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por Presto, gallarda se va de la cornisa
a su sombra verbaliza, admitiendo el paraíso
risa que procura la mañana, y en la prisa
del dormir desvelándole la calma, guiño al rizo
de los álabes del sueño a la mañana,
su tenor blanco en la púrpura marea
ufana bien la tea cual preludio de temprana
asíndota que resguarda el sortilegio, cuando vea
La voluntad temprana de su cuna en albacea
de su nombre cual gallarda epifanía
la laguna, que en sobre el amanecer pelea
con rasgos perentorios y sofrenando cercanía
de la bóveda a aquél día, la llave de su estrato
parábola sueña sueño sueña aljibe beato
en la gloria de la luna su nieve y yo pernocto
a la orilla del sueño, y del aciago acto
De confiar en su diadema, la calma de esa gema
que alcanza la mirada de la luna y es de ella
el carmín de sus labios que sonrojan bella
algarabía de los cedros tras sus manos, quema
las guirnaldas y las piñas en su sello
la mirada de nocturnos arreboles,
cual más pacientes soles
no nombrando su cabello
Y en el púrpura destello de la noche
se esculpe su diáfana virtud encarcelando
su voz en el preludio de las aves
que cantan en la sombra la cautela de su broche
y se imparte melodía
con tres soles al día
la vertiente del ocaso somnoliento
cual perfume, que agracia la destreza de su aliento...
Cual sombra murmurada,
en su joven rasgo y matiz, inmaculada
como asombra la mirada
en su huella serpentina
de sentir la ligereza aviesa de mi amada
cual rosa bien templada, trementina
que en su gallarda arquitectura
pequeña, enlaza bien la cura
A mis males no sostengo, yo no asedio
a su boca el parecer de su preludio.
a su sombra verbaliza, admitiendo el paraíso
risa que procura la mañana, y en la prisa
del dormir desvelándole la calma, guiño al rizo
de los álabes del sueño a la mañana,
su tenor blanco en la púrpura marea
ufana bien la tea cual preludio de temprana
asíndota que resguarda el sortilegio, cuando vea
La voluntad temprana de su cuna en albacea
de su nombre cual gallarda epifanía
la laguna, que en sobre el amanecer pelea
con rasgos perentorios y sofrenando cercanía
de la bóveda a aquél día, la llave de su estrato
parábola sueña sueño sueña aljibe beato
en la gloria de la luna su nieve y yo pernocto
a la orilla del sueño, y del aciago acto
De confiar en su diadema, la calma de esa gema
que alcanza la mirada de la luna y es de ella
el carmín de sus labios que sonrojan bella
algarabía de los cedros tras sus manos, quema
las guirnaldas y las piñas en su sello
la mirada de nocturnos arreboles,
cual más pacientes soles
no nombrando su cabello
Y en el púrpura destello de la noche
se esculpe su diáfana virtud encarcelando
su voz en el preludio de las aves
que cantan en la sombra la cautela de su broche
y se imparte melodía
con tres soles al día
la vertiente del ocaso somnoliento
cual perfume, que agracia la destreza de su aliento...
Cual sombra murmurada,
en su joven rasgo y matiz, inmaculada
como asombra la mirada
en su huella serpentina
de sentir la ligereza aviesa de mi amada
cual rosa bien templada, trementina
que en su gallarda arquitectura
pequeña, enlaza bien la cura
A mis males no sostengo, yo no asedio
a su boca el parecer de su preludio.
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