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por Tu cabello lánguido no respeta,
el contorno de mi mano inquieta...
Y tus piernas de oro no se atreven
a rozar mis besos que desnuda hieres…
Sólo el contoneo y tu dulce cintura saben
manejar el tiempo que en mis ojos eres…
Tus ojos de náyade oprimes a mis versos
cautivándose la hiel de tus desnudos tersos,
Besarte desde tus pies hasta tus labios, fantasía
sólo añade tu fulgor, húmedas flores
confundida en la miel de tus dolores
tu flor, húmeda risa que tus rubores sacia…
Tu vientre, tu pecho de nenúfar, oro
que la nieve a mi desdoro no cautiva parsimonia
y excita nuestra piel en desnuda ceremonia
tu perfume me enmudece, tu lascivia acoro…
Enmudece y flaquea mi beso sutilmente estrellado
contra la flor del alba que tu cabello enamorado
irrumpe fatalmente con su légamo mundano
sin razón más que el aliento que en la rosa gano.
Tu mano me es caricia, y tu pierna fantasía
tu piel satén de alba, tu desnudo idolatría
que al vergel de tu cintura y tu cabello no desgano
elevándose al zorzal, misteriosa, en tu Verano...
El coro de tus piernas de náyade florida,
es süave por lo bajo, y rubia en la partida
tus pechos en la aurora símil bañan en la noche
mi desnudo eco de gala, mi sutil fantoche…
Oh Mujer desnuda que tu cuerpo hiere
el ornato a aquellas diosas que tu juventud confiere,
estriban en suntüosas alas de verano,
la flecha de mi cuerpo que fue pájaro y que müere.
Tan así, tu sutil mano se amedrenta en tu hermosura,
confinando la vanguardia de tu efluvio en la siniestra
que arroba el oropel de un río en tu figura
y asoma de tu albura, la nimia voz tan nuestra…
Desnuda y en cincel, trabajas con recelo
confluyendo aquél albor cálido tu emblema
de hacer tibia la respuesta del ángel de tu pelo
sobre el imán tu pecho diera el acero de tu gema…
Desnuda, cálida, febril, ágil nenúfar,
me queda sólo el Sol, en tu cuerpo, rubio aljófar...
el contorno de mi mano inquieta...
Y tus piernas de oro no se atreven
a rozar mis besos que desnuda hieres…
Sólo el contoneo y tu dulce cintura saben
manejar el tiempo que en mis ojos eres…
Tus ojos de náyade oprimes a mis versos
cautivándose la hiel de tus desnudos tersos,
Besarte desde tus pies hasta tus labios, fantasía
sólo añade tu fulgor, húmedas flores
confundida en la miel de tus dolores
tu flor, húmeda risa que tus rubores sacia…
Tu vientre, tu pecho de nenúfar, oro
que la nieve a mi desdoro no cautiva parsimonia
y excita nuestra piel en desnuda ceremonia
tu perfume me enmudece, tu lascivia acoro…
Enmudece y flaquea mi beso sutilmente estrellado
contra la flor del alba que tu cabello enamorado
irrumpe fatalmente con su légamo mundano
sin razón más que el aliento que en la rosa gano.
Tu mano me es caricia, y tu pierna fantasía
tu piel satén de alba, tu desnudo idolatría
que al vergel de tu cintura y tu cabello no desgano
elevándose al zorzal, misteriosa, en tu Verano...
El coro de tus piernas de náyade florida,
es süave por lo bajo, y rubia en la partida
tus pechos en la aurora símil bañan en la noche
mi desnudo eco de gala, mi sutil fantoche…
Oh Mujer desnuda que tu cuerpo hiere
el ornato a aquellas diosas que tu juventud confiere,
estriban en suntüosas alas de verano,
la flecha de mi cuerpo que fue pájaro y que müere.
Tan así, tu sutil mano se amedrenta en tu hermosura,
confinando la vanguardia de tu efluvio en la siniestra
que arroba el oropel de un río en tu figura
y asoma de tu albura, la nimia voz tan nuestra…
Desnuda y en cincel, trabajas con recelo
confluyendo aquél albor cálido tu emblema
de hacer tibia la respuesta del ángel de tu pelo
sobre el imán tu pecho diera el acero de tu gema…
Desnuda, cálida, febril, ágil nenúfar,
me queda sólo el Sol, en tu cuerpo, rubio aljófar...
» Desde la ventana
» Por qué, la guerra?
» Tu cuerpo se desviste...
» Déjame unir mi mano con la tuya...
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» Memoria de tu luz, cuerpo bohemio...
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» Mujer -reclamo tus rosas-