Mesura de tus labios cristalinos
Ooh desmesura de tus labios cristalinos…!
Dosificación de la belleza! Sorda mano, que en tu boca
el jazmín toca, de tus besos clavellinos…
Lluvia! Color de cristal, tu mano evoca!
Manojo de consuelo, que el privarte nacarado
de la sombra que apenumbra tu consuelo,
es el viento enamorado, la gloria que lacera de tu vuelo,
el beso, imán, que encarcelado, reviste tu color enamorado…
Cintura de tu llanto acaudalado! Rostro en la fortuna!
Que desenvaina el mástil más distante de la noche!
La sombra verde de tus ojos de fantoche,
el cielo: lágrima, que besa tu mejilla, a tus pies, laguna…
Priva tu arte el ojo del sendero: rostro de la noche,
encarcelando la miel de tu silencio; unívoca tarea
marejada en bruma cual silencio repentino cacarea,
en sus ojos de cien soles cautivando la trasnoche…
Helado menester de tu forma y tu resguardo,
privanza de hiel cual el delirio, profesa el solo soplo
del bosquejo en ala ó del lápiz cual retardo
en el arduo crepitar tu solo canto no rescoplo…
Absurda tarea de entintar las estelares flechas
que en lo cauto, afincadas en lo süave,
retingladas en marea, sopla el viento que no cabe
irisando las pertrechas, gualdas sombras, de tus brechas…
Cual brillante nube en el oro del recuerdo,
así la noche aísla de tu manto
el soberano canto, al ruiseñor que pierdo
cuando vela de tu mano hasta ser tanto;
la ciega noche es el crepúsculo que afirma
que con tu innata tea de sudor, así la mecha
de mi buril de sombra, acaudala la pertrecha
voz, que en tu dialecto, la paz bebe y confirma:
“He dado pasos al oeste de tu boca,
y tus labios colorados, fueron pretil enseña
del rostro de la peña que el sendero de la roca
inmóvil alza su diatriba, al oeste de mi dueña…”
Por el sendero casto, que tu ruiseñor enseña,
así la noche ciela, al oeste, mi navío
desatándole colores al magenta brío,
que la búsqueda en tu pierna, nieva y sueña…
Tamo ardiente, cautivado de la hembra,
latir vertiginoso en la sal de la pantera,
al silencio de la estera, sobre la siembra
un final ya no acabado enajena mi agua entera…
Puerto en aguas, sollozando las lágrimas terrenas!
A la sombra de la noche, a espaldas de tu nieve
candil, que sobre el fuego, distinguiendo llanto breve,
de tu ósculo medraba, asintiendo flores llenas…
Flores llenas de agua y sombra, de agua y nieve en tu desnudo,
sombra y agua de tu nieve, en la nieve de tu lecho,
fomentando agua desnuda, que desnuda de tu pecho
para ser erradicada, la sombra de mi escudo…!
Priva acecho de tus labios, en rostros ya cautivos,
ó besándose el aliento, de los cuerpos aprehensivos…
Ooh desmesura de tus labios cristalinos…!
Dosificación de la belleza! Sorda mano, que en tu boca
el jazmín toca, de tus besos clavellinos…
Lluvia! Color de cristal, tu mano evoca!
Manojo de consuelo, que el privarte nacarado
de la sombra que apenumbra tu consuelo,
es el viento enamorado, la gloria que lacera de tu vuelo,
el beso, imán, que encarcelado, reviste tu color enamorado…
Cintura de tu llanto acaudalado! Rostro en la fortuna!
Que desenvaina el mástil más distante de la noche!
La sombra verde de tus ojos de fantoche,
el cielo: lágrima, que besa tu mejilla, a tus pies, laguna…
Priva tu arte el ojo del sendero: rostro de la noche,
encarcelando la miel de tu silencio; unívoca tarea
marejada en bruma cual silencio repentino cacarea,
en sus ojos de cien soles cautivando la trasnoche…
Helado menester de tu forma y tu resguardo,
privanza de hiel cual el delirio, profesa el solo soplo
del bosquejo en ala ó del lápiz cual retardo
en el arduo crepitar tu solo canto no rescoplo…
Absurda tarea de entintar las estelares flechas
que en lo cauto, afincadas en lo süave,
retingladas en marea, sopla el viento que no cabe
irisando las pertrechas, gualdas sombras, de tus brechas…
Cual brillante nube en el oro del recuerdo,
así la noche aísla de tu manto
el soberano canto, al ruiseñor que pierdo
cuando vela de tu mano hasta ser tanto;
la ciega noche es el crepúsculo que afirma
que con tu innata tea de sudor, así la mecha
de mi buril de sombra, acaudala la pertrecha
voz, que en tu dialecto, la paz bebe y confirma:
“He dado pasos al oeste de tu boca,
y tus labios colorados, fueron pretil enseña
del rostro de la peña que el sendero de la roca
inmóvil alza su diatriba, al oeste de mi dueña…”
Por el sendero casto, que tu ruiseñor enseña,
así la noche ciela, al oeste, mi navío
desatándole colores al magenta brío,
que la búsqueda en tu pierna, nieva y sueña…
Tamo ardiente, cautivado de la hembra,
latir vertiginoso en la sal de la pantera,
al silencio de la estera, sobre la siembra
un final ya no acabado enajena mi agua entera…
Puerto en aguas, sollozando las lágrimas terrenas!
A la sombra de la noche, a espaldas de tu nieve
candil, que sobre el fuego, distinguiendo llanto breve,
de tu ósculo medraba, asintiendo flores llenas…
Flores llenas de agua y sombra, de agua y nieve en tu desnudo,
sombra y agua de tu nieve, en la nieve de tu lecho,
fomentando agua desnuda, que desnuda de tu pecho
para ser erradicada, la sombra de mi escudo…!
Priva acecho de tus labios, en rostros ya cautivos,
ó besándose el aliento, de los cuerpos aprehensivos…
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