Rosal al alba,
Paloma blanca
(Cántaro de Luna)
Sonetos
Alejandro Rodrigo Flagel
Sonetos
Sonnets
Inclemente el tiempo aletargaba
su sonrisa tras los cristales.
La sombra que murmuraba
tu nombre en los manantiales.
La lluvia. Sí, la lluvia perdía
el horizonte en las huellas,
eres como perfumada fruta que ría
las fauces de las más bellas.
O como licor de asombro
tu mano sobre mi hombro
late el viento del verano,
la ausencia sobre tu mano,
y en rotundos ardores
tu mano me respondía:
eran frescos los licores
que mi amado padecía,
Un poco de romanticismo en la vereda
la lluvia besa la greda
del suspiro del verano,
tus labios sobre mi mano
como luna llena
encienden la aurora templada
y vuela mi ausente pena
en los brazos de mi enamorada!
Nombrarte fue a veces una proeza
para atinar las palabras orientales
pero tu corazón era una belleza
que no vi comparaciones tales
He visto de la luna la blancura
y del lirio su oído contra el viento
Pero nunca he sentido tal locura
sentir de ti la hermosa música que siento...
Dejar que si tu boca hable pudieras
una palabra bastaría
un sonido a mis oídos tú me dieras
robar mi corazón, yo dejaría.
Mas el eclipse de la luna hable
para saciar tus elocuencias de paloma
una antorcha, tu ánimo noble
haría mi porvenir un sol que asoma.
Un juglar del verso solitario
en qué me has convertido!
Silencio del mar y dromedario
un racimo que la luna ha vertido
Pero en el alba campanas he visto doblegar
para sonar aterciopeladas campanadas
tus pasos en el alba han de llegar
para las músicas sentir apresuradas.
Pero si del tiempo me he olvidado,
el anzuelo me he clavado,
una "G" me han encomendado
para anclar un soneto musical.
Era lágrima de cristal
la música que me han dado,
Pero he visto del pasado
una sombra que no he olvidado.
Mas tuve piedras sencillas
que eran llenas de espuma,
sumergidas en la bruma
entre mis manos eran arcilla.
Decían: " tu nombre en la villa
de mi calma, eran su feliz recuerdo".
Su voz me llamaba en la trilla,
era una rubia melodía, que aún me acuerdo.
Sueño, despertar en el alba
tus labios son en madrugada
una fuente de agua que me salva,
ligera estrella donde mora tu morada.
En este despertar de tibias flores
el alba conjuga los dolores,
tus ojos son los sellos
que atan la luz de tus cabellos…
Si del murmullo de tu voz, así
la noche se distancia de mi cuerpo
tu boca rojo carmesí
se vuelve a la mirada de la luna que palpo
con mis ojos enamorados de tu boca
pues la luna derrama en las estrellas
la ausencia que sostiene mi mano que toca
tu semblante y tu voz, emblema de las bellas...
Bate el viento su corona celeste
por el paisaje otoñal de tu simpleza.
He visto dorsales cubiertas del agreste
paisaje del rocío. Pero en ti la ligereza
de la bóveda del tiempo, inexorable
conjuga el mar incipiente de la tarde;
Mas por el amor la lágrima es amable,
tiñendo la primavera que arde...
Allow if your mouth may speak
a word would suffice
a sound to my ears you gave me
steal over me my heart, I would leave.
But the eclipse of the moon speaks
to satiate your pigeon eloquences
a torch, your noble spirit
would my future a sun that loomed.
Bate wind her crown celestial
landscape by autumn of your simplicity.
I have seen backends covered the rustic
landscape of spray. But in you the nimbleness
of the vault of time, inexorable
combines the sea emerging in the afternoon;
But by love the tears are nice,
dyeing spring which burns...
Tan de lejos descubrí tus ojos,
dos teas de fulgor brillante;
y en su mirar resarcí mis despojos.
Eres como el agua, que aclara lo distante.
Hermosa, y conservas tu hermosura
en el rocío de tu alma, con holgura,
como flor que su polen retiene
y alimenta mi alma, no detiene.
So from afar I discovered your eyes,
two firewood for who bright,
and in its look I repaid my offal.
You are as water, which clarifies what distant.
Beautiful, and preserves your beauty
in the dew of your soul, with looseness,
as flower that his pollen retained
and feeds my soul, does not detain.
Me encanta estar descalzo en la arena
ver mi alma de impaciencia llena,
sentir tu ansia de furor serena,
latir en mis brazos sin tu pena.
Eres como flor que en el ocaso se derrumba,
como el mar en una orilla
tu mano es en mi mano maravilla,
y a mis oídos en tu cabello el viento zumba.
Letanía de zorzal bajo la lluvia,
sentir el caramelo de tu rubia
cabellera de cristales soleados.
Sobre tus hombros el crepúsculo se vierte
como una sílaba del mar de los amados.
En la palma de tu mano, aún sin verte,
exhuma de mi amor caricia alada.
Albahacas y rosales son las coronas de mi amada.
Como el mar taciturno en mi presencia
huye del oeste y en la bruma
las múltiples gaviotas hacen la ausencia
que en el verano son el viento y una pluma.
Blanca, como la música del ave
que en la impronta del viento en la arena
son las alas de tu mano suave.
Olas, que estrellan caracoles en mi pena.
Desde tu sombra he visto madrigales
vaciar las elocuencias de lunares,
horas que en el júbilo del alba, en pedregales
oran sauces y esgrimas a los mares.
Son campanas en el alba los cantares
de música y palomas, derramadas
como el viento en el silencio y sus andares
derrama en la flor tus poesías coronadas…
Desde la nieve he visto los lunares
que en su copia el tibio firmamento
esgrime andares
en su soplo de lejana ceremonia; lamento
el esguince de tu voz, como plomada,
arribar en el anzuelo de tu amada…
No deben ser espigas las palabras
que vuelven espinas a las obras…
Sólo derrama tu voz, tu música, tu alma
no se imparte el rocío sin el agua
debes retener el polen con la calma:
son las flores la constancia que no mengua.
Sin el alba, ¿Qué sería del lozano día?
En tempestad, nublado ó soleado,
sin la femenina voz, que tu ansia no pedía
¿cómo llegarían las flores al amado?
Retiene del coraje su simiente,
enclava la pasión a las alas de la Vida,
nacen de tu son alas con sirviente,
son amores que levantan la caída.
Y no dejes de batir aún por el cielo
tus alas con serenas coplas de sustento;
eres algarabía, un tibio nacimiento,
¡De tus alas la mujer ancla su pelo!
Brilla el mar, nace la tarde
su joven arrebato de inocencia.
Vuelta en el mar, tu voz me arde
como una copla de silencio en la ausencia.
No es tu voz, es sólo el viento,
la pasión que me devuelve a las alturas.
Arriba a mis manos el crepúsculo que siento.
Tu voz brilla en el mar. Más allá de las pasturas.
Son alas de joven cauce lento
el latir en el crepúsculo que siento.
Nacen de tus alas las menguadas
copias que las lágrimas amadas
roban su latir en la pasión del enamoramiento.
Sólo tu voz registra la primura
del aliento de tu son, como un aliento
que en la nave de tu amor llama a la aurora.
Más sólo eres tú ¿Cómo decirte?
No eres de tu voz la primavera.
No. Aún no. Eres el irte
por los sauces de tu voz que reverbera.
Pero un águila templada de la aurora
en Primavera lustró su sepultura.
Era la sombra de su sombra en una rama.
Su joven voz despertó al que te ama.
Si del verano he visto suspirar
la ausencia de tu melancolía,
dime: ¿Has visto tú el altar
donde el florero con agua que pedía
tu flor, en el copioso monumento,
donde el aljibe de tu voz se separaba
del viento, enamoraba su argumento?
De tu morada, el sol bajo las rosas me llamaba.
¿Quién ha sido que ha visto mi plumaje
desnudo por las verdes arboledas?
No he distinguido su rostro en madrugadas,
pero supe que era él, tras el ramaje
de plantas una sombra
que ha visto el día
con su mirada dulce, y en penumbra
ha distinguido al alba cuando me perdía.
La cuna de la brisa es el sentido
que en la luz apiada su mirada,
yazgo sin voz, eclipse sin sonido,
cuando la música despierta tu morada.
Es el desvelo permanente de los días
el que en tu rostro enjuaga tu secreto,
besas el suspiro que navega en melodías,
aún despierto, enlazando el aire quieto.
Rubias eran las horas
el oro, el alba sobre la aurora
tu llama era el instante en el que doras
la sábana de luz, la ventana que desdora.
El disco de plata reluciente,
era la bóveda del mar, ancla silvestre.
Tus manos se vestían en el oriente.
Tu cabello era la sal, la hora de mi vientre.
El alba fue la aurora,
la pálida luz, fue oro en tus labios;
naciste de mi voz, el sol era el oriente.
La palabra de tus labios fue la hora
el Sol acunó todos los cambios,
tu mirada era un crepúsculo sonriente.
Es el sonido, que en el mar el cauce ría
tu voz en la templanza de los días,
el sauce quieto, tus alas, tu alegría
la savia de tu bosque, el cristal en que bebías.
Todo yace en tu bosque en la quietud
de la brisa de tus ojos, tu mirada,
la música es silencio, plenitud,
tu cabello incuba la víspera del sol sobre mi almohada.
El nuestro firmamento de coplas azules
queda como vacías las flores.
Tan azules como el rostro quedan tules
cuando el mar al mar llega en amores.
Serán pronunciados paraísos
ó lejanos atavíos que se acercan:
Tu mano es rocío de enamorados
sobre el aljibe de los patios que lo cercan.
Mas la luna de su altar gimió la hora
como esperanza en el mar desdora.
Pero tus alas pronunciaban paraísos,
no era el mar, era tu voz sobre mis pasos.
Dejar que si tu boca hable pudieras
una palabra bastaría
un sonido a mis oídos tú me dieras
robar mi corazón, yo dejaría.
Mas la rosa de tu corazón
se me perfuma, para saciar mis ansias de una rosa,
un gemido, tu música, beato diapasón
daría al corazón de su latir, enamorada cosa.
Dejar que si tu boca hable pudieras
una palabra bastaría
un sonido a mis oídos tú me dieras
robar mi corazón, yo dejaría.
Mas la rosa de tu corazón
se me perfuma, para saciar mi sed de una rosa,
un gemido, tu música, beato diapasón
daría al corazón de su latir, enamorada cosa.
Tan lejos la hora de tus ojos dulces
se separaban del viento los aromas
del que tu piel todo toma cuanto alces
para vestir la flor de lo que tomas
Eres vaga flor, suave primavera
lozana fusión que todo lo atempera
eres madrigal, otoño y tu mirada
sórdida pasión en los brazos de la amada!
De los frescos vegetales
sobran tibios ojos de conejo,
miradas que se esparcen como espejo
lenta crisálida como romances tales.
Lady Tottington copia su creatura,
del furor del conejo de sus alas,
dos orejas que Gromit con soltura
cuida a la altura de su Wallace…
Como supe del viento del verano
hallar su creído ladronzuelo,
alas en tu voz eran lozano
corazón que añade fulgor al cielo.
Desde la nieve el río caudaloso
se vierte en la espuma transparente;
muerde el muérdago tu voz, y yo gozoso
desde la nieve te veo diligente.
Atrapas en el brío del invierno
tu rotundo verano en la diadema,
para sentir en el silencio el tierno
corazón que me separa de tu gema.
Pero en el invierno, supe que es invierno
y el verano todavía no atempera,
mas seguro por seguro yo discierno:
de la nieve vendrá la Primavera.
Amor por amor no es nada extraño,
amando no causas ningún daño.
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