Alcanza tu voz, en la mesura

Alcanza tu voz, en la mesura

Alcanza tu voz en la mesura,
del aliento a sovoz, en la explanada,
en el valle de amor que la clausura
a tu vuelo de amor, acobardada,
hace sueño a sovoz, vierte la espuma
de una golondrina nacarada,
en el pelo de una luz desorbitada,
clamando iridiscencia aun en la bruma…

Gorjeo, tácita llama, aún anidando,
en la pereza de la voz desorbitada
de la magnolia de la sombra perfumada,
en otra espera de mi voz, de mi comando…
De la belleza de tus manos en la arena,
de los vestigios de la luna inacabada,
entre las moras, y en el pan, y ya en la avena
en la mirada de tu voz, tañe la amada…

Goza un intento de sovoz, verde si ágil
noche fuera claustro de centella,
de luz mojada en la noche, -la más bella-
cuerda si ágil, el perfume a tu redil,
ó la marea de la sombra de tu estrella
ya cabizbajo de la luna, aun si tarde,
en otra golondrina que destella,
aquella gallardía donde arde…

Pierde la noche en vuelos fértiles,
a orillas de mi cumbre ó de doncella,
la única palabra a mi querella,
la sola voz hendida de tus mástiles
en otra voz perdida, si embotella
el agua refinada en el abismo,
de la mirada en el amor, en altruismo,
en otra estela de la flor, ó de su bella…

Vuelve la noche, si avasalla lo mudable,
en otra estela alzada, de la boca imperturbable
la noche cela la mañana, y así la estrella
son de tunantes, son la voz que me querella,
aun si pierde de los sitios su vanguardia,
en otra estela, otra cimiente otra vanguardia,
en otra espuma en otra noble retaguardia,
-la de un vencido- de mi voz, en otra guardia…

Boca prefiere ya el bostezo, mi carbunclo,
iridiscente gallardía a mi rescaldo,
en otra bóveda de luz, yace su ciclo,
la gallardía de tu flor, de tu alba en gualdo…
Aguarda de tu boca la manera de mi estoque,
la gallardía no perenne a mi llamado,
voz prisionera de mi urna, de mi prado
en otra sombra mañanera que desboque…

Voz, voz que pelea en otra sombra de silencio,
proterva, única, y llama que aquerencio…