Y has sentido la noche como una plegaria
de mis ojos puros, a tu boca de magia
y aunque la luna espejada de tu cineraria
escribe con pluma acervada nostalgia,
tu cabeza niña se esconde en mi sueño
y late en mi vientre lacerados sigilos
un horizonte renueva nuestros latidos,
Constancia mía, susurras tu dueño.
Escondes frescuras no vistas al alba
la noche figura tu melancolía
de otoños y versos que han visto la cueva
donde se esconde el Sol de tu mirada de novia.
Abres el desvelo como un ave pequeña
que surge de la sombra de un frutal escondido,
y te empequeñeces en la sed que te adueña
de mis pasos escondo en ti mi semblante rendido.
Ha visto la lluvia tu ventana de agua dormida
como un elocuente jilguero nocturno
donde tu mirada se esconde en un horizonte, perdida
y clausura tu voz el suburbano eco, rosado sino…
Y si en la niebla de tus ojos el agua no pierde
en tus besos el rocío que lleva la tarde
a esconderme en tu pecho y tus latidos, sirena
alude en mis labios tu perfume en la pena!
Tus ojos me tienen prisionero,
en esta vida, en este sueño que no acaba...
Puedes darme la mirada por entero,
pero tus ojos, verlos, yo no lo soñaba...
Será por eso que me tienes firmemente,
y mi corazón sueña enternecido,
como alas que en el vuelo te ha tenido,
tal vez yo sólo sea aire, solamente...
Arremete con el ciego encanto de las olas
la mirada en el mar, sobre la espuma
vigoroso latir la oscuridad de un puma
en el claustro celeste de una noche a solas.
Besa la piel el murmurado encanto,
del azahar en su trémula belleza
pues al zorzal la lluvia en la maleza
acecha la sal en la espuma de mi acento.
Tus ojos sueñan lo que no he visto con la noche
manantial de penumbras y de sueños
ladrón de almas en las alas de pequeños
colores que se esconden en la sombra azabache.
Tu huella de circense arquitectura
es mujer esbelta en lontananza
que se apiada de mis párpados y cura
los longevos brazos en el mar de la esperanza.
Tus ojos son como caudalosas doncellas
que elevan la plata y el perfume de las flores
pues sueña su tacto con tus manos bellas
asir de la noche los vanos resplandores…
De la luna la misma miel olvida
que tu rostro y tu piel en la vertiente
de esta templanza en el agua de la vida
queda, para asirse con letargo, de tu boca luciente.
Esmeralda
Claudica mi armonioso pez de nácar florecido
el estrecho cauce que la sombra añade
su rojo porvenir de las alas que han vencido
mis párpados señas que el amor persuade.
Oro y aroma para mi jardín enamorado
se ha desatado el mar hacia junglas y tinieblas
de esta noche donde se pueden ver las nieblas
asir del alba mi suspiro apasionado.
Negra es la pasión que clausura a mi rosa
como una negra rosa de efímera traición
pero en la sombra añade tu boca decorosa
y hacia la noche oculta late mi corazón.
Ornamento, desigual orfebrería
de aquella sutil mano que igualas
mi amor nace sediento y lo empalagas
noche de augusta sombra frutal, amanecería.
De tu perfume sutil abrigo has decretado
para este hombre gentil, enamorado.
Mirada atenta baña, tus ojos de diadema
los ojos que te buscan, relámpago que quema
y ahuella las distancias, que sopla en las arenas
la luna resplandece, en tu mirada apenas…
Carbunclo de las aves, tus manos que me enseñas
montaña a las estrellas, tu cielo que despeñas
y enseñas el baluarte, de tu mirada apenas
conmigo y una vela, celada tú me cenas…
Y soplan los vientos que arden, con tu mirada a cuestas
y encienden llamaradas, con el mar a tientas
tus ojos no celados, encumbran primaveras
paseo de las flores, por todas las aceras…
Y tu orden me arrebata, con tu mirada a cuestas
la luna me desata, vistiendo las afrentas
de la noche que invade, tus ojos de sirena
ansío hallar la llave que encienda tu diadema…
Pero te quiero en la hora, del lecho tras la cena
ansío el mar que dora, tu brillo que me quema…
Tus ojos en el lento jardín de copla verde
fulguran el aliento de las sombras, la vertiente
de un caballo alado que la noche pierde
entre estrellas de abril, de alba sonriente.
Tacto de tu femenil rosa la sombra que purpura
el aliento de los bosques me asegura
tus pies no pierden la sima que provocan:
alea la noche y es tenue en tu boca, los jazmines que te evocan.
Sombra quiso la noche levantarte
como regazo de luz que oscuras lunas
pierden en el arribo al cantarte
silbidos, coplas alas vientos dunas,
y las estrellas que no se ven en el oriente
de una lágrima bebían suficiente,
pero al alba la dúctil parsimonia del artista
las claras sombras azules luz insista.
Oro no hace preludio de verano,
ni amar tu sombra aquieta mi suspiro
pero en el alba la noche es un zafiro
que ilumina con plata la nieve de tu mano.
Esquiva sin la hora, manantial de dúctil forma
llevas en tu sol la sombra que te adorna
se elevan los aires que en el bosque es alarma;
tu cuidado en la noche es luna tierna.
Grácil la espesura de la noche
cabalga el sueño que arropa mis luces
y como al alba la espuma de su broche
alarga el piélago del mar lleno de peces.
Aquieta ya su forma, alea mi suspiro
la aurora que no sueña más que mi respiro,
y en la sombra que me dejas
puebla la noche de tus cejas.
Al extender mis alas frecuento la osadía
de aquellas rosas que anegan tu cintura,
pues al alba la vana lentitud mía
oscurece el velo que adorna tu hermosura.
Se van mis pasos, y corren, no hay suspiro
a través de las playas y su acierto,
y tú eres la mujer a la que admiro:
entre rosales veo una rosa, bien despierto.
Se acobardan mis pupilas cuando la noche inmensa
pinta todo lo claro con negras parsimonias,
y entre tantos candiles no veo las colonias
de aquella oscuridad que las estrellas venza.
Adorna un astro la lumbre soberana,
y entre declives de pasión mi cuna excede
a pintar las alas que la nieve puede,
de tu boca la ilusión de una rosa no tirana.
Asombra la esbeltez cual lecho en tus pupilas
de la siempre tenaz y desigual constelación
que en la noche desata mi pasión
ver volar tantas estrellas arrebata velas
de un candelabro oscurecido de silencio,
sueños, alba que al encanto cede
de tu largo cabello que concede
lunas, que la plata habla al oro mío.
Tange la murmurada espada el viento receloso
cual espuma vitral, cancel de rastro endeble
por el cielo que separa la virtud que pueble
las alas en el vuelo de tu canto nemoroso.
Sombría y cruel, al ahínco la mirada
de una ufana noche, constelada,
el sigilo de sentir los mismos pasos negros
otrora llantos de mares amargos.
Sueña el sueño el vitral que no ha escondido
la luz del devaneo la mañana
de una cumbre entre la luz, temprana
que arriba el sueño que rebasa lo perdido.
Y en el ala de ese sueño que la luna cela,
duerme mi astro la vela que consuela,
ver nacer de nuevo el alba entre la noche
luz, lento cristal, luz que luche.
Entre tus senos veo la luz que acompasa mis latidos
cuando la sombra en la estrechez de tu simiente
de tus alas el brebaje suficiente
bebe mi vuelo con sobria nitidez de los espacios,
y entre las alas de los vuelos ante el sueño
de volar, tu cuerpo compra un beso
de silencioso oro y luz travieso
que en la boca es un timbal para su dueño.
¿Pude despertar del desvelo de tu mano,
ó tan sólo es la espuma fluorescente
del latir crepuscular de un oro cano?
Beber tu dócil forma entre las sombras no es hazaña
para tomar mis manos entre las tuyas, seña
en este baile recorro las penurias, y es la leña:
-¿Ó el suelo me ata,
ó son tus ojos laureles de plata?
Veraniega respuesta, marfil hueco
de la sólida estival pausa que alude
tu sombrío desigual otoño seco
la vertiente en el amor redunda, acude.
Apacible cuenca el mar vertiginoso la llanura
que separa trémula la voz en la espesura
doblez al alma la copia fiel existe
soberanía alada de tus pies me viste.
Coloquio verdadero y adentro proceloso duda
como pez de caoba la luna no depara besos
asiste ruin destello de tus ojos, ésos
que no hallan al verme crisálidas aluda.
Invertido néctar, ponzoña ensimismada
de tu rostro la distancia encarcelada,
juvenil enseñas al ave no desnuda
enamorada, gentil yo al ave aluda.
Desnudo néctar y pulpa entre mis brazos
como constelado almíbar de mis besos
dóciles cautos, primordiales, sueños
deslumbrado aroma de tus púrpuras remansos.
Entre la sierra y la porcelana de la Luna
atisba un eco que gentil figura
y engalana un mástil que ninguna
vespertina bruma tus ojos no procura.
Entre la escarcha endeble y dúctil de los barros
donde lluvia nace y puebla oxigenada
el aire nieva su púrpura, situada
la dócil seña del primor, pasos de carros.
Versátil tus manos me ofrecen alba y sudan
más que vespertinas nubes, tus ojos nos enseñan
las brumas que situadas al orbe lo preludian
tus pasos en la noche, estrellas se despeñan.
Y en tus ojos a formidables estíos la silueta
del contorno que se asombra y nunca aquieta
preludio del artista alas que nacen
murmurando aromas flor, jardín púrpura hacen...
Y entre las deidades de tu sombra delineadas
cumbres entre lo incierto son figura
de tu sonrisa que apacigua y que murmura
estratos, nubes, cirros, alas, hadas....
Frenético candor la vista puebla
de tu desértica figura que no ostenta
el lúdico arrecife de la niebla,
huella errante la figura que sustenta.
A tus ojos el rocío del juglar música tañe
el sendero de la mística templanza
de los músicos y letras de confianza,
arde en el alba la primera estrella, luz me bañe.
Dosel de augusta reclinada paz celeste
sobre la bruma intrépido y agreste
la luz no acaba, empieza en el poniente
la sombra en tu verano es suficiente.
Frenético candil y nace del poeta
la cuna donde amparas mi silueta,
goce tangible de espacios murmurados
la sombra es caminar lentos amagos.
...Y en el alba veo suspirar la fortaleza
desde tus alas níveas cunde la temprana
añil copla de ave en la maleza
desde tus pasos tu diadema es luz que emana.
Alea la virtud entre la selva murmurada
desde tus pasos jovenes el claustro, la manzana
que virtud mueve mi mano enamorada
ó lenta pluma que desvela sombra vana.
Diamantes exceder el letargo de la pluma
excede noches tu virtud, mi ojo consuma...
Fulgor la sed que invita
¿Aún tienes sed?
Fulgor la sed que invita, el mar, perpetua llama
caracolas del viento a la mañana,
se van, por las orillas, los timbales y las coplas que derrama
orquídeas no se llevan, juventud de la albacea
la nutre la paz y el pan vertiginoso
cual luna no se aquieta entre mi esbozo
noche cauta, azul cosmogonía
no se antela la luna que porfía
ébanos de soledad y ancla silvestre
la luna de cristal hechizo
no diamante
la sombra penetrante
entre tus párpados diadema
del fulgor que sempiterna gracia no licúa
vástagos que enseña, la templanza
de un joven astro que resguarda su luz en la maleza
cual sol y sombra en la tibieza
la luna presagiante
el ala que desierta su joven voz promete
como cáudalo de flor la nave aumenta
su júbilo la ofrenda
del sueño prematuro su júbilo templado aurora sueña
juventud que se despeña
y crece cual sombra el alba tienta
las rosas que concierta
y,
ahora que
llueve
me pintas de la nieve
las negras parsimonias decididas del llanto que separa
la tea de la luna
y
entre brazos
su joven voz promete estrellas ciegas
cual ahínco de las nuevas
y versátiles formas que se amparan en el claustro
y más,
en el bosque,
en la diadema,
del sol
a la orilla de la pena,
lectura al aire libre
océano de aire que suspire
cual lúdico arrecife
los pies de las muchachas
las náyades que explotan su cariño
entre la selvática forma
de mis labios
que silban en el oro de la fiesta vespertina
la rosa que culmina
entre tus manos me fulmina
la sombra femenina, etc.
Tenaz, el vuelo danzante, la figura celeste
a lontananza del eco frío vaivén del vago terciopelo
la luz que añade fulgor a escarlata oeste,
la lumbre del fuego azul fuego robre rojo pelo.
Y en las alas del azul cual víspera del día
tu solo sueño añil boca sería
cual húmedo rosal la vista enseña,
caliginoso verso tu diadema doble se despeña...
Como álamo del viento y pan vertiginoso
azul del cielo la mística agonía nos separa
el vago aliento del fulgor que amara
la víspera del Sol, undoso arribo, celoso
cauce que despierta madrigales,
aliento de los dos, cual efímero resguardo
lunada forma celofán auguro, cardo
el que dóciles formas ha enseñado, manantiales...
Plectro sansón, efímera manzana carcomida, nueces
cual astro cuneiforme la doncella
a peregrina voz la boca de los peces
asombra en el jadeo de la noche vaga estrella...
Y entre centellas soberanas la más dulce,
que se separa de los astros y diademas
anega formas ciertas luce ciertas gemas
de la peña que derrama entre los alces, alce.
Paciente nota que resguarda el terciopelo
de la noche el silencio que me evoca,
el suspiro a la pasión que se desboca
de tu boca, el solo pincel que vago celo.
Y aúna la noche la pasión que se resguarda
en el silencio del abril la nave aguarda
de tus pupilas el radiante beso
que sobre el rojo de la noche augura su cerezo.
Montes al pasar la vista eximia de los astros
penan el tibio andar azules alabastros...
Pero tu boca no ha de besar la noche, vaga estrella
el jazmín, es aún tu flor más bella.
A murmurar un paso dócil legua
descripta forma del juglar de la mañana
asir enagua la sombra noche oscura tregua
el joven despertar la sombra vana.
Jadeo del columpiar la vista procelosa
en el suspiro tieso azar noche virtuosa
escándalo que cede bello prado
del joven despertar la luna, amado...
La vista seña lo que oscurece el lado
luminoso de la tea, fraguada noche oculta
del luminoso astro, que enseña lo deseado:
buscar en tu maleza la amada que se exalta.
Rostro apacible, lunar entre las sombras
virada luz que excede y puebla las llanuras
de un solo mar que tieso resguarda tus premuras:
Horizonte en el lugar que lejos atesoras.
Declive que se enseña para mostrarte apenas
lo murmurado del estío de tus formas
cual noche soberana estrellas seas
en el baluarte de mis noches y mis hormas.
Galanteo de tus pasos tras las hebras
que dejas en el paso de tus cunas
abrevia la distancia lo que acunas
sentir tu piel, mujer, clara celebras.
Captura del mostrador mis ansias y mis noches
como puebla el ocaso el fulgor tus dos doncellas
que se encienden en fuego y azabaches:
las piernas de mi amor, el lecho sellas.
Y enciendes la virtud, eres dormida
cual luna errante arreas consumida
todo el cielo de mis ojos, las estrellas
entre tus senos y las nubes de tus huellas.
Furor que aclama tu letargo ensimismado,
desde la punta de tu ser, tu fuego amado.
Constelación, jacinto, luz azul, tardío
el suelo es de la noche luz amante
desmedido cauce de candil diamante
oro y juventud paciente sol tan frío…
Sobre la tenaz respuesta voladora,
enclave misterioso áurea cuidadora
lejanía que fue más que el poniente:
besar de tus labios la miel es suficiente.
Estoy enamorado de ti cual rosa pura
ó como sentir la espuma del mar entre mis pasos,
como anillo de sal en tu cintura,
sentir la gema del sol tus dulces labios.
Efimero, trato y logro un verso, semiatado
de tu voz y tu sonrisa enamorada
llego hasta la cumbre cuando tu rosado
beso se une en mi boca constelada.
Estoy celado de ti cual rosa abierta
sendero de espuma es tu bravo acierto,
entre mis manos veo el oro y la luz tan cierta
como el cántaro la noche a tu desierto…
Y en esas estrellas que se tejen en tus ojos
lagunas de esplendores, lejanía
pueden azahar dejar despojos
cual nieve de tu flor ¡Oh Luna mía!
Desmedido el cauce, la huella en mi cintura
bajo un mar inmerso, mis manos en la altura.
Decidido el trance, que sobra ensimismado
mis alas en mi voz atañe enamorado.
Decidida sombra, que esparce luna a un hado
esparcida bruma la cuenca, sino helado.
Desvestida huella que ensambla tu motora
crisálida de selva la luna de la Aurora.
Tus manos celan nieve, descubres paz alerta
suspiro que confiere las horas que se apiadan
del mar, de la promesa resguardo que despierta
la luna de la nieve audaz mora no evadan;
la sombra que murmura voz celeste
en el intrínseco mar que pertinente
de las estrellas del alba suficiente
doblegan alas que asombran voz agreste.
Luna no celan tus ojos, dos suspiros
desde la huella que mueve tu pie alado
y asombra el celo murmurado
Aurora tañe lo que empieza en mis respiros.
Cuenca del manantial enamorado
do clama estrella timbal cual vista enseña
las alas de la nieve, perfumado
cual sobria nitidez tu seno aliña.
Y de una hebra de tu pelo me llamaste
para acoger la libertad que te adueñaste.
Deslumbrado atardecer caoba en tu semblante,
repentino cual aroma de nuez en la mañana,
inclina flores la joven huella que engalana
suave virtud que atañe luz danzante.
En figuras, la flor, cual arrebato,
parcela del dolor, inflige sombra,
manantial de sudor del que se asombra
única flor, la rosa que recato.
A no destello fulgor de una manzana
de umbría rispidez cual loca seña
declive del sabor estrella no temprana
cual ávida virtud que se despeña.
Oro y lumbrera desigual orfebrería
de aquella lumbar queda espalda no sería
de aquella mujer que la plata no ceñía
su rostro el manantial de un ave mía.
Lento cristal de un halo que conmueve
la sobria nitidez enclaustra una manzana
de nuevas juventudes tan temprana
como alas del rubor la virtud mueve.
Y en sombras frenesí vista que llueve
la dócil desigual austera pierna
que cavila en el vestido luna tierna
clara, manantial, aurora, nieve...
Anonadado cauce, flor perpetua, golondrina umbría
la flor de la cal la duna lleva
como esperanza de un laurel, renueva
la primada esperanza en un maizal, sombría...
La nieve que no ancla, si no es mía
para pintar de alba tu sonrisa clara,
en el murmullo llanto tu voz sueño adueñara
la luna en celo, crisálida despierta.
Tu voz alea fecundo cual silvestre beso unido
la sombra cual nido de hondo cabo abierto
como la luz que inaugura que despierto,
en el silvestre campo tu caricia ampara.
Soles y llueves en el manto solo un astro
que dispara luces y estelas de lozanas
esgrimas de nacientes flores al cielo cortesanas
en la estrellada noche la luna suelo hallaras.
Tu voz se envuelve quieta
cual verso sutil embarga anillo de marea
navegante amparo la luz de una saeta
milagroso surca el espacio cual aurora silba
un beso desigual copla mimara, llueva
sobre el arado del solar ardiente y frío, pasajero
de las errantes formas y dialécticas constelaciones de selectas
brumas de luciérnagas volando sobre el ala
de la sombra,
igual que la marea
que separa mis ojos
horizontes
que desvelan tus párpados dormidos
como el alba
y cejijuntos
anidan aves
que destellan los crepúsculos
y ciegas
la mirada y el tacto de la espuma
de tu espalda,
cual júbilo de amor
soñada ausencia
tenaz licor
que envuelve
mi desvelo
como un cántaro corrido de la aurora,
naciendo en soles que diáfanos preludian
la bandera
de los sueños realizándose
entre las arenas
de las playas
y las lluvias
que despeñan tu furor
en el declive de los astros,
y rompientes peñascos
que refugian las cigüeñas
y las devuelven a los cielos,
más azules,
más lejos de la costa,
más pronunciado
su silencio
en la espesura
de la selva
trasnochada.
Desnudo aroma que invade noche suave
cual lento murmullo de esperanza contrahecha,
la dulce mirada tuya cual ébano no cabe
en la soledad. Apogeo en mi mitad deshecha
cual ufana juventud el letargo ensimismado
de la rubia diapasón tal el letrado
zigzagueo de la sal, anochecido
cual sediento embiste de la cal que me ha dormido…
Tus piernas son la llave del murmullo del temprano
juvenil eco de pausas amorosas,
que en el légamo de una tarde el artesano
sabe admirar de la lumbre alas sabrosas:
pues el alba sabe admirar el firmamento
del juglar cual soliloquio de una noche
trementina de verano y tu portento
la algarabía de nacer tu miel aceche.
Pies de ruiseñor suave endrinas los adentros
de la jovial desesperanza que me arroba
la lentitud de tus navíos y tus pechos
genera cauces suaves donde no hay quien roba
de la noche tu silencio. Es el frenesí cual admirarte
una sombra vespertina en el arribo
cual juglar en el ala de quererte
y en el cauce de tus pies que yo derribo.
Púrpura rosa que me congela el arrebato
cual sueño no es andar de mis pisadas
la que alea en sombras murmuradas
el equinoccio de las selvas que recato.
Y los frutos de tu cuerpo en este bosque
como diáfanos lugares donde mi bajel inunda
son porcelana y sombra iracunda
que pretenden beber hasta la última gota de tu toque.
Frenesí que no despierta únicamente,
cual albedrío quizás, pacientemente.
Besando un lago de timbal, pacientemente
cual suspiro sempiterno a la mañana
es joven luz que repara la temprana
aleación que fructifica tu simiente.
Alea el sauce y es quimera cual lucida
sobria estrechez de vago aliento
la que al menear su soplo confundida
ensimisma el llanto y el oro del sustento.
Para ver tus ojos no hay razón alguna
que me separe la virtud ó que resuma
esencias de la flor ó que ninguna
calamidad añore nubes en la pluma.
Para ver tus ojos no es sencilla la manera
de sentir ufana la simiente primavera
que entre sombras no engalana cual undosa
virginidad la virtud celosa.
Para admirar la flor que es culposa a tus deidades
asombra senectud de la ignorancia
cual víspera secreta la abundancia
del escoplo de las aves y azul de las edades…
Cual sombra murmurada incienso pide
el tenebroso eco de la sílaba desnuda
cual sobria nitidez tu lengua acuda
a decidir de la palabra lo que mide…
Oh, dulce amor, tus ojos de centella
alejan en la tarde mi fecunda mirada
y no es que se cautiven los míos a la más bella
si no que se preguntan dónde está mi enamorada....
...Por eso veo esos ojos cautivado por tu sombra
de aquellos párpados que mueven la luz que los asombra
y el sólo frenesí de tu imagen los promueve
a la más bella y distante plata que los mueve...
Oh, como niño en tus brazos la dulzura me envuelve
y en tu manto de mujer la noche cela
tu dominio sobre mí como gacela
que ha encontrado el amor que ella devuelve
Bebé para tí, para tus brazos y tu pecho
si se aletarga la luna de mi abrazo
moriría si me miraras con despecho
Bebé a tus pies, Claudia, eres mi lazo...
Ornamento y desigual orfebrería
destila rimas como ferviente cacería
de tus ojos las llamadas elocuencias
brillan con el desdén de tus sentencias.
Aliadas a tu regazo las banderas
de mi sola nieve entre murmullos
cual tiranos que asombran pedregullos
y las distancias que reclaman a sus eras.
Como canto febril la rima esconde
su mirada en la diadema de dulzura
como canto al jazmín de tu cintura
y el alba ofende la claridad que pende
de tus ojos, para asir la noche endeble
del juglar que en mis manos no es doncella
a rimar en tu mirada a la más bella
claridad, que en tus sombras tiemble.
Como el letargo que murmura rocinante
el fresco rubor la mar entiende
de tu simpleza a murmurar presente
y asir de tu mirada que por ende
la noche oculta en su regazo toda historia
de amor, que como soberano ó como un duende
añora mendigar tus solos besos, donde
el mar recuesta brumas y letargos, tus ojos y la gloria.
Como quimeras no es llano baluarte
esconder de toda gema un océano almendrado
de tu niñez, cual pluma ha viscerado
escoplo de la miel de un cielo a amarte
que sobre alas de cristal la noche enciende
y entre estrellas de cristal la misma bruma
lentos pistilos engarzan la marea, donde
el juglar de tu añoranza el alba consuma.
Como quieras la noche ha encarcelado
la luna de cristal de tu ferviente
nota de cristal que sobre el ala siente
la rústica sal me ha enamorado.
Cual besos solitarios se acentúan en tu vientre
linderos ocasos pierden la marea
del juglar que la suma de su tea
añora el suspirar que enciende, tu silvestre.
Si de a dóciles momentos la mar escandalosa
se asoma en el amar de júbilo templado
el solo del caudal que ha visto al amado
es bruma de cristal sobre el alba de una losa.
Doble canto jovial, efímera princesa
que en el alba desigual la cruda soñolienta
espesura de la sal cual bruma asienta
el bálsamo del dial, numen de cereza.
Y sobre el diáfano telar insomne la marea
de tu ferviente ocaso espuma y deletrea
la savia del cristal que es honda sutileza
al hondo reclinar cual púrpura belleza
de tu cabello que esconde un sol de amantes
donde las sílabas de amor son sigilosas
y en el abismo de tu miel tus ojos sientes
anidar en la marea de mis alas .
de mis ojos puros, a tu boca de magia
y aunque la luna espejada de tu cineraria
escribe con pluma acervada nostalgia,
tu cabeza niña se esconde en mi sueño
y late en mi vientre lacerados sigilos
un horizonte renueva nuestros latidos,
Constancia mía, susurras tu dueño.
Escondes frescuras no vistas al alba
la noche figura tu melancolía
de otoños y versos que han visto la cueva
donde se esconde el Sol de tu mirada de novia.
Abres el desvelo como un ave pequeña
que surge de la sombra de un frutal escondido,
y te empequeñeces en la sed que te adueña
de mis pasos escondo en ti mi semblante rendido.
Ha visto la lluvia tu ventana de agua dormida
como un elocuente jilguero nocturno
donde tu mirada se esconde en un horizonte, perdida
y clausura tu voz el suburbano eco, rosado sino…
Y si en la niebla de tus ojos el agua no pierde
en tus besos el rocío que lleva la tarde
a esconderme en tu pecho y tus latidos, sirena
alude en mis labios tu perfume en la pena!
Tus ojos me tienen prisionero,
en esta vida, en este sueño que no acaba...
Puedes darme la mirada por entero,
pero tus ojos, verlos, yo no lo soñaba...
Será por eso que me tienes firmemente,
y mi corazón sueña enternecido,
como alas que en el vuelo te ha tenido,
tal vez yo sólo sea aire, solamente...
Arremete con el ciego encanto de las olas
la mirada en el mar, sobre la espuma
vigoroso latir la oscuridad de un puma
en el claustro celeste de una noche a solas.
Besa la piel el murmurado encanto,
del azahar en su trémula belleza
pues al zorzal la lluvia en la maleza
acecha la sal en la espuma de mi acento.
Tus ojos sueñan lo que no he visto con la noche
manantial de penumbras y de sueños
ladrón de almas en las alas de pequeños
colores que se esconden en la sombra azabache.
Tu huella de circense arquitectura
es mujer esbelta en lontananza
que se apiada de mis párpados y cura
los longevos brazos en el mar de la esperanza.
Tus ojos son como caudalosas doncellas
que elevan la plata y el perfume de las flores
pues sueña su tacto con tus manos bellas
asir de la noche los vanos resplandores…
De la luna la misma miel olvida
que tu rostro y tu piel en la vertiente
de esta templanza en el agua de la vida
queda, para asirse con letargo, de tu boca luciente.
Esmeralda
Claudica mi armonioso pez de nácar florecido
el estrecho cauce que la sombra añade
su rojo porvenir de las alas que han vencido
mis párpados señas que el amor persuade.
Oro y aroma para mi jardín enamorado
se ha desatado el mar hacia junglas y tinieblas
de esta noche donde se pueden ver las nieblas
asir del alba mi suspiro apasionado.
Negra es la pasión que clausura a mi rosa
como una negra rosa de efímera traición
pero en la sombra añade tu boca decorosa
y hacia la noche oculta late mi corazón.
Ornamento, desigual orfebrería
de aquella sutil mano que igualas
mi amor nace sediento y lo empalagas
noche de augusta sombra frutal, amanecería.
De tu perfume sutil abrigo has decretado
para este hombre gentil, enamorado.
Mirada atenta baña, tus ojos de diadema
los ojos que te buscan, relámpago que quema
y ahuella las distancias, que sopla en las arenas
la luna resplandece, en tu mirada apenas…
Carbunclo de las aves, tus manos que me enseñas
montaña a las estrellas, tu cielo que despeñas
y enseñas el baluarte, de tu mirada apenas
conmigo y una vela, celada tú me cenas…
Y soplan los vientos que arden, con tu mirada a cuestas
y encienden llamaradas, con el mar a tientas
tus ojos no celados, encumbran primaveras
paseo de las flores, por todas las aceras…
Y tu orden me arrebata, con tu mirada a cuestas
la luna me desata, vistiendo las afrentas
de la noche que invade, tus ojos de sirena
ansío hallar la llave que encienda tu diadema…
Pero te quiero en la hora, del lecho tras la cena
ansío el mar que dora, tu brillo que me quema…
Tus ojos en el lento jardín de copla verde
fulguran el aliento de las sombras, la vertiente
de un caballo alado que la noche pierde
entre estrellas de abril, de alba sonriente.
Tacto de tu femenil rosa la sombra que purpura
el aliento de los bosques me asegura
tus pies no pierden la sima que provocan:
alea la noche y es tenue en tu boca, los jazmines que te evocan.
Sombra quiso la noche levantarte
como regazo de luz que oscuras lunas
pierden en el arribo al cantarte
silbidos, coplas alas vientos dunas,
y las estrellas que no se ven en el oriente
de una lágrima bebían suficiente,
pero al alba la dúctil parsimonia del artista
las claras sombras azules luz insista.
Oro no hace preludio de verano,
ni amar tu sombra aquieta mi suspiro
pero en el alba la noche es un zafiro
que ilumina con plata la nieve de tu mano.
Esquiva sin la hora, manantial de dúctil forma
llevas en tu sol la sombra que te adorna
se elevan los aires que en el bosque es alarma;
tu cuidado en la noche es luna tierna.
Grácil la espesura de la noche
cabalga el sueño que arropa mis luces
y como al alba la espuma de su broche
alarga el piélago del mar lleno de peces.
Aquieta ya su forma, alea mi suspiro
la aurora que no sueña más que mi respiro,
y en la sombra que me dejas
puebla la noche de tus cejas.
Al extender mis alas frecuento la osadía
de aquellas rosas que anegan tu cintura,
pues al alba la vana lentitud mía
oscurece el velo que adorna tu hermosura.
Se van mis pasos, y corren, no hay suspiro
a través de las playas y su acierto,
y tú eres la mujer a la que admiro:
entre rosales veo una rosa, bien despierto.
Se acobardan mis pupilas cuando la noche inmensa
pinta todo lo claro con negras parsimonias,
y entre tantos candiles no veo las colonias
de aquella oscuridad que las estrellas venza.
Adorna un astro la lumbre soberana,
y entre declives de pasión mi cuna excede
a pintar las alas que la nieve puede,
de tu boca la ilusión de una rosa no tirana.
Asombra la esbeltez cual lecho en tus pupilas
de la siempre tenaz y desigual constelación
que en la noche desata mi pasión
ver volar tantas estrellas arrebata velas
de un candelabro oscurecido de silencio,
sueños, alba que al encanto cede
de tu largo cabello que concede
lunas, que la plata habla al oro mío.
Tange la murmurada espada el viento receloso
cual espuma vitral, cancel de rastro endeble
por el cielo que separa la virtud que pueble
las alas en el vuelo de tu canto nemoroso.
Sombría y cruel, al ahínco la mirada
de una ufana noche, constelada,
el sigilo de sentir los mismos pasos negros
otrora llantos de mares amargos.
Sueña el sueño el vitral que no ha escondido
la luz del devaneo la mañana
de una cumbre entre la luz, temprana
que arriba el sueño que rebasa lo perdido.
Y en el ala de ese sueño que la luna cela,
duerme mi astro la vela que consuela,
ver nacer de nuevo el alba entre la noche
luz, lento cristal, luz que luche.
Entre tus senos veo la luz que acompasa mis latidos
cuando la sombra en la estrechez de tu simiente
de tus alas el brebaje suficiente
bebe mi vuelo con sobria nitidez de los espacios,
y entre las alas de los vuelos ante el sueño
de volar, tu cuerpo compra un beso
de silencioso oro y luz travieso
que en la boca es un timbal para su dueño.
¿Pude despertar del desvelo de tu mano,
ó tan sólo es la espuma fluorescente
del latir crepuscular de un oro cano?
Beber tu dócil forma entre las sombras no es hazaña
para tomar mis manos entre las tuyas, seña
en este baile recorro las penurias, y es la leña:
-¿Ó el suelo me ata,
ó son tus ojos laureles de plata?
Veraniega respuesta, marfil hueco
de la sólida estival pausa que alude
tu sombrío desigual otoño seco
la vertiente en el amor redunda, acude.
Apacible cuenca el mar vertiginoso la llanura
que separa trémula la voz en la espesura
doblez al alma la copia fiel existe
soberanía alada de tus pies me viste.
Coloquio verdadero y adentro proceloso duda
como pez de caoba la luna no depara besos
asiste ruin destello de tus ojos, ésos
que no hallan al verme crisálidas aluda.
Invertido néctar, ponzoña ensimismada
de tu rostro la distancia encarcelada,
juvenil enseñas al ave no desnuda
enamorada, gentil yo al ave aluda.
Desnudo néctar y pulpa entre mis brazos
como constelado almíbar de mis besos
dóciles cautos, primordiales, sueños
deslumbrado aroma de tus púrpuras remansos.
Entre la sierra y la porcelana de la Luna
atisba un eco que gentil figura
y engalana un mástil que ninguna
vespertina bruma tus ojos no procura.
Entre la escarcha endeble y dúctil de los barros
donde lluvia nace y puebla oxigenada
el aire nieva su púrpura, situada
la dócil seña del primor, pasos de carros.
Versátil tus manos me ofrecen alba y sudan
más que vespertinas nubes, tus ojos nos enseñan
las brumas que situadas al orbe lo preludian
tus pasos en la noche, estrellas se despeñan.
Y en tus ojos a formidables estíos la silueta
del contorno que se asombra y nunca aquieta
preludio del artista alas que nacen
murmurando aromas flor, jardín púrpura hacen...
Y entre las deidades de tu sombra delineadas
cumbres entre lo incierto son figura
de tu sonrisa que apacigua y que murmura
estratos, nubes, cirros, alas, hadas....
Frenético candor la vista puebla
de tu desértica figura que no ostenta
el lúdico arrecife de la niebla,
huella errante la figura que sustenta.
A tus ojos el rocío del juglar música tañe
el sendero de la mística templanza
de los músicos y letras de confianza,
arde en el alba la primera estrella, luz me bañe.
Dosel de augusta reclinada paz celeste
sobre la bruma intrépido y agreste
la luz no acaba, empieza en el poniente
la sombra en tu verano es suficiente.
Frenético candil y nace del poeta
la cuna donde amparas mi silueta,
goce tangible de espacios murmurados
la sombra es caminar lentos amagos.
...Y en el alba veo suspirar la fortaleza
desde tus alas níveas cunde la temprana
añil copla de ave en la maleza
desde tus pasos tu diadema es luz que emana.
Alea la virtud entre la selva murmurada
desde tus pasos jovenes el claustro, la manzana
que virtud mueve mi mano enamorada
ó lenta pluma que desvela sombra vana.
Diamantes exceder el letargo de la pluma
excede noches tu virtud, mi ojo consuma...
Fulgor la sed que invita
¿Aún tienes sed?
Fulgor la sed que invita, el mar, perpetua llama
caracolas del viento a la mañana,
se van, por las orillas, los timbales y las coplas que derrama
orquídeas no se llevan, juventud de la albacea
la nutre la paz y el pan vertiginoso
cual luna no se aquieta entre mi esbozo
noche cauta, azul cosmogonía
no se antela la luna que porfía
ébanos de soledad y ancla silvestre
la luna de cristal hechizo
no diamante
la sombra penetrante
entre tus párpados diadema
del fulgor que sempiterna gracia no licúa
vástagos que enseña, la templanza
de un joven astro que resguarda su luz en la maleza
cual sol y sombra en la tibieza
la luna presagiante
el ala que desierta su joven voz promete
como cáudalo de flor la nave aumenta
su júbilo la ofrenda
del sueño prematuro su júbilo templado aurora sueña
juventud que se despeña
y crece cual sombra el alba tienta
las rosas que concierta
y,
ahora que
llueve
me pintas de la nieve
las negras parsimonias decididas del llanto que separa
la tea de la luna
y
entre brazos
su joven voz promete estrellas ciegas
cual ahínco de las nuevas
y versátiles formas que se amparan en el claustro
y más,
en el bosque,
en la diadema,
del sol
a la orilla de la pena,
lectura al aire libre
océano de aire que suspire
cual lúdico arrecife
los pies de las muchachas
las náyades que explotan su cariño
entre la selvática forma
de mis labios
que silban en el oro de la fiesta vespertina
la rosa que culmina
entre tus manos me fulmina
la sombra femenina, etc.
Tenaz, el vuelo danzante, la figura celeste
a lontananza del eco frío vaivén del vago terciopelo
la luz que añade fulgor a escarlata oeste,
la lumbre del fuego azul fuego robre rojo pelo.
Y en las alas del azul cual víspera del día
tu solo sueño añil boca sería
cual húmedo rosal la vista enseña,
caliginoso verso tu diadema doble se despeña...
Como álamo del viento y pan vertiginoso
azul del cielo la mística agonía nos separa
el vago aliento del fulgor que amara
la víspera del Sol, undoso arribo, celoso
cauce que despierta madrigales,
aliento de los dos, cual efímero resguardo
lunada forma celofán auguro, cardo
el que dóciles formas ha enseñado, manantiales...
Plectro sansón, efímera manzana carcomida, nueces
cual astro cuneiforme la doncella
a peregrina voz la boca de los peces
asombra en el jadeo de la noche vaga estrella...
Y entre centellas soberanas la más dulce,
que se separa de los astros y diademas
anega formas ciertas luce ciertas gemas
de la peña que derrama entre los alces, alce.
Paciente nota que resguarda el terciopelo
de la noche el silencio que me evoca,
el suspiro a la pasión que se desboca
de tu boca, el solo pincel que vago celo.
Y aúna la noche la pasión que se resguarda
en el silencio del abril la nave aguarda
de tus pupilas el radiante beso
que sobre el rojo de la noche augura su cerezo.
Montes al pasar la vista eximia de los astros
penan el tibio andar azules alabastros...
Pero tu boca no ha de besar la noche, vaga estrella
el jazmín, es aún tu flor más bella.
A murmurar un paso dócil legua
descripta forma del juglar de la mañana
asir enagua la sombra noche oscura tregua
el joven despertar la sombra vana.
Jadeo del columpiar la vista procelosa
en el suspiro tieso azar noche virtuosa
escándalo que cede bello prado
del joven despertar la luna, amado...
La vista seña lo que oscurece el lado
luminoso de la tea, fraguada noche oculta
del luminoso astro, que enseña lo deseado:
buscar en tu maleza la amada que se exalta.
Rostro apacible, lunar entre las sombras
virada luz que excede y puebla las llanuras
de un solo mar que tieso resguarda tus premuras:
Horizonte en el lugar que lejos atesoras.
Declive que se enseña para mostrarte apenas
lo murmurado del estío de tus formas
cual noche soberana estrellas seas
en el baluarte de mis noches y mis hormas.
Galanteo de tus pasos tras las hebras
que dejas en el paso de tus cunas
abrevia la distancia lo que acunas
sentir tu piel, mujer, clara celebras.
Captura del mostrador mis ansias y mis noches
como puebla el ocaso el fulgor tus dos doncellas
que se encienden en fuego y azabaches:
las piernas de mi amor, el lecho sellas.
Y enciendes la virtud, eres dormida
cual luna errante arreas consumida
todo el cielo de mis ojos, las estrellas
entre tus senos y las nubes de tus huellas.
Furor que aclama tu letargo ensimismado,
desde la punta de tu ser, tu fuego amado.
Constelación, jacinto, luz azul, tardío
el suelo es de la noche luz amante
desmedido cauce de candil diamante
oro y juventud paciente sol tan frío…
Sobre la tenaz respuesta voladora,
enclave misterioso áurea cuidadora
lejanía que fue más que el poniente:
besar de tus labios la miel es suficiente.
Estoy enamorado de ti cual rosa pura
ó como sentir la espuma del mar entre mis pasos,
como anillo de sal en tu cintura,
sentir la gema del sol tus dulces labios.
Efimero, trato y logro un verso, semiatado
de tu voz y tu sonrisa enamorada
llego hasta la cumbre cuando tu rosado
beso se une en mi boca constelada.
Estoy celado de ti cual rosa abierta
sendero de espuma es tu bravo acierto,
entre mis manos veo el oro y la luz tan cierta
como el cántaro la noche a tu desierto…
Y en esas estrellas que se tejen en tus ojos
lagunas de esplendores, lejanía
pueden azahar dejar despojos
cual nieve de tu flor ¡Oh Luna mía!
Desmedido el cauce, la huella en mi cintura
bajo un mar inmerso, mis manos en la altura.
Decidido el trance, que sobra ensimismado
mis alas en mi voz atañe enamorado.
Decidida sombra, que esparce luna a un hado
esparcida bruma la cuenca, sino helado.
Desvestida huella que ensambla tu motora
crisálida de selva la luna de la Aurora.
Tus manos celan nieve, descubres paz alerta
suspiro que confiere las horas que se apiadan
del mar, de la promesa resguardo que despierta
la luna de la nieve audaz mora no evadan;
la sombra que murmura voz celeste
en el intrínseco mar que pertinente
de las estrellas del alba suficiente
doblegan alas que asombran voz agreste.
Luna no celan tus ojos, dos suspiros
desde la huella que mueve tu pie alado
y asombra el celo murmurado
Aurora tañe lo que empieza en mis respiros.
Cuenca del manantial enamorado
do clama estrella timbal cual vista enseña
las alas de la nieve, perfumado
cual sobria nitidez tu seno aliña.
Y de una hebra de tu pelo me llamaste
para acoger la libertad que te adueñaste.
Deslumbrado atardecer caoba en tu semblante,
repentino cual aroma de nuez en la mañana,
inclina flores la joven huella que engalana
suave virtud que atañe luz danzante.
En figuras, la flor, cual arrebato,
parcela del dolor, inflige sombra,
manantial de sudor del que se asombra
única flor, la rosa que recato.
A no destello fulgor de una manzana
de umbría rispidez cual loca seña
declive del sabor estrella no temprana
cual ávida virtud que se despeña.
Oro y lumbrera desigual orfebrería
de aquella lumbar queda espalda no sería
de aquella mujer que la plata no ceñía
su rostro el manantial de un ave mía.
Lento cristal de un halo que conmueve
la sobria nitidez enclaustra una manzana
de nuevas juventudes tan temprana
como alas del rubor la virtud mueve.
Y en sombras frenesí vista que llueve
la dócil desigual austera pierna
que cavila en el vestido luna tierna
clara, manantial, aurora, nieve...
Anonadado cauce, flor perpetua, golondrina umbría
la flor de la cal la duna lleva
como esperanza de un laurel, renueva
la primada esperanza en un maizal, sombría...
La nieve que no ancla, si no es mía
para pintar de alba tu sonrisa clara,
en el murmullo llanto tu voz sueño adueñara
la luna en celo, crisálida despierta.
Tu voz alea fecundo cual silvestre beso unido
la sombra cual nido de hondo cabo abierto
como la luz que inaugura que despierto,
en el silvestre campo tu caricia ampara.
Soles y llueves en el manto solo un astro
que dispara luces y estelas de lozanas
esgrimas de nacientes flores al cielo cortesanas
en la estrellada noche la luna suelo hallaras.
Tu voz se envuelve quieta
cual verso sutil embarga anillo de marea
navegante amparo la luz de una saeta
milagroso surca el espacio cual aurora silba
un beso desigual copla mimara, llueva
sobre el arado del solar ardiente y frío, pasajero
de las errantes formas y dialécticas constelaciones de selectas
brumas de luciérnagas volando sobre el ala
de la sombra,
igual que la marea
que separa mis ojos
horizontes
que desvelan tus párpados dormidos
como el alba
y cejijuntos
anidan aves
que destellan los crepúsculos
y ciegas
la mirada y el tacto de la espuma
de tu espalda,
cual júbilo de amor
soñada ausencia
tenaz licor
que envuelve
mi desvelo
como un cántaro corrido de la aurora,
naciendo en soles que diáfanos preludian
la bandera
de los sueños realizándose
entre las arenas
de las playas
y las lluvias
que despeñan tu furor
en el declive de los astros,
y rompientes peñascos
que refugian las cigüeñas
y las devuelven a los cielos,
más azules,
más lejos de la costa,
más pronunciado
su silencio
en la espesura
de la selva
trasnochada.
Desnudo aroma que invade noche suave
cual lento murmullo de esperanza contrahecha,
la dulce mirada tuya cual ébano no cabe
en la soledad. Apogeo en mi mitad deshecha
cual ufana juventud el letargo ensimismado
de la rubia diapasón tal el letrado
zigzagueo de la sal, anochecido
cual sediento embiste de la cal que me ha dormido…
Tus piernas son la llave del murmullo del temprano
juvenil eco de pausas amorosas,
que en el légamo de una tarde el artesano
sabe admirar de la lumbre alas sabrosas:
pues el alba sabe admirar el firmamento
del juglar cual soliloquio de una noche
trementina de verano y tu portento
la algarabía de nacer tu miel aceche.
Pies de ruiseñor suave endrinas los adentros
de la jovial desesperanza que me arroba
la lentitud de tus navíos y tus pechos
genera cauces suaves donde no hay quien roba
de la noche tu silencio. Es el frenesí cual admirarte
una sombra vespertina en el arribo
cual juglar en el ala de quererte
y en el cauce de tus pies que yo derribo.
Púrpura rosa que me congela el arrebato
cual sueño no es andar de mis pisadas
la que alea en sombras murmuradas
el equinoccio de las selvas que recato.
Y los frutos de tu cuerpo en este bosque
como diáfanos lugares donde mi bajel inunda
son porcelana y sombra iracunda
que pretenden beber hasta la última gota de tu toque.
Frenesí que no despierta únicamente,
cual albedrío quizás, pacientemente.
Besando un lago de timbal, pacientemente
cual suspiro sempiterno a la mañana
es joven luz que repara la temprana
aleación que fructifica tu simiente.
Alea el sauce y es quimera cual lucida
sobria estrechez de vago aliento
la que al menear su soplo confundida
ensimisma el llanto y el oro del sustento.
Para ver tus ojos no hay razón alguna
que me separe la virtud ó que resuma
esencias de la flor ó que ninguna
calamidad añore nubes en la pluma.
Para ver tus ojos no es sencilla la manera
de sentir ufana la simiente primavera
que entre sombras no engalana cual undosa
virginidad la virtud celosa.
Para admirar la flor que es culposa a tus deidades
asombra senectud de la ignorancia
cual víspera secreta la abundancia
del escoplo de las aves y azul de las edades…
Cual sombra murmurada incienso pide
el tenebroso eco de la sílaba desnuda
cual sobria nitidez tu lengua acuda
a decidir de la palabra lo que mide…
Oh, dulce amor, tus ojos de centella
alejan en la tarde mi fecunda mirada
y no es que se cautiven los míos a la más bella
si no que se preguntan dónde está mi enamorada....
...Por eso veo esos ojos cautivado por tu sombra
de aquellos párpados que mueven la luz que los asombra
y el sólo frenesí de tu imagen los promueve
a la más bella y distante plata que los mueve...
Oh, como niño en tus brazos la dulzura me envuelve
y en tu manto de mujer la noche cela
tu dominio sobre mí como gacela
que ha encontrado el amor que ella devuelve
Bebé para tí, para tus brazos y tu pecho
si se aletarga la luna de mi abrazo
moriría si me miraras con despecho
Bebé a tus pies, Claudia, eres mi lazo...
Ornamento y desigual orfebrería
destila rimas como ferviente cacería
de tus ojos las llamadas elocuencias
brillan con el desdén de tus sentencias.
Aliadas a tu regazo las banderas
de mi sola nieve entre murmullos
cual tiranos que asombran pedregullos
y las distancias que reclaman a sus eras.
Como canto febril la rima esconde
su mirada en la diadema de dulzura
como canto al jazmín de tu cintura
y el alba ofende la claridad que pende
de tus ojos, para asir la noche endeble
del juglar que en mis manos no es doncella
a rimar en tu mirada a la más bella
claridad, que en tus sombras tiemble.
Como el letargo que murmura rocinante
el fresco rubor la mar entiende
de tu simpleza a murmurar presente
y asir de tu mirada que por ende
la noche oculta en su regazo toda historia
de amor, que como soberano ó como un duende
añora mendigar tus solos besos, donde
el mar recuesta brumas y letargos, tus ojos y la gloria.
Como quimeras no es llano baluarte
esconder de toda gema un océano almendrado
de tu niñez, cual pluma ha viscerado
escoplo de la miel de un cielo a amarte
que sobre alas de cristal la noche enciende
y entre estrellas de cristal la misma bruma
lentos pistilos engarzan la marea, donde
el juglar de tu añoranza el alba consuma.
Como quieras la noche ha encarcelado
la luna de cristal de tu ferviente
nota de cristal que sobre el ala siente
la rústica sal me ha enamorado.
Cual besos solitarios se acentúan en tu vientre
linderos ocasos pierden la marea
del juglar que la suma de su tea
añora el suspirar que enciende, tu silvestre.
Si de a dóciles momentos la mar escandalosa
se asoma en el amar de júbilo templado
el solo del caudal que ha visto al amado
es bruma de cristal sobre el alba de una losa.
Doble canto jovial, efímera princesa
que en el alba desigual la cruda soñolienta
espesura de la sal cual bruma asienta
el bálsamo del dial, numen de cereza.
Y sobre el diáfano telar insomne la marea
de tu ferviente ocaso espuma y deletrea
la savia del cristal que es honda sutileza
al hondo reclinar cual púrpura belleza
de tu cabello que esconde un sol de amantes
donde las sílabas de amor son sigilosas
y en el abismo de tu miel tus ojos sientes
anidar en la marea de mis alas .
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