Cineraria que a su juncia en el esmalte
presagia como un llanto a su tenue caricia,
y encierra en su liturgia el Verano que resalte
en sus hojas y en el aire que respira vitalicia
unción de palabras asentidas en el seno
agravadas en la nuncia noche esbelta, nacarada
de su cierre en los pétalos que ameno
vaso de belleza han imitado, los pájaros, alada
Espuma que no anuncia el acicate de la sombra
revestida en la caléndula que encierra la guitarra
y en su süeño, bosquejada, echa lágrimas y tierra
los carbunclos en su bosque y la madeja de sü alfombra,
donde cabe esperar la belleza en su semblante, ya vïoleta
que no suma en su vangüardia el celo de su testa
ardiente y nacarada, solícita respuesta
del alma de las flores que roba en su incompleta
Näciente noche oculta, que abreva de su ultraje
la vida hecha colecta de suspiro nacarado
sobre el alma de la noche, y admiro estrellado
la boda de belleza con su ancho carmesí, su paje
que en el sórdido ropaje hecho figura
aleteaba un suspiro endeble de la aurora...
Y su mirada, fue espesura, en el llanto que mesura
su lágrima terrena y su figura, en el alba que me azora.
Carmesí, naciente paraíso ha de quedarme por la flor,
humanamente helada, de suspiro y de loor.
presagia como un llanto a su tenue caricia,
y encierra en su liturgia el Verano que resalte
en sus hojas y en el aire que respira vitalicia
unción de palabras asentidas en el seno
agravadas en la nuncia noche esbelta, nacarada
de su cierre en los pétalos que ameno
vaso de belleza han imitado, los pájaros, alada
Espuma que no anuncia el acicate de la sombra
revestida en la caléndula que encierra la guitarra
y en su süeño, bosquejada, echa lágrimas y tierra
los carbunclos en su bosque y la madeja de sü alfombra,
donde cabe esperar la belleza en su semblante, ya vïoleta
que no suma en su vangüardia el celo de su testa
ardiente y nacarada, solícita respuesta
del alma de las flores que roba en su incompleta
Näciente noche oculta, que abreva de su ultraje
la vida hecha colecta de suspiro nacarado
sobre el alma de la noche, y admiro estrellado
la boda de belleza con su ancho carmesí, su paje
que en el sórdido ropaje hecho figura
aleteaba un suspiro endeble de la aurora...
Y su mirada, fue espesura, en el llanto que mesura
su lágrima terrena y su figura, en el alba que me azora.
Carmesí, naciente paraíso ha de quedarme por la flor,
humanamente helada, de suspiro y de loor.
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