Mi fe puede la paz aunar todas las manos
en todas las creencias razas ó religiones,
puede la semilla hacer árbol los hermanos
pintar sólo de blanco la bandera de todas (las regiones
y ser la paz y el amor en todos los corazones,
nuestra Fe puede la Paz juntar todas las manos
y ser la viva voz y el alma de alegrones:
"Nowhere man" "All you need is love" danos
en tus letras TODO y detalla...
Puede cualquier alma ser siempre la más bella!
Pudiera ser tu voz aún más bella,
en algún planeta de la más lejana estrella...
Quizás... más nó aquí en la Tierra.
Aquí es más hermosa cada vez, destierra
del alba a la oscuridad,
engendra flores de verano en la Primavera
tu voz no puede ser más suave, libera
del frío del capullo la flor en libertad.
Deben venir mis versos de María Virgen,
sólo en ella reposa mi corazón
Nacen aún de tu sombra claridades que surgen
más allá del polvo, del miedo ó de la razón.
A mi marisa la quiero con mi corazón
me desnudo en ella en su contento
ella me tiene todo, sin lamento
más allá de todo, también de la razón.
A Marisa la amo y la amo más
y nunca puedo dejarla de soñar
ella me hace sentir su bebé, das
a tu dócil niño siempre de mamar.
Mi hermana Vero compra todas las estrellas de la noche
su sonrisa las paga bien, y el vuelto de su encanto
guarda para el Sol. Quiera Dios tanto derroche
para los corazones de la humanidad. Tanto
se conmueven las estrellas, que un racimo dellas
se quedó en su pelo. Por eso saben mis hermanos
que Vero tiene Estrellas, las más bellas.
Y sabe el invierno esperar veranos
y sabe la templanza de la Primavera...
y saben sus hijos que en ella reverbera
el Sol del Verano, el más agradable
el más amoroso, el más noble y estimable...
Y cuando Vioca canta, dentre la maleza
se escucha la voz de la naturaleza,
y entre jazmines y cigarras…
(aquí estoy con un gorrión) y saben las Guitarras
Vero, de tu voz entera
Hermanita: Felíz Primaveeeeeeeraaaaa!!!!!
Peregrinar sin asombro en tu nombre doliente
inaugura un pez de brumas sencillas
para asir el dolor de tu alma viviente
sentir las campanas, rejuvenecidas
Y del oro donde se ha roto el crepúsculo
fragua de metales oscuros, estelares abismos
no la noche, el anaranjado minúsculo
tu cabello, tus hombros, nosotros mismos...
Incandescen tus ojos cuando miran el aire,
de tu mirar es combustible el fuego
ya no es mía mi alma, y aunque no alcance el desaire
la noche iracunda no abrigará mi ruego.
De lo intangible, mirar, no es sacrilegio
aunque del Verano se endulcen tus cabellos
tañir con la campana de la noche, un solo arpegio:
Mis ojos sólo pueden ver tus ojos: bellos.
Palabras
Palabras
en el escenario de la vida,
bate el tiempo como una blanca cigüeña
enamorada de su sombra.
Lento presagio de las almas
proceso de desnudar los corazones
envueltos en la llamada de la luna.
Horadado desierto,
donde la luz del sol estima la memoria,
caravana de la sangre, por donde la rompiente del alba
impregna su frescura adolescente.
Efímero resto de la luna,
en tus ojos
que en el escenario inspiran los aplausos;
gimen las gradas una ceremonia de música y palabras,
palabras
que en la cornisa de tu boca
se lanzan al abismo.
Como una ciénaga insondable,
un infinito vuelo de palomas.
Su sueño es el de las alas,
doblan las campanas a los vientos
rústicas albas,
álabes de sueño;
gimen y en su bóveda celeste
roban tus palabras la rapsodia del oeste,
Septiembre es en su boca la mirada,
la luz, la paz, la alborada,
y en las velas de la paz memoria llega,
un torbellino en el vuelo de sus alas
rumia las palabras.
Fresco racimo renombrado.
Escenario es a sus pies alfombra mágica.
Ustedes son sus dueños,
y el clima de su voz brilla en sus alas.
Vuelen! Vergeles a sus anchas!
Su libertad enciende el aire en las palomas.
Arguye de solitario en la bahía de tu nombre,
el amanecer que se destiñe en tu regazo
y si el silencio nutre al alba que te asombre,
en mi manantial de sombra doy el paso:
relámpagos de frutas y sueños estrellados
cándidas cigüeñas las pican y a la mar devuelven,
pero de tus alas los sueños olvidados
se impregnan en albores y nunca se disuelven.
Azul la noche se distrae y crece
su arrebato de mariposa nocturna
por el añil de mi voz zarpa y merece
su joven cauce que derrama taciturna.
Desde la nieve del silencio las estrellas
cantan a la única vestida
ella es la luna, su rostro entre las bellas
su hora sin luz, sin prisa consumida.
Hagas tú milagros dulces
que llueven en campanadas
que al alba escriben en hadas
y en el perfume de tu piel
Rocíame con tu fiel noche sosegada
que aún espero las estrellas
de la noche de mi amada!
Letanía de un Rosal de madreselvas ofuscado
El silencio ingrávido fue su melliza sepultura
en la noche que azabache prohibía su sustento
en alas del copioso firmamento
Nobleza en sus pétalos
fueron la sangre de mi aroma
clavijas que en el rústico instrumento
He visto un rosal
al alba
que su tañido
me enamoró.
Era clavel de música
su voz
que acarició mis alas
como un corazón al alba.
Su tañido me enamorara
también por su mirada
que en los rayos del alba
la sed del cielo
aclaró
y se vistió mi vergel
con azules primaveras
bondades vistió mis flores
las celestes azules y al alba,
pero de ti enamoré
mi clavel
con una paloma blanca.
Sentí su silencio
besar desde entonces la aurora
y desde entonces me enamora
como latidos al alba
pero perfumarla a su rosa
es olvidar su silencio,
mas no he visto luz vistosa
que aclare mi sustento
voy clamando al firmamento
la pasión de aquella rosa
que en primavera gozosa
latió su fulgor esmeralda
Y en su tañido la estrella diurna
es oro sobre mi almohada
desde que abrí mi ventana
por la pasión de aquella rosa...
Nunca he sentido tal cosa
tan claramente situada
en mi corazón que la añora
como una sed que me ase,
como claveles amables
en el agua enamorada.
Es al alba una estocada
que distingue firmamentos,
déjame sentir el perfume en tu rosa,
mis claveles están a la vista
déjame en el jardín de tus soleadas rosas
que al alba escriben en mariposas
como mi vuelo templado,
mas te ruego
no me hagas a un lado,
mi corazón siente el desvelo
de latir en el anzuelo
de tu espuma milagrosa
la vertiente alzaron con locura
y pasión
vertida ceremonia
claves de un rústico esplendor
tu rubio nacimiento
enamorado de la bruma
Letanía que en la hora
de borrar soplidos y cinturas del poniente
su ave gentil, sirviente
estrechó en sus ramas la holgura
de un abrazo que con premura
libró mis alas sigilosas
y me lancé al olvido con mis alas
en la noche nemorosa
Era una mirada caprichosa
la Rosa que me amaba...
Del despertar se aquieta tu figura
como dorada manzana el crepúsculo invita
porque tu vientre en el intenso sol recita
la palabra del amor de tu cultura.
Ocio ó quietud de madrugada
la espuma de tus cabellos de caoba
Oh si yo pudiera encontrarte enamorada!
Sería como ver la luz que el alba roba.
Puede verte la sombra, más la luz ha igualado
tu presencia. Naces del conflicto, pero brumas
no pueden vestir las apariencias. Celado,
ausente y sin nombre, alojas y sumas
piedras en el cantero formidable,
príncipe y mendigo en un solo oro
la perfidia del tiempo, infatigable
te rodea, mas no quiere negar el desdoro.
Innumerables labios y formas infinitas,
de tu rubia cabellera el alba se desluce,
copia el fulgor de dos flores y recitas
el amanecer en dos versos que trasluce.
Sombra y manantial, tu fresco ramo,
ausente de tu atavío no te nombra
alcanza el vespertino acto mi reclamo,
y cabalga la noche, sueña y sombra.
Dulzura elocuente, vulnerado paraíso
la noche sigilosa a los pies de la luna,
el Verano en un árbol preciso,
dulzura en la fuente asoma ninguna
copla de silencio, ecos de pájaros
y grillos. Antelación de la mañana.
Sombra entre la sombra los más caros
ires y venires desdoblados; una manzana.
Amedrenta tu licor, fauce sombría
que en la noche perfuma mi silente beso
como un remordimiento de cerezo,
que en la calma del albor destila y agría.
Si de tu voluntad de morena blancura,
se esparce tu voz de elocuente paraíso,
en el amor que desata tu cintura
quiera amor penetrar lo que en ti quiso.
Diadema de blancura y sostenida alba,
la pasión que desvela y hacen mieles,
calmas que desvelan los bajeles,
sedientos trazos de una selva sobre selva.
Duélanme campanas y perfumados tambores
que en la lluvia de licores derramados
ansían noches de sonidos y sabores,
sobre la cumbre de un ciruelo, enamorados.
Bienamada, desde tus pies la luna te ilumina
como un cabrío serpentín de tibios besos
y entre tus piernas la azul melancolía me fulmina
como un ardor que estremece los frambuesos.
A cada paso tuyo, una mirada
sutil visitador, entre tus pechos,
las flores que derramas, tú, mi amada
me besas y descalza, endrina, somos hechos.
Piernas, tus muslos, tus pies y tu cintura
caben enamorados de la sombra de tu andar,
como la bruma de tus senos tu primura
cabalgo tu sombra y comienzas a nadar.
Puede el silencio un pañuelo entre tu boca
y el señuelo de tus manos en mi pecho
es abrigo en tu cabello, enamorada toca
la dulce canción de tu fragancia, en el lecho.
Para bella sueña el mar que la anochece
sus cabellos son como espuma fluorescente
estrellas, que mendigo en la noche solitaria
sus ojos de luna derraman dos melancolías
...hasta que la noche cayó de su silencio
como una vertiente sedienta
y supe que era mar que acontecía
para saborear su beso de sirena de plata
Pertinaz del tiempo se han caído tus cabellos
en la endrina alborada de tus ojos de sueño
y así han de elogiar las dunas de tu cuerpo
las sandalias del amor que tiñe el ocaso
Por eso se prepara mi cuerpo a la batalla
de engendrar dichosas palabras de no olvido
que sueñan tu cuerpo como dos medusas ebrias
ó soñadas Sirenas que abaten tu blancura...
Para elogiar del cisne de tu cuello
abríase la memoria de tu cuerpo
como un sendero de plata la laguna
que oro en oro transcurre tu diadema.
Lejos, de matinal extravagancia,
dormida sobre tu eco tu blancura
instaura una primogenia de centellas
como horadado mar, sombras y más bellas.
Espoleante la noche sobre el alba
sueña tu cintura de silencio
y calma un silencio tu sonrisa
como un uniforme trazo de brisa.
Alea profundo, llama en la memoria
tu rincón de pradera y de tierna algarabía,
sueña las notas que despiertan ángeles de cebo
como una brisa que no cesa, tu sonrisa es eterna.
Y se enmienda en el silencio tu pradera,
como encomendando el futuro del silencio,
tu paso es de soneto y de palabra
austera tu voz, bóveda sin verso.
Y a cada paso tu silencio, tu cabello,
tus ojos de pradera innombrable
la figura del mar en tu pedrera,
la campana del adiós en tu semblante.
Se derrama tu cabello sobre tu cuerpo desnudo
como un prado que taciturno alcanza el amanecer,
y tu sonrisa fecunda tu silencio
como el juego de tus piernas entre las sábanas de ayer.
Hoy sombría, mañana solitaria,
entre tus pechos la misma flor
que descubre el mar sin olas que levanto
¡Oh amada mía! ¡Te pareces a mi dolor!
Y en la fecundidad que nos amalgama
la noche siembra entre nuestras frutas penetrantes
el silencio de la noche son los grillos desvelados,
que sobre el arco de las estrellas
tus ojos me fulmina.
Ojos verdes, como la lentitud del mar,
senos de mujer, abrazándome
nace de mi corazón en cada latido
flores y suspiros para tu silencio de verano.
Entre tus pies la alcoba sueña.
Tus cabellos de oro resucitan un sol nocturno.
Desde que el tiempo
Desde que el tiempo se ha llevado tu sonrisa,
la sombra de la paz del albor de madrugada,
ha vestido en flor la amapola dorada
y mis flores quedaron en azul, en la cornisa.
Se pide un océano que cuesta la mirada
resarcir del silencio de la amada,
sombras, pueblan sombras en las selvas,
de mi mitad, un doble crepúsculo en el alba....
Germina la sed que sobre el alba se contrae
un verso de verano, de cincel espaciado,
lágrima sedienta de verdor de primavera
sobre el alba la distancia se atempera,
y nieva al oeste tu dulzura, flores
de cintura de rosas y claveles
que descansan sobre los eclipses de verano.
Puede andar la lluvia, el errante verso de tu mano.
Lentitud que sobre el alba yace
cuando tú desnuda a la mañana
alas con tu voz a las aladas
copias del jardín de tus pulmones.
Fruta y nacimiento de verano,
eres una estrella en mi alcoba,
y cuando canta el ruiseñor de tus umbrales
ojos de piedad, besas mi sombra.
Nacimiento y espuma de verano,
sobre el jardín de tu patio de cerezos,
alas en tu voz como artesano
el jazmín de tus labios presos.
Lejanía de tu simiente y espaciosa
cumbre sobre el alba traslúcida
tocar tus pies descalzos, contagiosa
reverberancia de pasión no más hundida.
Por no mirarte me he deshecho en el verano
clara pasión en tus brazos difundido.
Brillantes estrellas auguraron artesano
sabor que en somnolientas coplas me han hundido.
Descifrar fue de la noche tu latido,
como un sonoro intento de deslumbrar lo pasado,
y aunque en mil noches en la noche no he sabido,
tu constancia en mi pecho me ha abrasado.
Puede crepitar la noche sin Verano
y el altar de las sombras hace nido
pero entre los soles que alumbran lo serrano,
en tus cabellos las sombras ha estrellado.
Tales estrellas los soles me han quemado,
y reverberan las noches sin estrellas,
puedo decirte, amor, que me ha bastado
la luna de tus noches, las más bellas.
Para brindar en esta Navidad adormecida,
necesito el alba consumada
y en tus cabellos la mar de una dormida
constancia de tu luz enamorada.
De tus labios, quizás una palabra,
que a tientas deslumbrara mi pobreza,
y entre tus labios en mis labios labios labra
Dios mío, una palabra: la proeza.
Si en el silencio del Verano he de extrañarte,
una flor me acompañara con dulzura.
Para soñarte entre las noches sueña el arte
de morar bajo tu nombre: la primura.
Podría en el verano sueños adornarte,
y en las palabras soñar la Primavera
para vestirte de Flores y amarte
con la constancia de una flor que se atempera.
Me matarás, sin un beso, ó sin quererme,
porque de ambos modos para amarme doy la vida,
y si el silencio de mi muerte hallas al verme
hallarás en tu alma mi alma repartida.
Por eso para verte doy la vida
al silenciar de mis estragos el silencio,
pues en tus ojos mi vida es consumida
pero renuevas mi corazón y no lo sacio.
O dime del quebranto de tus ojos
cuando hallas en el mundo la pobreza,
y en los míos, sin hallar más que despojos,
yo te quiero, eso confirma mi certeza.
Quiere el mundo abrigarnos en silencio
con las penas, y a la oración recurrimos rezando,
y cuando apenas empezamos el Rosario, penitencio
la alegría de saber que el Amor ya viene amando.
Tus ojos son como esmeraldas de la nieve,
azules, pardos, centelleantes:
son milagros que acaudalaron el relieve
de mis ojos al ver la Cruz con ojos penetrantes.
Porque no queremos verlo crucificado ni agonía
en Su rostro cuando al menos sufrimiento
era distinguir que en tu mirada y la mía,
Su cercana voz se acercaba al nacimiento.
Tómame de las manos, pido al menos
que tu mirada no se aleje, tus ojos llenos.
Podría decirse que en el adviento de tu mano,
tu voz recibe el viento con la calma,
y en los cierzos de las playas no he de ver el mar
que junto a tu ropaje de gaviota la mar alcanza.
Puede el tálamo suspirar el viento,
galopar el incienso malherido,
porque mis penas son las penas de un amigo
que en el claro de un bosque sueña contigo.
Claras, tus manos al suspirar proeza,
cabalga al sepultar mi fortaleza,
que en las sombras de un altar dulce:
una rosa,
que con espinas ha olvidado el verano,
(y se ha escondido en la primavera),
puede el vano respirar tu retrato,
como un juglar solitario pero en vilo
de tu sombra.
Porque en la noche reclamo tus estrellas
y las azules, que se esconden en los prados
sueñan aras de una juventud que no prohíbe
elucubraciones de jolgorio de un poeta.
Pero me atrapan tus ojos con una saeta
que acierta en el verano de una tarde,
rumiar este Otoño donde sueña el arte,
y rumía las voces del artista
el eclipse del mar
que tu mar me asía.
Y Robles pueden sepultar los pájaros
de una noche enamorada pero hirviente,
donde nacen eléctricos candores fluorescentes
de los soles estrellando nativos cáudalos de flores.
Tal es así que al resucitarme los reverberantes pájaros
y flores que atraen de las flores tu constancia,
cantan aves y preludian elocuentes jilgueros
donde aman las flores
y rumian los pisos,
para asir de la paloma su resguardo eficaz,
y querer la tórtola su anhelo de torcaz.
Por eso, Florencia, mi anhelo es tu deseo,
más allá de tus labios y tu recuerdo de fruta
porque las estrellas de tus ojos reclaman a la aurora,
la copia fiel de un artista en niebla,
pero soy como un hombre antiguo
dentro de una caverna,
donde la luna me resguarda la sombra
y entre sombras las sombras son mi luna
y mis lunas no se parecen a mi sombra,
pero cantan con mis luces las malezas
y se esconden de los prados las cinturas
de la niebla,
puesto que estoy
como un volátil
cántaro
de nube
enamorada,
y en cierzos sin esquinas
las danubias alas rotas de mi cáudalo se inunda
y florecen cándidos retratos de la arcilla
cuando al cantar tus noches
me sueñan tus estrellas.
Escoge un verso y nómbrame una estrella,
para cantar tu olvido y recordar tu Palabra;
quisiera confesar que he pecado por amarte, tal vez,
y si las sombras lo han causado,
mi anhelo por la luz es vespertino retrato de la
aurora,
y sueñan los caminos difuntas las palabras
de terciopelo que visten mi celaje despierto,
como el insomnio que padecen las estrellas,
y mientras más se esconden ellas
más despierta la luna,
y he distinguido el candor de tus pupilas,
ellas me ennegrecen las noches
y despiertan fulminantes.
Pero si esto no es una lumbrera
para vestir un candelabro de palomas,
me escondería en la noche ó al despertar
tus ojos.
Así tal vez, pudiera ser el alba.
Ó me robarían las estrellas.
Mi atormentado cúmulo de ensueños.
en todas las creencias razas ó religiones,
puede la semilla hacer árbol los hermanos
pintar sólo de blanco la bandera de todas (las regiones
y ser la paz y el amor en todos los corazones,
nuestra Fe puede la Paz juntar todas las manos
y ser la viva voz y el alma de alegrones:
"Nowhere man" "All you need is love" danos
en tus letras TODO y detalla...
Puede cualquier alma ser siempre la más bella!
Pudiera ser tu voz aún más bella,
en algún planeta de la más lejana estrella...
Quizás... más nó aquí en la Tierra.
Aquí es más hermosa cada vez, destierra
del alba a la oscuridad,
engendra flores de verano en la Primavera
tu voz no puede ser más suave, libera
del frío del capullo la flor en libertad.
Deben venir mis versos de María Virgen,
sólo en ella reposa mi corazón
Nacen aún de tu sombra claridades que surgen
más allá del polvo, del miedo ó de la razón.
A mi marisa la quiero con mi corazón
me desnudo en ella en su contento
ella me tiene todo, sin lamento
más allá de todo, también de la razón.
A Marisa la amo y la amo más
y nunca puedo dejarla de soñar
ella me hace sentir su bebé, das
a tu dócil niño siempre de mamar.
Mi hermana Vero compra todas las estrellas de la noche
su sonrisa las paga bien, y el vuelto de su encanto
guarda para el Sol. Quiera Dios tanto derroche
para los corazones de la humanidad. Tanto
se conmueven las estrellas, que un racimo dellas
se quedó en su pelo. Por eso saben mis hermanos
que Vero tiene Estrellas, las más bellas.
Y sabe el invierno esperar veranos
y sabe la templanza de la Primavera...
y saben sus hijos que en ella reverbera
el Sol del Verano, el más agradable
el más amoroso, el más noble y estimable...
Y cuando Vioca canta, dentre la maleza
se escucha la voz de la naturaleza,
y entre jazmines y cigarras…
(aquí estoy con un gorrión) y saben las Guitarras
Vero, de tu voz entera
Hermanita: Felíz Primaveeeeeeeraaaaa!!!!!
Peregrinar sin asombro en tu nombre doliente
inaugura un pez de brumas sencillas
para asir el dolor de tu alma viviente
sentir las campanas, rejuvenecidas
Y del oro donde se ha roto el crepúsculo
fragua de metales oscuros, estelares abismos
no la noche, el anaranjado minúsculo
tu cabello, tus hombros, nosotros mismos...
Incandescen tus ojos cuando miran el aire,
de tu mirar es combustible el fuego
ya no es mía mi alma, y aunque no alcance el desaire
la noche iracunda no abrigará mi ruego.
De lo intangible, mirar, no es sacrilegio
aunque del Verano se endulcen tus cabellos
tañir con la campana de la noche, un solo arpegio:
Mis ojos sólo pueden ver tus ojos: bellos.
Palabras
Palabras
en el escenario de la vida,
bate el tiempo como una blanca cigüeña
enamorada de su sombra.
Lento presagio de las almas
proceso de desnudar los corazones
envueltos en la llamada de la luna.
Horadado desierto,
donde la luz del sol estima la memoria,
caravana de la sangre, por donde la rompiente del alba
impregna su frescura adolescente.
Efímero resto de la luna,
en tus ojos
que en el escenario inspiran los aplausos;
gimen las gradas una ceremonia de música y palabras,
palabras
que en la cornisa de tu boca
se lanzan al abismo.
Como una ciénaga insondable,
un infinito vuelo de palomas.
Su sueño es el de las alas,
doblan las campanas a los vientos
rústicas albas,
álabes de sueño;
gimen y en su bóveda celeste
roban tus palabras la rapsodia del oeste,
Septiembre es en su boca la mirada,
la luz, la paz, la alborada,
y en las velas de la paz memoria llega,
un torbellino en el vuelo de sus alas
rumia las palabras.
Fresco racimo renombrado.
Escenario es a sus pies alfombra mágica.
Ustedes son sus dueños,
y el clima de su voz brilla en sus alas.
Vuelen! Vergeles a sus anchas!
Su libertad enciende el aire en las palomas.
Arguye de solitario en la bahía de tu nombre,
el amanecer que se destiñe en tu regazo
y si el silencio nutre al alba que te asombre,
en mi manantial de sombra doy el paso:
relámpagos de frutas y sueños estrellados
cándidas cigüeñas las pican y a la mar devuelven,
pero de tus alas los sueños olvidados
se impregnan en albores y nunca se disuelven.
Azul la noche se distrae y crece
su arrebato de mariposa nocturna
por el añil de mi voz zarpa y merece
su joven cauce que derrama taciturna.
Desde la nieve del silencio las estrellas
cantan a la única vestida
ella es la luna, su rostro entre las bellas
su hora sin luz, sin prisa consumida.
Hagas tú milagros dulces
que llueven en campanadas
que al alba escriben en hadas
y en el perfume de tu piel
Rocíame con tu fiel noche sosegada
que aún espero las estrellas
de la noche de mi amada!
Letanía de un Rosal de madreselvas ofuscado
El silencio ingrávido fue su melliza sepultura
en la noche que azabache prohibía su sustento
en alas del copioso firmamento
Nobleza en sus pétalos
fueron la sangre de mi aroma
clavijas que en el rústico instrumento
He visto un rosal
al alba
que su tañido
me enamoró.
Era clavel de música
su voz
que acarició mis alas
como un corazón al alba.
Su tañido me enamorara
también por su mirada
que en los rayos del alba
la sed del cielo
aclaró
y se vistió mi vergel
con azules primaveras
bondades vistió mis flores
las celestes azules y al alba,
pero de ti enamoré
mi clavel
con una paloma blanca.
Sentí su silencio
besar desde entonces la aurora
y desde entonces me enamora
como latidos al alba
pero perfumarla a su rosa
es olvidar su silencio,
mas no he visto luz vistosa
que aclare mi sustento
voy clamando al firmamento
la pasión de aquella rosa
que en primavera gozosa
latió su fulgor esmeralda
Y en su tañido la estrella diurna
es oro sobre mi almohada
desde que abrí mi ventana
por la pasión de aquella rosa...
Nunca he sentido tal cosa
tan claramente situada
en mi corazón que la añora
como una sed que me ase,
como claveles amables
en el agua enamorada.
Es al alba una estocada
que distingue firmamentos,
déjame sentir el perfume en tu rosa,
mis claveles están a la vista
déjame en el jardín de tus soleadas rosas
que al alba escriben en mariposas
como mi vuelo templado,
mas te ruego
no me hagas a un lado,
mi corazón siente el desvelo
de latir en el anzuelo
de tu espuma milagrosa
la vertiente alzaron con locura
y pasión
vertida ceremonia
claves de un rústico esplendor
tu rubio nacimiento
enamorado de la bruma
Letanía que en la hora
de borrar soplidos y cinturas del poniente
su ave gentil, sirviente
estrechó en sus ramas la holgura
de un abrazo que con premura
libró mis alas sigilosas
y me lancé al olvido con mis alas
en la noche nemorosa
Era una mirada caprichosa
la Rosa que me amaba...
Del despertar se aquieta tu figura
como dorada manzana el crepúsculo invita
porque tu vientre en el intenso sol recita
la palabra del amor de tu cultura.
Ocio ó quietud de madrugada
la espuma de tus cabellos de caoba
Oh si yo pudiera encontrarte enamorada!
Sería como ver la luz que el alba roba.
Puede verte la sombra, más la luz ha igualado
tu presencia. Naces del conflicto, pero brumas
no pueden vestir las apariencias. Celado,
ausente y sin nombre, alojas y sumas
piedras en el cantero formidable,
príncipe y mendigo en un solo oro
la perfidia del tiempo, infatigable
te rodea, mas no quiere negar el desdoro.
Innumerables labios y formas infinitas,
de tu rubia cabellera el alba se desluce,
copia el fulgor de dos flores y recitas
el amanecer en dos versos que trasluce.
Sombra y manantial, tu fresco ramo,
ausente de tu atavío no te nombra
alcanza el vespertino acto mi reclamo,
y cabalga la noche, sueña y sombra.
Dulzura elocuente, vulnerado paraíso
la noche sigilosa a los pies de la luna,
el Verano en un árbol preciso,
dulzura en la fuente asoma ninguna
copla de silencio, ecos de pájaros
y grillos. Antelación de la mañana.
Sombra entre la sombra los más caros
ires y venires desdoblados; una manzana.
Amedrenta tu licor, fauce sombría
que en la noche perfuma mi silente beso
como un remordimiento de cerezo,
que en la calma del albor destila y agría.
Si de tu voluntad de morena blancura,
se esparce tu voz de elocuente paraíso,
en el amor que desata tu cintura
quiera amor penetrar lo que en ti quiso.
Diadema de blancura y sostenida alba,
la pasión que desvela y hacen mieles,
calmas que desvelan los bajeles,
sedientos trazos de una selva sobre selva.
Duélanme campanas y perfumados tambores
que en la lluvia de licores derramados
ansían noches de sonidos y sabores,
sobre la cumbre de un ciruelo, enamorados.
Bienamada, desde tus pies la luna te ilumina
como un cabrío serpentín de tibios besos
y entre tus piernas la azul melancolía me fulmina
como un ardor que estremece los frambuesos.
A cada paso tuyo, una mirada
sutil visitador, entre tus pechos,
las flores que derramas, tú, mi amada
me besas y descalza, endrina, somos hechos.
Piernas, tus muslos, tus pies y tu cintura
caben enamorados de la sombra de tu andar,
como la bruma de tus senos tu primura
cabalgo tu sombra y comienzas a nadar.
Puede el silencio un pañuelo entre tu boca
y el señuelo de tus manos en mi pecho
es abrigo en tu cabello, enamorada toca
la dulce canción de tu fragancia, en el lecho.
Para bella sueña el mar que la anochece
sus cabellos son como espuma fluorescente
estrellas, que mendigo en la noche solitaria
sus ojos de luna derraman dos melancolías
...hasta que la noche cayó de su silencio
como una vertiente sedienta
y supe que era mar que acontecía
para saborear su beso de sirena de plata
Pertinaz del tiempo se han caído tus cabellos
en la endrina alborada de tus ojos de sueño
y así han de elogiar las dunas de tu cuerpo
las sandalias del amor que tiñe el ocaso
Por eso se prepara mi cuerpo a la batalla
de engendrar dichosas palabras de no olvido
que sueñan tu cuerpo como dos medusas ebrias
ó soñadas Sirenas que abaten tu blancura...
Para elogiar del cisne de tu cuello
abríase la memoria de tu cuerpo
como un sendero de plata la laguna
que oro en oro transcurre tu diadema.
Lejos, de matinal extravagancia,
dormida sobre tu eco tu blancura
instaura una primogenia de centellas
como horadado mar, sombras y más bellas.
Espoleante la noche sobre el alba
sueña tu cintura de silencio
y calma un silencio tu sonrisa
como un uniforme trazo de brisa.
Alea profundo, llama en la memoria
tu rincón de pradera y de tierna algarabía,
sueña las notas que despiertan ángeles de cebo
como una brisa que no cesa, tu sonrisa es eterna.
Y se enmienda en el silencio tu pradera,
como encomendando el futuro del silencio,
tu paso es de soneto y de palabra
austera tu voz, bóveda sin verso.
Y a cada paso tu silencio, tu cabello,
tus ojos de pradera innombrable
la figura del mar en tu pedrera,
la campana del adiós en tu semblante.
Se derrama tu cabello sobre tu cuerpo desnudo
como un prado que taciturno alcanza el amanecer,
y tu sonrisa fecunda tu silencio
como el juego de tus piernas entre las sábanas de ayer.
Hoy sombría, mañana solitaria,
entre tus pechos la misma flor
que descubre el mar sin olas que levanto
¡Oh amada mía! ¡Te pareces a mi dolor!
Y en la fecundidad que nos amalgama
la noche siembra entre nuestras frutas penetrantes
el silencio de la noche son los grillos desvelados,
que sobre el arco de las estrellas
tus ojos me fulmina.
Ojos verdes, como la lentitud del mar,
senos de mujer, abrazándome
nace de mi corazón en cada latido
flores y suspiros para tu silencio de verano.
Entre tus pies la alcoba sueña.
Tus cabellos de oro resucitan un sol nocturno.
Desde que el tiempo
Desde que el tiempo se ha llevado tu sonrisa,
la sombra de la paz del albor de madrugada,
ha vestido en flor la amapola dorada
y mis flores quedaron en azul, en la cornisa.
Se pide un océano que cuesta la mirada
resarcir del silencio de la amada,
sombras, pueblan sombras en las selvas,
de mi mitad, un doble crepúsculo en el alba....
Germina la sed que sobre el alba se contrae
un verso de verano, de cincel espaciado,
lágrima sedienta de verdor de primavera
sobre el alba la distancia se atempera,
y nieva al oeste tu dulzura, flores
de cintura de rosas y claveles
que descansan sobre los eclipses de verano.
Puede andar la lluvia, el errante verso de tu mano.
Lentitud que sobre el alba yace
cuando tú desnuda a la mañana
alas con tu voz a las aladas
copias del jardín de tus pulmones.
Fruta y nacimiento de verano,
eres una estrella en mi alcoba,
y cuando canta el ruiseñor de tus umbrales
ojos de piedad, besas mi sombra.
Nacimiento y espuma de verano,
sobre el jardín de tu patio de cerezos,
alas en tu voz como artesano
el jazmín de tus labios presos.
Lejanía de tu simiente y espaciosa
cumbre sobre el alba traslúcida
tocar tus pies descalzos, contagiosa
reverberancia de pasión no más hundida.
Por no mirarte me he deshecho en el verano
clara pasión en tus brazos difundido.
Brillantes estrellas auguraron artesano
sabor que en somnolientas coplas me han hundido.
Descifrar fue de la noche tu latido,
como un sonoro intento de deslumbrar lo pasado,
y aunque en mil noches en la noche no he sabido,
tu constancia en mi pecho me ha abrasado.
Puede crepitar la noche sin Verano
y el altar de las sombras hace nido
pero entre los soles que alumbran lo serrano,
en tus cabellos las sombras ha estrellado.
Tales estrellas los soles me han quemado,
y reverberan las noches sin estrellas,
puedo decirte, amor, que me ha bastado
la luna de tus noches, las más bellas.
Para brindar en esta Navidad adormecida,
necesito el alba consumada
y en tus cabellos la mar de una dormida
constancia de tu luz enamorada.
De tus labios, quizás una palabra,
que a tientas deslumbrara mi pobreza,
y entre tus labios en mis labios labios labra
Dios mío, una palabra: la proeza.
Si en el silencio del Verano he de extrañarte,
una flor me acompañara con dulzura.
Para soñarte entre las noches sueña el arte
de morar bajo tu nombre: la primura.
Podría en el verano sueños adornarte,
y en las palabras soñar la Primavera
para vestirte de Flores y amarte
con la constancia de una flor que se atempera.
Me matarás, sin un beso, ó sin quererme,
porque de ambos modos para amarme doy la vida,
y si el silencio de mi muerte hallas al verme
hallarás en tu alma mi alma repartida.
Por eso para verte doy la vida
al silenciar de mis estragos el silencio,
pues en tus ojos mi vida es consumida
pero renuevas mi corazón y no lo sacio.
O dime del quebranto de tus ojos
cuando hallas en el mundo la pobreza,
y en los míos, sin hallar más que despojos,
yo te quiero, eso confirma mi certeza.
Quiere el mundo abrigarnos en silencio
con las penas, y a la oración recurrimos rezando,
y cuando apenas empezamos el Rosario, penitencio
la alegría de saber que el Amor ya viene amando.
Tus ojos son como esmeraldas de la nieve,
azules, pardos, centelleantes:
son milagros que acaudalaron el relieve
de mis ojos al ver la Cruz con ojos penetrantes.
Porque no queremos verlo crucificado ni agonía
en Su rostro cuando al menos sufrimiento
era distinguir que en tu mirada y la mía,
Su cercana voz se acercaba al nacimiento.
Tómame de las manos, pido al menos
que tu mirada no se aleje, tus ojos llenos.
Podría decirse que en el adviento de tu mano,
tu voz recibe el viento con la calma,
y en los cierzos de las playas no he de ver el mar
que junto a tu ropaje de gaviota la mar alcanza.
Puede el tálamo suspirar el viento,
galopar el incienso malherido,
porque mis penas son las penas de un amigo
que en el claro de un bosque sueña contigo.
Claras, tus manos al suspirar proeza,
cabalga al sepultar mi fortaleza,
que en las sombras de un altar dulce:
una rosa,
que con espinas ha olvidado el verano,
(y se ha escondido en la primavera),
puede el vano respirar tu retrato,
como un juglar solitario pero en vilo
de tu sombra.
Porque en la noche reclamo tus estrellas
y las azules, que se esconden en los prados
sueñan aras de una juventud que no prohíbe
elucubraciones de jolgorio de un poeta.
Pero me atrapan tus ojos con una saeta
que acierta en el verano de una tarde,
rumiar este Otoño donde sueña el arte,
y rumía las voces del artista
el eclipse del mar
que tu mar me asía.
Y Robles pueden sepultar los pájaros
de una noche enamorada pero hirviente,
donde nacen eléctricos candores fluorescentes
de los soles estrellando nativos cáudalos de flores.
Tal es así que al resucitarme los reverberantes pájaros
y flores que atraen de las flores tu constancia,
cantan aves y preludian elocuentes jilgueros
donde aman las flores
y rumian los pisos,
para asir de la paloma su resguardo eficaz,
y querer la tórtola su anhelo de torcaz.
Por eso, Florencia, mi anhelo es tu deseo,
más allá de tus labios y tu recuerdo de fruta
porque las estrellas de tus ojos reclaman a la aurora,
la copia fiel de un artista en niebla,
pero soy como un hombre antiguo
dentro de una caverna,
donde la luna me resguarda la sombra
y entre sombras las sombras son mi luna
y mis lunas no se parecen a mi sombra,
pero cantan con mis luces las malezas
y se esconden de los prados las cinturas
de la niebla,
puesto que estoy
como un volátil
cántaro
de nube
enamorada,
y en cierzos sin esquinas
las danubias alas rotas de mi cáudalo se inunda
y florecen cándidos retratos de la arcilla
cuando al cantar tus noches
me sueñan tus estrellas.
Escoge un verso y nómbrame una estrella,
para cantar tu olvido y recordar tu Palabra;
quisiera confesar que he pecado por amarte, tal vez,
y si las sombras lo han causado,
mi anhelo por la luz es vespertino retrato de la
aurora,
y sueñan los caminos difuntas las palabras
de terciopelo que visten mi celaje despierto,
como el insomnio que padecen las estrellas,
y mientras más se esconden ellas
más despierta la luna,
y he distinguido el candor de tus pupilas,
ellas me ennegrecen las noches
y despiertan fulminantes.
Pero si esto no es una lumbrera
para vestir un candelabro de palomas,
me escondería en la noche ó al despertar
tus ojos.
Así tal vez, pudiera ser el alba.
Ó me robarían las estrellas.
Mi atormentado cúmulo de ensueños.
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