Me arrincona el verso solitario sin tu mano
como el vano resplandor de tu incienso nocturno,
pues en ellos se escapa a voraz voz mi solo hermano,
cabalgando en la noche mi antifaz diurno.
Desde el reverberante eco sin fin tu palabra dolorida
es como escatima la nocturna vela la constancia
y en penas valle de cipreses he visto en huida,
copla de aves nocturnas, tu reverberancia.
Puede la noche al azar sentir tus latitudes,
y del silencio espumar la nieve de tu pelo,
porque como ancla el indómito pez de tu pañuelo
la fresca faz de los antagonistas laúdes,
ansía tu regreso en las esquinas de verano,
los altos nombres, las altas cumbres,
y aún así no encuentro tu mano,
espuma de mar, loas, para que me libres.
He visto de la pasión la fresca parsimonia,
hundida en la noche presagiante,
como un vuelo de paloma, ceremonia
en las noches de las altas lunas, triunfante.
De mi sollozo puede más un verso de verano,
confinar el estrago amoroso de tu vino
que en la calma del albor suscita soberano,
los labios de tu voz como un purpúreo beso, sobrevino.
Engalana la aurora cuando no estás triste,
ni te lleva la madreselva ofuscada la memoria,
porque el ala de tu boca son dos alas, así aliste
de la fresca Primavera su susurro y su gloria.
Eran bocanadas de ciruela y de damasco,
para confesar de tu lengua la dulzura
que en los labios de la primavera, el fresco
de tus alas endulzara tu cintura.
Esgrime alas de tenor naciente,
su júbilo soberano, ala doliente,
que en el camino de besar una fuente
copia alas de jazmín fervientemente.
Esgrime así, la certidumbre
del procaz intento de tu vuelo
que para levantar tu ladronzuelo
atora las cinturas de la cumbre.
Para volar, así, es preciso tu mirada,
y de silencios las noches la alborada
sueña ecos y vaivenes en las noches.
Cabalga intrépido el letargo, sin derroches,
y en tu voz la tierna llamarada
ancla cinturas por tu voz anclada,
y desestima ecos de tu voz brillada
como astros en el cierzo por tu voz hallada.
Son jóvenes astros los astros de tu vuelo,
y se imparten sin el rocío de tus alas,
pero es longevo el cardúmen de tu cielo
y sin el quebranto en el brillo lo intercalas.
Podrías revestir el ala dulce, caramelo
como el maíz que se antepone ante el verano,
y sueña pasajero en el olivo, ó en el sano
proclamar de mi verso, en las playas, a tu cielo.
Huele perfume. Huele dos veces.
Tan así esconde el bravío mar el oleaje de tus besos,
como el letargo de cerezos y dobleces
que sobre el áurea de la tarde inflige tu voz tierna. Esos
Claustros de bienamadas sombras ante el ultraje
de perfumar las sombras tu linaje
de besos ara tu fecunda llamarada fría
donde las alas del agua escriben lozanía.
Acaso si las sombras en el eco del verano,
ahuyentan tu voz sin tu silencio,
desviste un oleaje de sabor y escancio
la bóveda crepuscular de tu hombro sano
pues es tu piel la suave arquitectura de la noche,
y antes del crepúsculo se escriben con tus besos
estrellas que sobre tus ojos son cerezos,
y el carmín de tu boca, un nuevo coche.
Acaso si el juglar en su tierna llamarada,
se escondiera de llevar de nuevo la palabra,
ardiera en su joven beato sabor la alborada,
comprenderla es un sensato sueño y una obra.
Cala la vituperada llamarada
la estirpe de un beso solitario,
que en la voz de la memoria hallada
engarza una esmeralda y un poemario.
Para tangir del solsticio de verano
añade la forma del silencio de tu mano,
para bañar de esmeralda el verde profanado,
de la hierba que compara sol atado.
Por eso, entre la maleza veo la noche
y son miles las estrellas de las copas,
pero pueden aún sin el rubor, crepusculando broche,
anidar la sombra, ó tus ojos, lo que ocupas.
De tu resplandor se añade lo secreto
que en sombras ve la luz, ocultante
y de un rostro hacia la luz, penetrante
tu jovial beso, me besa, y es discreto.
Por eso la llama de tu melancolía,
hacia las noches da un canto de Sirena,
pues para una Reina la estrellada epifanía
copia las luces de su manto, serena.
¿Tan cruel, que a mis palabras sin respuesta?
¿Ó tanto amor, que la ausencia me demuestra?
Plena oscuridad, ó tan sólo del cerrojo hasta
que Luz unánime desvele mi muestra;
Ya que luz entre sombras, sólo hay noches
claras copias de jardines y de lunas,
pero sólo tu reflejo en las lagunas.
Entre pozos y jazmines yo y los baches.
Ante el rosal, subestimando la belleza,
de mi caudal, el abismo ha figurado
la noche de tu rostro ha derramado
de tu cáudalo la huella y la pereza.
Porque en un rostro, de mirar, ha señalado
alguna estrella, tu primogénita blancura
y en el mar de césped la figura
de tu loco ángel, la paz me ha perfumado.
Reflejo en el mar, que honda y sutileza,
de tu caudal, el brillo y la hermosura,
contagia un eco de silencio en la finura
de soslayar el llanto en la maleza.
Tales ojos han visto en la esmeralda
tras el sol, derramando el oro verde
hacia los esteros y en los astros la espalda
de una vespertina sombra en los bosques pierde.
Rostros y silencios escriben la espesura
de un solo astro confundido en el desierto,
para mentir al viento el cielo augura
tus manos leves la caricia, yo despierto.
Por eso sueño que la luna me ha soñado,
y en el altar la sombra me ha eclipsado,
un rastro verde de maleza sempiterna:
tus ojos y tu voz me harán alma eterna.
De tu letargo las noches y las flores
de mi azahar se encuentran consabidas,
pues he probado la dulzura de tus noches
en el silencio de las huellas permitidas.
Y si la noche me dispersa en el letargo,
en tus brazos encontrara la dulzura,
pues un mar solitario es más amargo,
pero en tus labios mis labios tienen cura.
De soler caminar por los senderos
de mil copias de jardines endulzados,
aprendí a mis pies darle calzados
entre los céspedes las noches los esteros.
Y de todas las estrellas veo mis ojos
como constelación clavada en la hermosura:
en todo el cielo he visto tu dulzura
Ojos tan bellos me tienen con cerrojos.
Para mirarte es indiferente la manera,
puesto que sumas, de todos los cálculos, belleza
y si en las noches mi alma es prisionera
es que te amo, declara la certeza.
Y en el Misterio de las almas, la Maestra:
LaVirgen María me encuentra pronunciando
con todos los ángeles ella me demuestra:
la Primavera, mi corazón y Ella están orando.
Mientras más le escribo,
más me alejo della,
pero mientras más le escribo
ella se vuelve más bella.
¿Serán sus ojos que describen paraísos?
Mi andar quiere abastecer su recorrido,
Dame un lugar entre tus soles preciosos,
Anoche era la luna, y creí el amanecer ido.
Sombras tu estrella dilucida
como diáfana paloma de mil noches,
abriga el celo de mil astros despida
los ecos de los mares azabaches.
Entre la lluvia y las lunas de tu rostro
sobran efímeros otoños y laúdes,
Primavera puede tocar el alabastro
y los cierzos y las brumas descuidar las nubes.
¿Tan cruel, que a mis palabras sin respuesta?
¿Ó tanto amor, que la ausencia me demuestra?
Plena oscuridad, ó tan sólo del cerrojo hasta
que Luz unánime desvele mi muestra;
Ya que luz entre sombras, sólo hay noches
claras copias de jardines y de lunas,
pero sólo tu reflejo en las lagunas.
Entre pozos y jazmines yo y los baches.
Te amo como a la Virgen María
pero no sé si serás mía algún día.
Sombras tu estrella dilucida
como diáfana paloma de mil noches,
abriga el celo de mil astros despida
los ecos de los mares azabaches.
Entre la lluvia y las lunas de tu rostro
sobran efímeros otoños y laúdes,
Primavera puede tocar el alabastro
y los cierzos y las brumas descuidar las nubes.
El oro y la miel que se derraman
tras las arenas de tu piel
pueden en dunas llamar a mi bajel,
y besar mis labios, que te aman.
Dulces, como el oasis y las frutas
alan jazmines y flores de silencio;
entre tú y tu cuerpo todo mutas
cosechando el jardín que yo vivencio.
Puede el vano suplicar verdes elocuencias,
las cinturas de los bosques tú sentencias,
los álabes de voz e inciertos pedregales
caminos que se cruzan, amando pastizales.
Lúdicas copias de jardines
en el reverberante eco los sin fines,
la marea, el sol, el eco, la torpeza,
de anidar en tu pasión la ligereza.
Tu cuerpo inunda en mi piel
mieles y sepultadas ambrosías
que en las habas donde te sigue mi bajel
puede la dama abrir las celosías.
Para saludar al caballero las sencillas
horas que deslumbran de su pelo,
cobran relucientes estrellas y pañuelo
que en mi piel germina con semillas.
De tus manos acariciados vergeles
acompasan el viento, arremolinan,
y sueñan sueños desvestidas mieles
cavan la cavidad que no olvidan.
Abejas sueñan su trazo a la deriva,
y tú como ellas, te licuas
en franjas moradas y dorado, esquiva,
paciente entre la música, fluctúas.
Desde tu pie efímero ahora se desluce
el claro del atardecer enamorado
que en la tierra del azahar reduce
el oro del silencio en el Sol inmaculado.
Plata, Oro, atardecer y jazmines,
por donde se vea, jolgorio y anheladas
suelen besar los labios en jardines
como dos horizontes se entrelazan: bienamadas.
Tus labios para amar yo querría sutileza
para desvestir las flores de mi amor,
y desde lo pequeño besarte la grandeza
desde una sola uva, beberme todo el licor.
En estos prados se funden nuestras hadas
cortejando de la luz la misma blancura
nuestros cuerpos y almas están enamoradas
para atizar tu sueño se levanta mi dulzura.
Arrienda de la noche la misma Primavera,
que en sostenidos ecos elucubra la constancia
de aunar los pajarillos y templar la acera,
para cada mañana reverberar tu estancia.
Horas de silencio fueron vistas para enamorarse,
dos abrigos, dos jóvenes enamorando un cantero
las alas del amor, tañen antes de amarse
todas las aves cantan y juegan en el estero.
De aventajar la noche la misma melancolía
suburbano eco de dos latires atizando
hunden en su melifluo cantero y flor alía
la misma desnudez del pasajero amando.
Solicitud de voces y de nocturnos músicos
engalanan la nueva respuesta nocturna,
hasta que las lunas y los vicenticos
recibían el alba con su cara diurna.
De la música el latir de tu palabra
esconde en el bravío lugar la sepultura
del jirón del valle que zozobra
para anidar amaneceres de cultura.
Abren bravíos mares luz que asoma,
y de espaciosas vuelo sobre calma
pero en perfectas manos del que toma
ungíase en el sueño de la palma.
A latir un sueño reclinado en el olvido
de mi cantar se ha visto consumado,
el rostro hostil que en mi lamento merecido
dolíame por habérmelo calcado.
Sombras y entresombras la noche me ha vencido
para halagar la preciosa sutileza,
y entre calmas he visto la belleza
dorar el jazmín en su vuelo reprimido.
Bajel de gotas y cinceles
copian a la mar dobles las figuras
de un horizonte de pleamar donde enamoras
y se nutren de tu forma los laureles.
Por eso mi reclamo endulza los pinceles
de un horizonte en el mar y bajo un cuadro
que Quinquela coloreó casi con mieles
donde el trabajo rectificó horas del cedro.
Y bajo el mar, donde se copiaban dos figuras
se latían soleadas burbujas en dos centros,
y era el mar que palidecía dos encuentros
entre dos aves y silencios de cinturas.
Pudo el mar entristecer sus agonías
de perder el atardecer tan florecido
y entre el mar desvestido no tan frías
flores celebraban al huido.
De tu pie tu pierna crece en el Verano,
soleando mi intento de huir de tu Paloma,
porque de tus piernas la frescura de tu mano
ansía el porvenir del horizonte que la toma.
Manos y pies para amarte con dulzura,
turquesa en tu mirada, pasión y fruta,
centella, aroma y caudalosa locura,
embriágame el latir que me disfruta.
Jovial elucubración de princesa enamorada
en el sol encarcelado de tu boca,
las mismas palabras que tu piel trastoca,
el Oro del silencio de tu alma Bienamada.
Pasajero sin voz, en la hostil melancolía
surgen del estrado de la ausente parsimonia,
entre tus manos, besar, que yo solía
enamorar con una dulce ceremonia…
De besar el intento de amar lo que es amado,
por las huellas de un gran cierzo enamorado,
escasean monedas de plata a través de los cerezos,
las místicas estrellas de rosas en sus sellos.
Y luces en tu rostro pacer la ceremonia
de espejos que reflejan a la aurora,
en el crepúsculo que en tu mano, ahora,
invita tocar con mezclada parsimonia.
¿Cuán lejos de mí Oh tú Sirena desterrada,
ansías tocar mi playa enamorada?
A mis orillas la serena blancura de tu espuma
se asemeja a tu boca, de entre la bruma
sostenida, para contestarme en el regazo
de una miscelánea estructura bondadosa
entre las rocas tus pies son el atraso
de mi austera soledad con alma recelosa…
Para contestarle a la Sirena de tus labios
habría que permitir la fortaleza
de sentir en la calma de tus años
de entre la bruma, tus cabellos, la maleza.
Y si en ellos mira con dulzor el horizonte,
soleados vértices en estrellas procelosas,
me tocara a mi rescatar las que brillosas,
ansiaran regresar de tus cabellos al monte.
Luna cae, que he visto en la alborada,
sentir en la playa de tus sueños
que los astros quedan con sus dueños
y perplejas las alas de la mirada queda.
Por eso los astros son cantares y querellas
de consumir latiente en el verano,
las mágicas sombras que el destello ufano
roba de la greda las cenizas, que sobra a las estrellas.
Alma de poeta que en su pálpito conmueve
el galardón de los sauces y las rimas
quiere un verso tibio, las alas mueve
de su cintura los ángeles y cimas;
Quiere el agua pero se contrae
de su verso sólo lo alimenta
y más en el sudor contenta
las alas y el amor que ya nos trae...
Puede el verano fácilmente darme
el océano de luz, alas amarme.
Joven, tan joven latiente en el verano
administra de tu voz la fortaleza
de gemir taciturno la belleza
de la sonoridad hecho cauce sonoro del verano.
Por ti, la Poesía se consume
como abstraído mar con incierto pasajero,
Luna hay en tu verso, y es esmero
la lentitud bella que restaura lo que sume.
Hacen del eco santo dos figuras en la nieve
el ocio desvelado y prematuro
que en el aroma de tu rústico relieve
alea mi pasión de alma futuro
Quizás tus labios prometen el letargo
que no sabe mi ansia esperar
por eso en mi desvelo es más amargo
la constancia de tu entero suspirar...
Arribar en el anzuelo de tu siembra
la juventud de tus alas de gaviota
pasajeras sin voz de mi lanceta
Hunde submarinas coplas, hacen hembra
lucen cáudalos de flores en las cumbres
y se invaden sólo sombras ataúdes
de misóginos héroes los artistas
... pues el alba consume mis párpados y aristas
Cuando dejes de escucharme, la figura
que en tus brazos el desvelo solitario
calmarán la virtud de mi poemario
y se lanzarán en mi cauce en tu cintura
Pues el álabe del sueño subterráneo
que copia el andar de tibios besos
es el ancla del desvelo contemporáneo
que ilustra la pasión de mis anhelos...
Oh si la parsimonia envuelve tu pegaso
en niños de adiós un solo abrazo
desnuda el eco de tu fuente la memoria
enclava en los ángeles de historia
la solícita causa que desvela
mi corazón, pero el arribo de la amada
por los cauces que tu vista hiela
sueltan ecos y profanan luz atada...
Puede el alma causar el exterminio
de mi lógica pasión tan desvelada
pero nunca acusar que en tu dominio
se cimbrea el corazón de un hada
pues para amar me prometieron dos figuras
desde el cielo que espían los aljibes
y en el astro de tu andar con locuras
destruye mi velamen, corazón prohíbes
Añora el canto tu lucida sepultante
mar de cielo mirada penetrante
lúdica templanza de mi aroma
sobre los vagos océanos que toma.
Trasluce mis alas cuando la cornisa
se vuelve mágico desierto de la risa
que vacía el estupor tu llamarada
sobre el ropaje de mi amor que sueña amada.
Puede el alba suspirar ambos jazmines
que la rosa no sabe escuchar
el goteo del rocío en los jardines,
con el alma que se esmera en andar...
Y si el cielo es prisionero de su boca,
donde el agua en el rocío se confunde,
puede el beso donde el horizonte funde
las estrellas rozagar, el alba toca
Mirar la luna es tocar la blancura de tus ojos
puesto que de dos modos es la nieve
y si es oscura reverbera en el relieve
de los astros la mirada de despojos.
Para amar tus ojos la mirada
de la nieve entre los astros desvestirse
debe, pues lo dorado del esmalte puede verse
para brillar a través de tu morada...
Ojos que sueñan tus latidos
pueden aunar mi corazón
por eso del alba desvestidos
me miran más allá de la razón.
Puesto que para amar sobran motivos
y para brindar el corazón
Sueña el alma sin prisa los arribos
y más allá reverbera mi pasión.
Miráme y te diré si soy celeste
como aquel cielo que ha visto tu dulzura
y puéblame de palomas el agreste
júbilo que enciende tu locura!
Puesto que para amar los sortilegios
se vacían en la espuma del aroma
de un mar, con caracoles que asoma
las centellas nuestro amor, y en los arpegios...
La hoguera donde el fuego me quemara
de súbito en el ardor de tus palabras
sería el volátil incienso donde amara
tu silueta en el ocaso y en las sombras
...Pero álabes de sueño en tu cornisa
parecen hadas que acompasan el futuro,
puesto que tus alas se ungen en la prisa
de un suspiro que me llena, un lauro....
Brilla el mar nace la tarde
el crepúsculo rompiendo un paraíso
pues es del sol, del sol que quiso
pintarte los ojos en que arde...
...Crepúsculo sonriente, pueden luces
y sueñan los desvelos de las gentes
arribar hasta la suerte de tus fauces
donde besa el aliento, sonrientes
Mis alas para volar son como el viento
y descansan en tus vuelos las promesas
de cantarle a la luna el horizonte
que repara en tu verso herido
Por eso, déjame curar desde tu vuelo
a tu dolor, para que sientas como el frío
y así el verano al andar ya se complazca
y tú descalza puedas habitar su sombra...
Al horizonte se desmienten sus momentos,
como cuajos de sombra entre laureles,
pues de los mares se vacía en los vergeles,
de un oro en sol, aletargados, los lamentos.
Pues es derrame tal brillo en la espesura
mientras los valles acopian su figura:
más bien decir, que del Oriente sobran versos,
ó se reflejan dos Soles, tus ojos tersos.
Primar derramada se podría la primera ceremonia,
donde blancos versos inquietan a su sombra
pues es letargo de un vientre la colonia
de un vástago el lunar atavío que lo asombra.
Por eso, entre mástiles me adorno
para crucificar la alborada que desnuda
y entre sauces y pinos verse el entorno
que los claustros y los ángulos la claridad no aluda.
me voy a hundir en este mar solitario
a veces este mundo se parece a una isla
porqué cantan las noches las ilusiones tempranas?
son como los enigmas misteriosos de una flor.
me regalan su color
pero olvidan el aroma
pues unas fauces las toma
como el mineral su sabor.
Pudiera decir el licor
que embriaga a los más inocentes
canto de los elocuentes
prados que verdean a la flor.
¿Podrá entonces su sabor
endulzar los pastizales?
Flor que no regala dulzura
se parece a la maleza
por el contrario, primura
estima mayor belleza.
Si del ámbar se descubre entre la luna,
un atardecer que enamora la mirada,
dócil me entrega perfumada
la imaginación que en la tarde nos acuna.
Brilla con el acierto de la mirada procelosa
y se acentúa entre tus ojos la marea
de buscar diáfana la nube celosa
que en el alba el color púrpura rastrea.
Desde lejos mi corazón imagina lo presente
como un cabizbajo niño en la marea,
que en el alba de los sueños está ausente
copiando de los versos la juventud, una albacea.
Quiere el niño dibujar tanto en el agua
la vertiente donde los astros funden,
y en ellos puede verse que no mengua
la constancia de sus luces nos confunden.
Se ha visto pasar el amanecer de la Luna
con el peso de tus párpados cerrados
pero no he visto sombra alguna
que mienta sobre tus labios amados...
Será por eso que la Luna me incandesce
cómo la volátil bruma despierta el alba
y si la noche nos concentra y resplandece
es de tu voz el ave que me salva.
La solicitud de tu desgano es de mi desvelo,
porque nieva de tu cauce tu cintura
arrienda el agua nívea y canta en tu pelo
aquellos mares que desganan tu locura.
Porque cuando canto, el horizonte y la marea
a tu voz verde y a tu isla inmóvil,
se pronuncia tu voz como el alba la albacea
de sentir tersa tu piel, océano febril.
Se pulsa el horizonte de tu mirar fecundo
como una quieta luz en el faro de una noche,
y si en el alba se respira donde hundo
pasajera mi mirada, es oro mi fantoche.
Pues el alba sabe suspirar de la marea
a la dorada luna sus menguantes lazos,
esa doncella siempre luce en brazos
de las estrellas, pero nunca es fea.
Vertiginosa puebla el alba su blancura,
como sombra de un pez la lentitud
escribe versos donde el oro usura
las estelas de la diáfana virtud.
Pues si pez doblase su simiente,
en bóvedas de oro nocturnas sobre besos,
cabería en redes de plata mi durmiente
sílaba de amor sobre cerezos.
Soy sólo un muñeco, un hombre decidido
a tus pies bailo cuando me levantas,
títere en la caja, de tus ojos no han huido
mis miradas, mientras tú me cantas…
Pero cuando me dejas y se alejan tus pasos,
en mil colores y yo desde mi caja
ó en el suelo, se alejan contigo mis ojos,
y en mi silencio quedo, éste me aja.
Pájaro de otoño azul
He visto un pájaro de otoño azul
que revibraba con el escoplo de la nieve
y de su palpitar acelerado, sus plumas de metal
azuladas como la noche azul
despegaron en su vuelo hasta la noche,
hasta las estrellas celosas de su blancura
y de violeta traslúcida
Era verlo pasar
por sobre tu tejado
acongojando primaveras
y tejiendo rosas
de terciopelo de lunas
de ocasos...
Me acompañarán tus párpados cerrados
como dos pétalos de una flor que se entrecierra,
es para mí un misterio el amarlos,
suave, como se dispersa tu blancura
y en el ocaso se embellecen los letargos
de los fuegos que acentúan tu presencia;
contemplarte un instante en amagos
hacen sombra las noches de la ausencia.
Sólo es plata la tarde que reclama la monotonía de la lluvia,
como un voraz intento de ahondar en la memoria,
y si las noches me presagian el aliento en la savia
de ese bosque que no recuerda otra historia,
ahondará más, en la promesa de la noche,
contemplar el alba que me dabas
sin ti, el día es azabache,
y la sombra en mi recuerdo: me soñabas.
Sin mirarte la mirada del asombro me acompasa,
como la bruma estéril de mis lunas
y se puebla de mares, medias lunas,
horas que sin júbilo los pedregales sobrepasa.
Es para soñar la primavera
y como el alba primera
la noche entera
se escribe, efímera.
Alea un invierno de dispersada alba
la noche que encuentra mi racimo
pues de la niña de mi verso la paloma
se esconde y vuela grácil hasta mis sueños.
Velero de racimos de soles, presagiando el brillo
del encomio de la voz de primavera,
sueña el alba las nubes del verano
y se pierden en tus pies aguas de plata.
Fly! In middle of my heart the clouds
burning of water my feel upon my head
I swear that in your lips, your mouth
receive from me the sky that celebred
And in my hand, the ocean of your tears
climb another tower to my face
Oh! Is the most beauty of disgrace
shall call bird, the flower take your hair
como el vano resplandor de tu incienso nocturno,
pues en ellos se escapa a voraz voz mi solo hermano,
cabalgando en la noche mi antifaz diurno.
Desde el reverberante eco sin fin tu palabra dolorida
es como escatima la nocturna vela la constancia
y en penas valle de cipreses he visto en huida,
copla de aves nocturnas, tu reverberancia.
Puede la noche al azar sentir tus latitudes,
y del silencio espumar la nieve de tu pelo,
porque como ancla el indómito pez de tu pañuelo
la fresca faz de los antagonistas laúdes,
ansía tu regreso en las esquinas de verano,
los altos nombres, las altas cumbres,
y aún así no encuentro tu mano,
espuma de mar, loas, para que me libres.
He visto de la pasión la fresca parsimonia,
hundida en la noche presagiante,
como un vuelo de paloma, ceremonia
en las noches de las altas lunas, triunfante.
De mi sollozo puede más un verso de verano,
confinar el estrago amoroso de tu vino
que en la calma del albor suscita soberano,
los labios de tu voz como un purpúreo beso, sobrevino.
Engalana la aurora cuando no estás triste,
ni te lleva la madreselva ofuscada la memoria,
porque el ala de tu boca son dos alas, así aliste
de la fresca Primavera su susurro y su gloria.
Eran bocanadas de ciruela y de damasco,
para confesar de tu lengua la dulzura
que en los labios de la primavera, el fresco
de tus alas endulzara tu cintura.
Esgrime alas de tenor naciente,
su júbilo soberano, ala doliente,
que en el camino de besar una fuente
copia alas de jazmín fervientemente.
Esgrime así, la certidumbre
del procaz intento de tu vuelo
que para levantar tu ladronzuelo
atora las cinturas de la cumbre.
Para volar, así, es preciso tu mirada,
y de silencios las noches la alborada
sueña ecos y vaivenes en las noches.
Cabalga intrépido el letargo, sin derroches,
y en tu voz la tierna llamarada
ancla cinturas por tu voz anclada,
y desestima ecos de tu voz brillada
como astros en el cierzo por tu voz hallada.
Son jóvenes astros los astros de tu vuelo,
y se imparten sin el rocío de tus alas,
pero es longevo el cardúmen de tu cielo
y sin el quebranto en el brillo lo intercalas.
Podrías revestir el ala dulce, caramelo
como el maíz que se antepone ante el verano,
y sueña pasajero en el olivo, ó en el sano
proclamar de mi verso, en las playas, a tu cielo.
Huele perfume. Huele dos veces.
Tan así esconde el bravío mar el oleaje de tus besos,
como el letargo de cerezos y dobleces
que sobre el áurea de la tarde inflige tu voz tierna. Esos
Claustros de bienamadas sombras ante el ultraje
de perfumar las sombras tu linaje
de besos ara tu fecunda llamarada fría
donde las alas del agua escriben lozanía.
Acaso si las sombras en el eco del verano,
ahuyentan tu voz sin tu silencio,
desviste un oleaje de sabor y escancio
la bóveda crepuscular de tu hombro sano
pues es tu piel la suave arquitectura de la noche,
y antes del crepúsculo se escriben con tus besos
estrellas que sobre tus ojos son cerezos,
y el carmín de tu boca, un nuevo coche.
Acaso si el juglar en su tierna llamarada,
se escondiera de llevar de nuevo la palabra,
ardiera en su joven beato sabor la alborada,
comprenderla es un sensato sueño y una obra.
Cala la vituperada llamarada
la estirpe de un beso solitario,
que en la voz de la memoria hallada
engarza una esmeralda y un poemario.
Para tangir del solsticio de verano
añade la forma del silencio de tu mano,
para bañar de esmeralda el verde profanado,
de la hierba que compara sol atado.
Por eso, entre la maleza veo la noche
y son miles las estrellas de las copas,
pero pueden aún sin el rubor, crepusculando broche,
anidar la sombra, ó tus ojos, lo que ocupas.
De tu resplandor se añade lo secreto
que en sombras ve la luz, ocultante
y de un rostro hacia la luz, penetrante
tu jovial beso, me besa, y es discreto.
Por eso la llama de tu melancolía,
hacia las noches da un canto de Sirena,
pues para una Reina la estrellada epifanía
copia las luces de su manto, serena.
¿Tan cruel, que a mis palabras sin respuesta?
¿Ó tanto amor, que la ausencia me demuestra?
Plena oscuridad, ó tan sólo del cerrojo hasta
que Luz unánime desvele mi muestra;
Ya que luz entre sombras, sólo hay noches
claras copias de jardines y de lunas,
pero sólo tu reflejo en las lagunas.
Entre pozos y jazmines yo y los baches.
Ante el rosal, subestimando la belleza,
de mi caudal, el abismo ha figurado
la noche de tu rostro ha derramado
de tu cáudalo la huella y la pereza.
Porque en un rostro, de mirar, ha señalado
alguna estrella, tu primogénita blancura
y en el mar de césped la figura
de tu loco ángel, la paz me ha perfumado.
Reflejo en el mar, que honda y sutileza,
de tu caudal, el brillo y la hermosura,
contagia un eco de silencio en la finura
de soslayar el llanto en la maleza.
Tales ojos han visto en la esmeralda
tras el sol, derramando el oro verde
hacia los esteros y en los astros la espalda
de una vespertina sombra en los bosques pierde.
Rostros y silencios escriben la espesura
de un solo astro confundido en el desierto,
para mentir al viento el cielo augura
tus manos leves la caricia, yo despierto.
Por eso sueño que la luna me ha soñado,
y en el altar la sombra me ha eclipsado,
un rastro verde de maleza sempiterna:
tus ojos y tu voz me harán alma eterna.
De tu letargo las noches y las flores
de mi azahar se encuentran consabidas,
pues he probado la dulzura de tus noches
en el silencio de las huellas permitidas.
Y si la noche me dispersa en el letargo,
en tus brazos encontrara la dulzura,
pues un mar solitario es más amargo,
pero en tus labios mis labios tienen cura.
De soler caminar por los senderos
de mil copias de jardines endulzados,
aprendí a mis pies darle calzados
entre los céspedes las noches los esteros.
Y de todas las estrellas veo mis ojos
como constelación clavada en la hermosura:
en todo el cielo he visto tu dulzura
Ojos tan bellos me tienen con cerrojos.
Para mirarte es indiferente la manera,
puesto que sumas, de todos los cálculos, belleza
y si en las noches mi alma es prisionera
es que te amo, declara la certeza.
Y en el Misterio de las almas, la Maestra:
LaVirgen María me encuentra pronunciando
con todos los ángeles ella me demuestra:
la Primavera, mi corazón y Ella están orando.
Mientras más le escribo,
más me alejo della,
pero mientras más le escribo
ella se vuelve más bella.
¿Serán sus ojos que describen paraísos?
Mi andar quiere abastecer su recorrido,
Dame un lugar entre tus soles preciosos,
Anoche era la luna, y creí el amanecer ido.
Sombras tu estrella dilucida
como diáfana paloma de mil noches,
abriga el celo de mil astros despida
los ecos de los mares azabaches.
Entre la lluvia y las lunas de tu rostro
sobran efímeros otoños y laúdes,
Primavera puede tocar el alabastro
y los cierzos y las brumas descuidar las nubes.
¿Tan cruel, que a mis palabras sin respuesta?
¿Ó tanto amor, que la ausencia me demuestra?
Plena oscuridad, ó tan sólo del cerrojo hasta
que Luz unánime desvele mi muestra;
Ya que luz entre sombras, sólo hay noches
claras copias de jardines y de lunas,
pero sólo tu reflejo en las lagunas.
Entre pozos y jazmines yo y los baches.
Te amo como a la Virgen María
pero no sé si serás mía algún día.
Sombras tu estrella dilucida
como diáfana paloma de mil noches,
abriga el celo de mil astros despida
los ecos de los mares azabaches.
Entre la lluvia y las lunas de tu rostro
sobran efímeros otoños y laúdes,
Primavera puede tocar el alabastro
y los cierzos y las brumas descuidar las nubes.
El oro y la miel que se derraman
tras las arenas de tu piel
pueden en dunas llamar a mi bajel,
y besar mis labios, que te aman.
Dulces, como el oasis y las frutas
alan jazmines y flores de silencio;
entre tú y tu cuerpo todo mutas
cosechando el jardín que yo vivencio.
Puede el vano suplicar verdes elocuencias,
las cinturas de los bosques tú sentencias,
los álabes de voz e inciertos pedregales
caminos que se cruzan, amando pastizales.
Lúdicas copias de jardines
en el reverberante eco los sin fines,
la marea, el sol, el eco, la torpeza,
de anidar en tu pasión la ligereza.
Tu cuerpo inunda en mi piel
mieles y sepultadas ambrosías
que en las habas donde te sigue mi bajel
puede la dama abrir las celosías.
Para saludar al caballero las sencillas
horas que deslumbran de su pelo,
cobran relucientes estrellas y pañuelo
que en mi piel germina con semillas.
De tus manos acariciados vergeles
acompasan el viento, arremolinan,
y sueñan sueños desvestidas mieles
cavan la cavidad que no olvidan.
Abejas sueñan su trazo a la deriva,
y tú como ellas, te licuas
en franjas moradas y dorado, esquiva,
paciente entre la música, fluctúas.
Desde tu pie efímero ahora se desluce
el claro del atardecer enamorado
que en la tierra del azahar reduce
el oro del silencio en el Sol inmaculado.
Plata, Oro, atardecer y jazmines,
por donde se vea, jolgorio y anheladas
suelen besar los labios en jardines
como dos horizontes se entrelazan: bienamadas.
Tus labios para amar yo querría sutileza
para desvestir las flores de mi amor,
y desde lo pequeño besarte la grandeza
desde una sola uva, beberme todo el licor.
En estos prados se funden nuestras hadas
cortejando de la luz la misma blancura
nuestros cuerpos y almas están enamoradas
para atizar tu sueño se levanta mi dulzura.
Arrienda de la noche la misma Primavera,
que en sostenidos ecos elucubra la constancia
de aunar los pajarillos y templar la acera,
para cada mañana reverberar tu estancia.
Horas de silencio fueron vistas para enamorarse,
dos abrigos, dos jóvenes enamorando un cantero
las alas del amor, tañen antes de amarse
todas las aves cantan y juegan en el estero.
De aventajar la noche la misma melancolía
suburbano eco de dos latires atizando
hunden en su melifluo cantero y flor alía
la misma desnudez del pasajero amando.
Solicitud de voces y de nocturnos músicos
engalanan la nueva respuesta nocturna,
hasta que las lunas y los vicenticos
recibían el alba con su cara diurna.
De la música el latir de tu palabra
esconde en el bravío lugar la sepultura
del jirón del valle que zozobra
para anidar amaneceres de cultura.
Abren bravíos mares luz que asoma,
y de espaciosas vuelo sobre calma
pero en perfectas manos del que toma
ungíase en el sueño de la palma.
A latir un sueño reclinado en el olvido
de mi cantar se ha visto consumado,
el rostro hostil que en mi lamento merecido
dolíame por habérmelo calcado.
Sombras y entresombras la noche me ha vencido
para halagar la preciosa sutileza,
y entre calmas he visto la belleza
dorar el jazmín en su vuelo reprimido.
Bajel de gotas y cinceles
copian a la mar dobles las figuras
de un horizonte de pleamar donde enamoras
y se nutren de tu forma los laureles.
Por eso mi reclamo endulza los pinceles
de un horizonte en el mar y bajo un cuadro
que Quinquela coloreó casi con mieles
donde el trabajo rectificó horas del cedro.
Y bajo el mar, donde se copiaban dos figuras
se latían soleadas burbujas en dos centros,
y era el mar que palidecía dos encuentros
entre dos aves y silencios de cinturas.
Pudo el mar entristecer sus agonías
de perder el atardecer tan florecido
y entre el mar desvestido no tan frías
flores celebraban al huido.
De tu pie tu pierna crece en el Verano,
soleando mi intento de huir de tu Paloma,
porque de tus piernas la frescura de tu mano
ansía el porvenir del horizonte que la toma.
Manos y pies para amarte con dulzura,
turquesa en tu mirada, pasión y fruta,
centella, aroma y caudalosa locura,
embriágame el latir que me disfruta.
Jovial elucubración de princesa enamorada
en el sol encarcelado de tu boca,
las mismas palabras que tu piel trastoca,
el Oro del silencio de tu alma Bienamada.
Pasajero sin voz, en la hostil melancolía
surgen del estrado de la ausente parsimonia,
entre tus manos, besar, que yo solía
enamorar con una dulce ceremonia…
De besar el intento de amar lo que es amado,
por las huellas de un gran cierzo enamorado,
escasean monedas de plata a través de los cerezos,
las místicas estrellas de rosas en sus sellos.
Y luces en tu rostro pacer la ceremonia
de espejos que reflejan a la aurora,
en el crepúsculo que en tu mano, ahora,
invita tocar con mezclada parsimonia.
¿Cuán lejos de mí Oh tú Sirena desterrada,
ansías tocar mi playa enamorada?
A mis orillas la serena blancura de tu espuma
se asemeja a tu boca, de entre la bruma
sostenida, para contestarme en el regazo
de una miscelánea estructura bondadosa
entre las rocas tus pies son el atraso
de mi austera soledad con alma recelosa…
Para contestarle a la Sirena de tus labios
habría que permitir la fortaleza
de sentir en la calma de tus años
de entre la bruma, tus cabellos, la maleza.
Y si en ellos mira con dulzor el horizonte,
soleados vértices en estrellas procelosas,
me tocara a mi rescatar las que brillosas,
ansiaran regresar de tus cabellos al monte.
Luna cae, que he visto en la alborada,
sentir en la playa de tus sueños
que los astros quedan con sus dueños
y perplejas las alas de la mirada queda.
Por eso los astros son cantares y querellas
de consumir latiente en el verano,
las mágicas sombras que el destello ufano
roba de la greda las cenizas, que sobra a las estrellas.
Alma de poeta que en su pálpito conmueve
el galardón de los sauces y las rimas
quiere un verso tibio, las alas mueve
de su cintura los ángeles y cimas;
Quiere el agua pero se contrae
de su verso sólo lo alimenta
y más en el sudor contenta
las alas y el amor que ya nos trae...
Puede el verano fácilmente darme
el océano de luz, alas amarme.
Joven, tan joven latiente en el verano
administra de tu voz la fortaleza
de gemir taciturno la belleza
de la sonoridad hecho cauce sonoro del verano.
Por ti, la Poesía se consume
como abstraído mar con incierto pasajero,
Luna hay en tu verso, y es esmero
la lentitud bella que restaura lo que sume.
Hacen del eco santo dos figuras en la nieve
el ocio desvelado y prematuro
que en el aroma de tu rústico relieve
alea mi pasión de alma futuro
Quizás tus labios prometen el letargo
que no sabe mi ansia esperar
por eso en mi desvelo es más amargo
la constancia de tu entero suspirar...
Arribar en el anzuelo de tu siembra
la juventud de tus alas de gaviota
pasajeras sin voz de mi lanceta
Hunde submarinas coplas, hacen hembra
lucen cáudalos de flores en las cumbres
y se invaden sólo sombras ataúdes
de misóginos héroes los artistas
... pues el alba consume mis párpados y aristas
Cuando dejes de escucharme, la figura
que en tus brazos el desvelo solitario
calmarán la virtud de mi poemario
y se lanzarán en mi cauce en tu cintura
Pues el álabe del sueño subterráneo
que copia el andar de tibios besos
es el ancla del desvelo contemporáneo
que ilustra la pasión de mis anhelos...
Oh si la parsimonia envuelve tu pegaso
en niños de adiós un solo abrazo
desnuda el eco de tu fuente la memoria
enclava en los ángeles de historia
la solícita causa que desvela
mi corazón, pero el arribo de la amada
por los cauces que tu vista hiela
sueltan ecos y profanan luz atada...
Puede el alma causar el exterminio
de mi lógica pasión tan desvelada
pero nunca acusar que en tu dominio
se cimbrea el corazón de un hada
pues para amar me prometieron dos figuras
desde el cielo que espían los aljibes
y en el astro de tu andar con locuras
destruye mi velamen, corazón prohíbes
Añora el canto tu lucida sepultante
mar de cielo mirada penetrante
lúdica templanza de mi aroma
sobre los vagos océanos que toma.
Trasluce mis alas cuando la cornisa
se vuelve mágico desierto de la risa
que vacía el estupor tu llamarada
sobre el ropaje de mi amor que sueña amada.
Puede el alba suspirar ambos jazmines
que la rosa no sabe escuchar
el goteo del rocío en los jardines,
con el alma que se esmera en andar...
Y si el cielo es prisionero de su boca,
donde el agua en el rocío se confunde,
puede el beso donde el horizonte funde
las estrellas rozagar, el alba toca
Mirar la luna es tocar la blancura de tus ojos
puesto que de dos modos es la nieve
y si es oscura reverbera en el relieve
de los astros la mirada de despojos.
Para amar tus ojos la mirada
de la nieve entre los astros desvestirse
debe, pues lo dorado del esmalte puede verse
para brillar a través de tu morada...
Ojos que sueñan tus latidos
pueden aunar mi corazón
por eso del alba desvestidos
me miran más allá de la razón.
Puesto que para amar sobran motivos
y para brindar el corazón
Sueña el alma sin prisa los arribos
y más allá reverbera mi pasión.
Miráme y te diré si soy celeste
como aquel cielo que ha visto tu dulzura
y puéblame de palomas el agreste
júbilo que enciende tu locura!
Puesto que para amar los sortilegios
se vacían en la espuma del aroma
de un mar, con caracoles que asoma
las centellas nuestro amor, y en los arpegios...
La hoguera donde el fuego me quemara
de súbito en el ardor de tus palabras
sería el volátil incienso donde amara
tu silueta en el ocaso y en las sombras
...Pero álabes de sueño en tu cornisa
parecen hadas que acompasan el futuro,
puesto que tus alas se ungen en la prisa
de un suspiro que me llena, un lauro....
Brilla el mar nace la tarde
el crepúsculo rompiendo un paraíso
pues es del sol, del sol que quiso
pintarte los ojos en que arde...
...Crepúsculo sonriente, pueden luces
y sueñan los desvelos de las gentes
arribar hasta la suerte de tus fauces
donde besa el aliento, sonrientes
Mis alas para volar son como el viento
y descansan en tus vuelos las promesas
de cantarle a la luna el horizonte
que repara en tu verso herido
Por eso, déjame curar desde tu vuelo
a tu dolor, para que sientas como el frío
y así el verano al andar ya se complazca
y tú descalza puedas habitar su sombra...
Al horizonte se desmienten sus momentos,
como cuajos de sombra entre laureles,
pues de los mares se vacía en los vergeles,
de un oro en sol, aletargados, los lamentos.
Pues es derrame tal brillo en la espesura
mientras los valles acopian su figura:
más bien decir, que del Oriente sobran versos,
ó se reflejan dos Soles, tus ojos tersos.
Primar derramada se podría la primera ceremonia,
donde blancos versos inquietan a su sombra
pues es letargo de un vientre la colonia
de un vástago el lunar atavío que lo asombra.
Por eso, entre mástiles me adorno
para crucificar la alborada que desnuda
y entre sauces y pinos verse el entorno
que los claustros y los ángulos la claridad no aluda.
me voy a hundir en este mar solitario
a veces este mundo se parece a una isla
porqué cantan las noches las ilusiones tempranas?
son como los enigmas misteriosos de una flor.
me regalan su color
pero olvidan el aroma
pues unas fauces las toma
como el mineral su sabor.
Pudiera decir el licor
que embriaga a los más inocentes
canto de los elocuentes
prados que verdean a la flor.
¿Podrá entonces su sabor
endulzar los pastizales?
Flor que no regala dulzura
se parece a la maleza
por el contrario, primura
estima mayor belleza.
Si del ámbar se descubre entre la luna,
un atardecer que enamora la mirada,
dócil me entrega perfumada
la imaginación que en la tarde nos acuna.
Brilla con el acierto de la mirada procelosa
y se acentúa entre tus ojos la marea
de buscar diáfana la nube celosa
que en el alba el color púrpura rastrea.
Desde lejos mi corazón imagina lo presente
como un cabizbajo niño en la marea,
que en el alba de los sueños está ausente
copiando de los versos la juventud, una albacea.
Quiere el niño dibujar tanto en el agua
la vertiente donde los astros funden,
y en ellos puede verse que no mengua
la constancia de sus luces nos confunden.
Se ha visto pasar el amanecer de la Luna
con el peso de tus párpados cerrados
pero no he visto sombra alguna
que mienta sobre tus labios amados...
Será por eso que la Luna me incandesce
cómo la volátil bruma despierta el alba
y si la noche nos concentra y resplandece
es de tu voz el ave que me salva.
La solicitud de tu desgano es de mi desvelo,
porque nieva de tu cauce tu cintura
arrienda el agua nívea y canta en tu pelo
aquellos mares que desganan tu locura.
Porque cuando canto, el horizonte y la marea
a tu voz verde y a tu isla inmóvil,
se pronuncia tu voz como el alba la albacea
de sentir tersa tu piel, océano febril.
Se pulsa el horizonte de tu mirar fecundo
como una quieta luz en el faro de una noche,
y si en el alba se respira donde hundo
pasajera mi mirada, es oro mi fantoche.
Pues el alba sabe suspirar de la marea
a la dorada luna sus menguantes lazos,
esa doncella siempre luce en brazos
de las estrellas, pero nunca es fea.
Vertiginosa puebla el alba su blancura,
como sombra de un pez la lentitud
escribe versos donde el oro usura
las estelas de la diáfana virtud.
Pues si pez doblase su simiente,
en bóvedas de oro nocturnas sobre besos,
cabería en redes de plata mi durmiente
sílaba de amor sobre cerezos.
Soy sólo un muñeco, un hombre decidido
a tus pies bailo cuando me levantas,
títere en la caja, de tus ojos no han huido
mis miradas, mientras tú me cantas…
Pero cuando me dejas y se alejan tus pasos,
en mil colores y yo desde mi caja
ó en el suelo, se alejan contigo mis ojos,
y en mi silencio quedo, éste me aja.
Pájaro de otoño azul
He visto un pájaro de otoño azul
que revibraba con el escoplo de la nieve
y de su palpitar acelerado, sus plumas de metal
azuladas como la noche azul
despegaron en su vuelo hasta la noche,
hasta las estrellas celosas de su blancura
y de violeta traslúcida
Era verlo pasar
por sobre tu tejado
acongojando primaveras
y tejiendo rosas
de terciopelo de lunas
de ocasos...
Me acompañarán tus párpados cerrados
como dos pétalos de una flor que se entrecierra,
es para mí un misterio el amarlos,
suave, como se dispersa tu blancura
y en el ocaso se embellecen los letargos
de los fuegos que acentúan tu presencia;
contemplarte un instante en amagos
hacen sombra las noches de la ausencia.
Sólo es plata la tarde que reclama la monotonía de la lluvia,
como un voraz intento de ahondar en la memoria,
y si las noches me presagian el aliento en la savia
de ese bosque que no recuerda otra historia,
ahondará más, en la promesa de la noche,
contemplar el alba que me dabas
sin ti, el día es azabache,
y la sombra en mi recuerdo: me soñabas.
Sin mirarte la mirada del asombro me acompasa,
como la bruma estéril de mis lunas
y se puebla de mares, medias lunas,
horas que sin júbilo los pedregales sobrepasa.
Es para soñar la primavera
y como el alba primera
la noche entera
se escribe, efímera.
Alea un invierno de dispersada alba
la noche que encuentra mi racimo
pues de la niña de mi verso la paloma
se esconde y vuela grácil hasta mis sueños.
Velero de racimos de soles, presagiando el brillo
del encomio de la voz de primavera,
sueña el alba las nubes del verano
y se pierden en tus pies aguas de plata.
Fly! In middle of my heart the clouds
burning of water my feel upon my head
I swear that in your lips, your mouth
receive from me the sky that celebred
And in my hand, the ocean of your tears
climb another tower to my face
Oh! Is the most beauty of disgrace
shall call bird, the flower take your hair
Última edición por caminandobajolalluvia el Dom Nov 06, 2011 4:23 am, editado 1 vez
Dom Mayo 05, 2024 8:02 pm por caminandobajolalluvia
» Desde la ventana
Dom Mayo 05, 2024 7:56 pm por caminandobajolalluvia
» Por qué, la guerra?
Miér Mayo 01, 2024 6:07 pm por caminandobajolalluvia
» Tu cuerpo se desviste...
Miér Abr 17, 2024 4:52 pm por caminandobajolalluvia
» Déjame unir mi mano con la tuya...
Miér Abr 17, 2024 4:50 pm por caminandobajolalluvia
» Tu rostro...
Lun Abr 15, 2024 3:55 am por caminandobajolalluvia
» Memoria de tu luz, cuerpo bohemio...
Mar Abr 09, 2024 9:05 pm por caminandobajolalluvia
» Mi ciudad
Jue Abr 04, 2024 1:08 pm por caminandobajolalluvia
» Mujer -reclamo tus rosas-
Jue Abr 04, 2024 1:02 pm por caminandobajolalluvia