en el cual recorría las costas de Grecia.
    De no ser por el equipo de rescate, hubiera muerto de hambre o de sed, desesperadamente solo y al borde de la locura, en un pequeño islote en el patio del primer mundo.


    El apretón de manos


    Estaba en serios problemas económicos. Una larga serie de hechos desafortunados, sumados a los intensos vaivenes que se producían en la economía del país, causados por la creciente inestabilidad del sistema financiero regional producida por la avidez de las grandes empresas multinacionales, cuyos estudiados movimientos de ajedrez hacían temblar las estructuras de muchos gobiernos en el mundo entero, algunos de los cuales, en ocasiones, terminaban desmoronándose sin más, colocaron a mi empresa, y con ella a sus trescientos empleados, las familias de éstos y a mi propia familia, al borde de la quiebra.

    No tuve entonces otra opción que acudir a una institución financiera a fin de solicitar un empréstito que trajera consigo una refrescante brisa con la cual aliviar la temperatura de los estados de situación patrimonial, cuyos números estaban en rojo.

    El gerente de la Institución me recibió en su oficina con una gran y brillante sonrisa que iluminaba todo el recinto, estrechándome largamente la mano.
    Y al cabo de unos instantes no supe definir claramente donde finalizaba mi brazo ni donde se encontraba su mano.


    El hilo que todo lo une


    Es el vacío el hilo que une a uno con otro, con todos y con todo. ¿Qué otra cosa hay en común en todos nosotros si no ese vacío interno que vislumbramos?
    Pero no es sencillo acceder a él, y asusta el silencio absoluto que contiene. Por ese motivo nuestro pensamiento nos incita a buscar compañía, leer, ver televisión o realizar cualquier actividad que nos mantenga ocupados.

    En algunas ocasiones me dejo llevar hacia el vacío interno, y cuando eso sucede, no me siento diferente al árbol de la esquina, al pájaro que se posa en una de sus ramas, o a la nube que el viento empuja por los cielos.
    Es en esos momentos en que me doy cuenta de la actividad de ese hilo que todo lo une, y que en realidad, está siempre actuando.


    El secreto de la Diosa

    Los Antiguos sabían que la sabiduría era femenina. Las mujeres estudiaban las fases de la luna, la sucesión de las estaciones, el cultivo de la tierra y el poder curativo de las plantas, y, en la antigua Mesopotamia, inventaron la escritura.
    Con el transcurso del tiempo la ambición de poder de los hombres determinó la invención de un Dios masculino que surgió de la observación del sol...

    – ¿Cuál es el secreto? –pregunté cuando Ella apareció ante mí.

    – El secreto es estar aquí y ahora –dijo–. Conscientes, con los sentidos despiertos, descalzos sobre la humedad de la tierra mientras contemplamos la puesta del sol, escuchando el soplido del viento que trae consigo aromas de jazmines, bebiendo el elixir mágico de la vida. Es no pensar en nada y, al mismo tiempo, pensar en todo. Aquí y ahora, sin nostalgias de un pasado que no existe, sin incertidumbre de un futuro que nunca llegará. Porque la vida es aquí, ahora.

    – Ese es el secreto –dijo, y desapareció tan misteriosamente como llegó.


    Al vacío


    Ha sido esta una larga y pesada carga que he debido soportar sobre mis hombros, un camino largo y tortuoso que comenzó siendo casi un juego, pero que al cabo de los años se reveló como lo que en realidad era.

    Admito que no todo ha sido pena y zozobra, e incluso puedo llegar a reconocer la existencia de momentos de cierta satisfacción, y hasta algunos instantes de plena dicha, pero han sido tan aislados como solitario resultó ser el recorrido hasta aquí.

    Parado al borde del acantilado, con la mirada absorta en la contemplación del oscuro grupo de rocas que el tiempo, el viento y las olas habían tallado cuidadosamente hasta convertirlas en la atroz garganta que en breve me libraría de mi carga, me permití una fugaz sonrisa.
    Y al cabo de un instante que pareció eterno, lancé al vacío la pesada carga.


    La muerte de mis deseos


    No hace mucho tiempo atrás mis deseos estaban vivos; los años transcurrían veloces mientras corría en pos de ellos, pero una insoportable ansiedad se apoderaba de mí. Cuanto más cerca parecía estar de alcanzarlos, más rápido se escapaban entre mis manos, y eso me provocaba mucha angustia.

    Cuando finalmente lograba alcanzar uno, me sentía pletórico, y mi satisfacción era directamente proporcional a la intensidad de mi deseo. Lo celebraba y gozaba como un triunfo, pero al cabo de un corto tiempo me sentía descorazonado e insatisfecho.
    Por algún motivo, poco después de alcanzado mi objetivo, éste perdía importancia y prontamente me veía corriendo detrás de otros.

    Hoy puedo decir que casi he logrado dominar mis deseos. Ya no ando apurado ni sufro la desgastante ansiedad de intentar alcanzar algo que es externo a mí. La angustia se esfumó de mi vida y pude comprender que en el pasado, había perdido tiempo y energías persiguiendo una zanahoria atada a una vara.
    Cuando corría, las semanas y los meses pasaban volando. Ahora, al caminar despacio, los días se han vuelto más largos, y los minutos, parecen eternos.


    El fin de la guerra


    Mi estrategia para la guerra era poseer muchas estrategias, y no atarme a ninguna de ellas; era adaptarme a las cambiantes condiciones del terreno, prestar atención a las acciones del enemigo y anticipar sus movimientos; era, en definitiva, intentar descubrir su propia estrategia.

    Una de las principales armas que utilicé fue la paciencia, la cual surgía de la absoluta convicción en la importancia que tenía para mí aquel objetivo que durante años, pretendí conquistar.
    En algunos momentos abandoné la lucha, pero nunca mi fe. Era tan solo una forma de descubrir su reacción y comprobar si aún con mi retirada y el paso de los meses, mantenía su interés en mí.

    Durante algún tiempo creí que estábamos jugando el mismo juego, que luchábamos la misma guerra, y mis esperanzas se fortalecieron. Pensaba que la victoria en esa guerra no admitía perdedores, y que el éxito llegaría si los dos resultábamos vencedores en la confrontación. Y si eso sucedía, las dos fuerzas se transformarían en una sola.

    Un día, se reveló a mi entendimiento algo que había pasado por alto; aquella guerra que luché durante tantos años, había sido tan solo una ficción creada por mi mente: inventé la Musa que necesitaba para comenzar a escribir.
    Y mi invención resultó ser tan real, que hasta hace algún tiempo mi corazón guardaba pequeñas cicatrices de aquellas batallas imaginarias.
    Hoy, esas batallas son las palabras que componen la historia de esta guerra, en la cual, el Minotauro soy yo.


    CONTINUARÁ...



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    ALREDEDOR DE 200 TEXTOS CORTOS Y ULTRACORTOS, segunda parte Empty Re: ALREDEDOR DE 200 TEXTOS CORTOS Y ULTRACORTOS, segunda parte

    Mensaje por darkdubito Sáb Oct 20, 2012 9:30 pm

    El recorrido por tus escritos es muy interesante. Su diversidad y lo bien que están edificados deja un gusto en la boca similar al de la miel.
    "El extraño hombre" es sorprendente por su inesperada profundidad. " a salvo", es muy cómico y lo que reflexionas en "el hilo que todo lo une" es algo que, a titulo personal, me identifica, pues yo siempre lo he creído.

    Excelente, amigo.

    Gusto leerte.
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    Aljamod


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    ALREDEDOR DE 200 TEXTOS CORTOS Y ULTRACORTOS, segunda parte Empty Re: ALREDEDOR DE 200 TEXTOS CORTOS Y ULTRACORTOS, segunda parte

    Mensaje por Aljamod Dom Oct 21, 2012 1:45 pm

    ¡Gracias, Darkdubito!

    Nuevamente, al terminar de escribir tu nick, me acodé del Dark side of the moon grabado en versión dub-reggae por Easy Star All Star, pero en esta ocasión ya está sonando a través de los seis parlantes que me rodean, sentado en el medio de la habitación en donde hace un par de horas me he colocado a escribir.
    Lo que terminé hace un rato (en realidad se trata de un texto del 2007 que al que he retocado), tiene por título "Las luces en el cielo", y lo subiré a continuación...


    Acerca de tu comentario, que mucho agradezco, diré que es verdad que esos textos son bastante diversos, y creo que puede verse en ellos el camino que llevó a que esa mezcla de diversidad y brevedad, se haya ido transformando en lo que creo es hoy, dos o tres conceptos expresados una y otra vez, pero con mayor extensión y, tal vez, complejidad.

    "El extraño hombre" es algo así como la observación de uno mismo, el comienzo de la búsqueda interna. Porque no somos como los demás nos ven, y a veces los demás no son como los vemos. "A salvo", un camuflado reconocimiento de una verdad incontrovertible: el concepto de no escupir para arriba, de no cerrarse ante determinada posibilidad porque es más que probable que terminemos haciendo y/o siendo aquello que negamos. "El hilo que todo lo une" es una modesta interpretación del Tao Te Ching, libro que fui uniendo con cosas tales como la película Matrix, el Dark side of the moon, el El Tao de la Física de Fritjof Capra, los documentales Zeitgeist, el Reggae, el Jazz y quién sabe que otras Marías o Josés del mundo.

    Como verás hace falta tan solo un comentario para que las ganas de volver a escribir y subir palabras a un foro, regrese.

    Un saludo, y muchas gracias por comentar.




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