Dulce la memoria advierte el paraíso
de una dulce canción, de madrugada
pues el arribo, a los ojos, preciso
para atar el laurel de tu mirada...
Ojos a los ojos, luz me ata
luna al cielo, y a la amada
…Son tus ojos laureles de plata?
Lazos de cielo, luz resguardada...
Like a rose invite the night
your eyes receive the old light
of a candle that your face
convert the fire laze
but I might, sufer your bright
and reborn the candle of the night
...and in your eyes
the shadow lights will lays
El cielo, para contemplar la madrugada
ha de ser como tu sonrisa
volar al margen de la prisa
esconder la llamarada
Del cielo, como tu sonrisa
se vestía mi resguardo
y aún en el letargo de la brisa
mi soñar se volvió a lo que yo aguardo...
Vuelo de palomas diluidas en la noche
se pierden en el arrebato de blancura
el soñar disgrega tu cintura
se abate el blanco mar, soñar albura
y en el lecho de procaz sentir anhelo
de un sordo vivir bajo pañuelo
de volar hacia la tarde en mi memoria
y encontrar tu sonrisa en mi historia...
Fly! In middle of my heart the clouds
burning of water my feel upon my head
I swear that in your lips, your mouth
receive from me the sky that celebred
And in my hand, the ocean of your tears
climb another tower to my face
Oh! Is the most beauty of disgrace
shall call bird, the flower take your hair
Princesa es tu loca luminosa cabellera
que en la bruma de la noche contagia a las estrellas
pues un racimo de ellas
esconde en la acera
tu longitud primera, de suaves noches bellas.
Para asir tu cabello es necesario la blancura
de un oro de la luna encomendada
que en un halo de sol en tu cintura
perfuma la noche de jazmines, iluminada.
Para vestir el océano de mieles
es necesario reencontrar el oro
que en la suma de tus lauros, los bajeles
hacen mieses en los campos del desdoro.
Llama y noche, puebla el horizonte
que en los claustros de tus ojos
hallan el sabor de madurez del monte
para vestir de las estrellas sus alojos.
Para mirar tus ojos lo soleado es necesario
pues al amar luz de día la oscuridad me ha templado
y en mis párpados las lunas no hay horario
como al amar de tus noches cielo helado
Pero cubren tus pupilas el azabache misterioso
que a mis ojos y a la luna ha desvelado
y tus ojos y el día luminoso
que contemplan un hombre enamorado...
When I see the moon cloud in your hair
between your eyes in night or bird
I must indeed call to my heared
like ocean in your mirror eyes, near
For even sun look like my head
in the cloud of the ocean in your skin
my lips again will be kiss the bread
that your mouth climb to me makin'
Sumas da la hermosura del Verano,
que se pierde en el silencio su cosmogonía,
pues el alba llorará junto a tu mano
la misma pasión que antes era mía.
Ojos del silencio, claustro de verano,
inunda el mar su camino sinuoso
y en esos pasos declarará el artesano,
el intenso, tu sabor, brillo lustroso.
Me dirá mi pasión que antes era lejos
la campana del sabor de mi memoria
que en las hojas de menta yace espejos
de color, para perfumar la gloria.
Y si se abate el sauce del verano,
donde de antes de saber su enredadera,
copia jazmines en tu voz primera
y hace en los cielos un cantar lozano.
Puede resarcir la que antes era bruma
de tu contorno, latir, no enamorada,
en la jaula de mi verso, apresurada,
sentir el cielo, sin que antes se consuma.
Podría presagiar la enredadera
de tu caminar por el lento vaho celeste
la mirada de la primavera
entre los árboles, tus manos, y el agreste.
Pudiera resarcir, ociosa musa,
por el lento caminar de tu verano,
ampliar tus ojos de primavera intrusa
atisbar el dominio soberano.
Entre tus alas aves placen, justamente,
y mis manos doler ya no podrían,
de ellas tu sabor, tan dócilmente
se esconde donde tus labios dormirían.
Lajistremia es una flor que marca mi destino,
como en medio del camino
en tres colores me pronuncia
como al alba, ella me anuncia
la palabra de mi amor,
que convidado al licor
de su dulce primavera
la que es del sueño ligera
y rosa su estrado perpetuo
llamas en llamas melifluo
estigma del corazón abierto
se asemeja a su versión roja
cuando se prepara su paradoja,
acercarme en el camino
para verme en el destino
unas alas sobrevino
desde la azul melancolía,
destino del alma no pía,
del silencio al silencio yerto;
mis alas en sus alas no han muerto,
y los rostros en madrugadas
pueden pañuelos de vuelos
asentir que son comulgadas
pasiones de los desvelos,
pero con todo, mi amor, aún te sueño
aunque mi corazón sin tí sea pequeño!
(Ausencia de Verano)
Para vestir tu cabello de añoranza,
es claro asentir de que sin duda
aquella, tu voz, dame esperanza
entre los labios de tu pasión, silueta cruda.
Luces del sol entre carmines,
voces del sol, perlas, jardines
Los ala el tiempo blanco de jazmines
para tañir tu son, fresco, redimes.
Tu mano de sol entre la púrpura nevada
oleaje sin destino, consumada,
perpleja voz que sin sombra no alea
tu juventud que mis alas no cimbrea.
Nieva, y es prolífica substancia
la que aquella dulzura no abastece
como al hombre, el hombre la constancia
su suelo vuela, y púrpura amanece.
Evoca tu sueño de clara discordancia
tu voz de diamante, de efímera substancia,
Sirena: tú plateas la sólida armadura
de un mar vertiginoso, en tus escamas, pura.
Por eso se viste del ocaso tu princesa
preciosa y tersa como témpano de hielo,
y acompaso tu elegancia como tu belleza,
asir de tu cabello la espuma en tu pañuelo.
Oro no yace el cimiento del verano
donde añade fulgor la estrepitosa ironía,
ver, en las estrellas el solaz del artesano
y cantar, a las lumbres, la dulce melodía…
Puede el verso resarcir que es presurosa
la nívea pasión que aclara lo distante,
y en el júbilo de amor un oro no diamante
redime un claro en el alba, sino rosa.
Un aljibe de sueño, patio deslumbrado
manantial de asombro, vuelo anonadado
de tus cabellos, en el viento perfumado
locos intentos de un cielo estrellado…
Probar de la silueta de la luna, tu boca de ciruela
ó de las rosas de la noche el rocío del perfume
para probar de tu sombra, los labios en la tela
de aquel amor que cauto se revela, una rosa exhume.
Vientre de parsimonia, estéril lontananza
cabellos de mundo dócil, de palabra de asombro,
tu rota flagrante ala consumida danza
en vértices y campanas mi deslumbrado hombro.
Pero al tañir, el verbo se hace noche
estrellas y un claro resplandor,
luna en celo, y un cielo azabache
palabras y tu boca alejando el dolor.
Desnuda puede tu mano la albacea
en el brillo de tu rostro desmedido
copiar una sombra junto a tea
y delumbrar la palabra del olvido.
Porque sombras entre sombras no han sabido,
de la noche la infancia olvidar,
puede tu rostro en rosas, decidido
tus ojos, en las mellas del libro, enamorar.
Sin tu mano tu pliegue es la hermosura,
cavila entre la sombra de tu cuerpo,
desistir un solo instante tu dulzura
entre tus muslos y vientre me descuerpo.
Tus manos en tu boca dormirían las palabras,
sentir tus pies como regazo de raíz
anhelar el amor que me celebras
desnudarte cielo, en la tierra ser feliz.
Ausente de la doble oscuridad
máscara en el atavío de la noche,
incesante pliegue de desdoblada sombra
aquieta las palabras de la luna
y en tus besos la rosa se incorpora.
Pace un instante tu quietud
y estelares cantos de sílabas dormidas
junto a ti anhelan la sonrisa.
Atar del doble canto la desdoblada espada
de la sombra aquietar su figura desmedida,
hincar junto a tu vuelo la palabra dolorida
que se mecen en los astros, luz helada…
Y si la niebla llora una cúspide motora
de un advertir entre los ojos de la aurora,
clava su dulce voz en la mazmorra de la noche,
descubre el sueño, presagia su derroche.
Dormir sin el constante abrazo de la noche
descalzo huir por las pisadas del desvelo,
arrendar viento en el sueño de azabache
admirar sin el desgano la luz del terciopelo…
Porque vivir oscuro con antifaz dorado
puede palabras desmedir la esbeltez de tu sombra
ó hincar la mente en la dulzura de un prado
de aquella medianoche donde tu boca asombra…
Puede náufrago la esbeltez de tus pupilas
dulcificar sin el arriendo de la suerte
de aquellas horas consumidas donde enfilas
las horas de los pasos, la música de verte…
Y en las sonatas de la nieve
donde las alas del amor se atreve,
gozan instantes de oscura sombra, fauce,
que para amar mi amor puebla mi cauce.
Nieva el instante en el que doras
la palabra del amor tan consumida
por el alba y la sonrisa fementida
de un sendero de paz, que nunca añoras.
Hasta la joven voz del alba seca
donde la rosa esculpe su morada
horada el viento y cunde la maleza; soñada,
la joven voz de una tierra reseca.
Hasta latir la promesa del verano,
en tu pañuelo sin la prisa de los vientos
cauce y sendero, en las manos tu argumento
noche y esbeltez de pluma y artesano.
Gota de mi amor es la albacea que en invierno
sube por los efímeros rastros de una rama,
para asir la joven voz de rosa en alas
púrpura y noche, sueño de miradas.
Amanece, rosa alba, alba rosa
en tu miel el oro se separa
de una lágrima que el alba quejumbrosa
repara en tu semblante cuando amara.
Oro tañe la dorada pluma inquieta
que en el alba se separa de una rosa
pues el cielo azul no alcanza la veta
de tus pasos, cuando el vuelo los roza.
De tu manantial el vuelo leve
se circunda bajo el ala de tus fauces,
oro y lluvia reparan el relieve
de ojos tan bellos como flores enlaces.
Tus pupilas aún me contienen en la noche
destilando mi humor de claustro enamorado
para rendir cuentas mis alas ensanche:
volar como el fulgor de tu cabello bienamado.
La rosa decora a la rosa
con la memoria del crepúsculo
y aunque la fiesta fogosa
invite dos rosas sobre el humus del suelo,
brillan los púrpuras frondosos,
caleidoscopio de amor de mi mirada,
y aunque la nieve los abata, nemorosos
como fiesta de un color, queda perpetuada.
Queda sorbo de agua perfumada,
como rastro de licor, endulzando el paraíso,
pero las sobras de tu amor en la noche helada
advienen el calor de tu poeta indeciso:
Calor, ó frío, para sentirte perfumada?
Grácil la palma de la noche helada?
Asombra mi hado penitente
pues la huella de tu flor es flor sonriente.
Para amarte es necesario dos blancuras:
una de nieve para declarar pureza
que en las cumbres la flor besa,
por el contrario pelícanos de ríos atesoras
blancos como cabañas de nube etérea
y asir tu semblante bajo el beso de unos labios
que declararán pureza en la Rosa aérea
al alba procuran besos tibios.
Puedes darme sin el beso del verano
un unicornio de cristal enamorado
y en el canto del zorzal un artesano
pulirá la esencia de su rostro bienamado.
Para levantar en vuelo de cristal naturaleza
nubes en la noche inmaculada del telón nos abrirían
todas las estrellas y los astros, la maleza
que en el hielo del equino sus ojos mostrarían.
Para conseguir en tu cara el asombro en noche etérea
cambiarán los soles por la noche aérea.
Ojos de tu cristal envuelven la blancura,
de un horizonte madrigal de mi constancia
porque una campana de hielo nace en abundancia
el fresco latir de mi trémulo bajel de frescura…
Eres como el bien de mi figura
cuando se lamenta el toro por la noche
pues al alba la luna es un derroche
y la sombra fugaz triste soltura.
Amaga el eco que flamea en el desierto
tu nombre es bello, arremeten las palomas,
como un constante atavío en el que tomas
alas y tu voz, tu semblante se hace cierto.
Puedo amarte aunque más que yo despierto,
la noche sinuosa canta en el olvido
las plegarias que te pido
para descubrir un horizonte descubierto.
Para diferenciar del eco del Verano,
como canto del mar, dulce canoa,
silba el perfume de tu escasa loa
la dulce esbeltez que provoca tu artesano.
Invierno sin el alba
noche sin verano
dulcificar es anhelo que tu sustancia daba
fuerte es la oscuridad de tu estrellada mano.
Dulce la melisa que en socorro infunde
la tea del sabor de tu mirada
pues donde lleva las estrellas lleva atada
el oro y el carmín que ahora funde
...Y si en la niebla me llaman las campanas
de aquellas praderas donde el hombre sabe
distinguir de la noche las verdanas
puede el eco suspirar y que no acabe...
De sentir dos estrellas estoy lejos
Pero solo me cautivo con espejos.
Desacierto la fortaleza de la noche
en plena obscuridad, adormecida
de un eco de silencio que en la huida
de tus ojos dejaron una luz azabache
Era como acariciar el desvelo tierno de mi alma
que en la noche se parece a la clausura
por tus ojos y tus labios que en la cura
de mi amor se parecen a mi calma...
Pueden vestirse tus ojos de celados reflejos
donde el telón de la luna escoge dos lagunas,
y aunque en la noche, tu rostro de mí lejos
no bastará la sombra de nuestros labios, lo que aúnas.
Escoge dos estrellas del abrazo de la sombra
donde el firmamento conmueve lo que llama luz
pues en tus besos tu estrella me alumbra
y tus manos blancas iluminan mi cruz.
Inúndame si tu piel es la amargura
de una rosa cual mide sus espinas
causando las heridas que destinas
en el corazón que te ama con locura.
El agua comenzará el flote de tu sueño,
desvestir el verano que añorabas,
quizás, pero en los labios de tu dueño
el último aire será que me besabas.
Para vestir la inundación de mi riqueza,
en oro separados los aromas,
del ocaso que perdura cuando amas
la ilustración puede más que mi destreza.
Y es una rosa cual lirio enamorara
de tus labios, la manzana se adueñara
pues es fecunda la dote que mesura
tus ojos bellos, en el claustro, tu cintura.
Para brillar con el conjunto de la tarde
han de vestir claros los aromas,
pues es longevo en la mirada lo que tomas
lo que aúna en la flor de lo que arde.
Y si tus besos imprimen mi mejilla
por estos valles donde el cielo los buscara,
añora el bucle tu cabello cual sencilla
versificación de un hada que me amara.
Besos y juventud pueden albacea
elucubrar de mis gemidos versos cual esposa
de mis sauces en los bosques que desea
alentar en mis fauces loca cosa.
Pues es el alba convertida en la juventud de la mañana
lo que imprime el atardecer añorando tu sonrisa,
ya tu voz es diáfana, luce cual temprana
rosa que ilumina en noches la flor de la cornisa.
Locamente cargado de sueños imborrables,
enero yace como abrigo de pasiones.
Puede el alba soñar alas amables
y los cierzos de tu andar en el viento, las canciones.
Tus ojos sueñan que el verano nos desvela
la ausencia entre las aguas me atormenta,
canta tu voz, y en los astros, lunar la noche es tela
campo de un horizonte en mi mirada atenta.
Sentir en las alas de tu pecho
los pétalos cual labios de una rosa,
al abrigo de tus manos mi derecho
es elogiar tus cabellos con mi mirada azarosa,
pues ágiles encantos de vuelos en los nidos
se refugian en tus labios, me sueñan los motivos
de darte una azalea de colores conocidos
para pintar tu mirada soñando mis arribos.
De la sombra presagiar triste la albacea
cuando siento de la voz la noche apresurada,
hallas la bruma junto a la holgazana tea
fingir dos espasmos de suspiro enamorada.
Tan en la nieve su suspiro es fortaleza
que junto al declive de tu manto presuroso
es copia fiel del abrigo de realeza,
marca mi presagio con buril undoso.
De la voz suspirar puede la maleza,
que en su júbilo sin gracia me perfuma
y ora tanto el jazmín toda belleza
para asir la mirada de un monte que se esfuma.
Abre la lozanía de un juglar descubierto
para cantarle a la belleza del otoño,
y en el altar de una mejilla tu retoño:
son pasajeros tus cabellos, cielo cierto.
Es sutil que la humareda boquiabierta
deje sus luces de orilla destemplada,
pues al alba, los troncos, adueñada
del oscuro diapasón de tu cubierta
resarce ecos en el sinfín de tu cintura,
bañada en el Vergel tus alas lentas,
por eso se prohíbe mi soltura:
no puedo asir tu vuelo a tientas.
Sin la humareda de éste bosque el soliloquio
de la vertiginosa estirpe del Verano,
horada el mar y el abismo soberano
con la mirada y el albor de un triste obsequio;
mas luminoso fuera, si quedara
de mi hombro el constante abrigo me quemara
la sombra de mi sombra en sombras vana
sería una vertiente negra, oscura y sana.
De tu mano levantar puede en el alba
la sombra inquieta de tu Paz, junto a tus ojos
y la rosa que abrigas en mi cien no luce abrojos
tus cabellos con los míos, confundida selva.
Desde el bosque es espejo tu mirada
verde en el llano, árboles y risas
tus alas nieva, como las sonrisas
de tu cintura me despiertas, juventud enamorada.
Sombras en las sombras, tempestad y lluvia,
entre el recorrido mi carrera de florida mañana,
rocío entre las sombras, quietud y aún diluvia
gózame un instante oscuridad temprana.
Cimbras un ocaso de llamada fluorescente
tus ojos dos lunas reverberando asombras
oscuridad, junto a los lagos, el presente,
tus ojos ciegan, claridades entre sombras.
Acompaño mi soledad, perdido en la frescura
junto a mí, mi mate y mis ojos descansados
nieve en el alma y alba entre mis brazos,
un mate más, y el delirio de no verte.
En esta Pascua, Él ha resucitado
y en la mirada del alba la memoria
de querer, aunque la bruma, de mi sola presencia
mi alma oye los pasos de Jesús
yo quiero encontrarlo.
Te esperaré, quizás no te vea
hasta Su llegada,
ó tal vez cuando yo,
si voy al Cielo,
Pero en el alba aún recuerdo tu mirada,
ella acompaña mis mates
y la madrugada se fecunda y florece
con este cauce y río adorador del Cielo,
Cómo te extraño; mi alma en el desvelo.
Y mi sombra final a los pies de una escalera
que espero sirva para alcanzar a Dios
ó me devuelva a tus ojos.
Y a tu nieve de alba.
Florencia: ¡Te amo!
Para vestir el alba, tu rosa, he de admirar el viento,
presagiando la brisa de tus pies descalzos
convidando el aroma de un mar sediento
y una distancia y cuello soberano.
Recurro a la rosa, al jazmín a otros poetas
la luna desviste la lluvia en rocío de plata,
y se imparte mi búsqueda como paloma en el viento
desata tu sed de cautivar una rosa.
Dulces eran las horas con que tus labios me ata
la sonora soledad equidistante
¿Serán tus ojos laureles de plata?
No puedo soñarlos siquiera un instante....
Cabiszbajo me duelen mis sombras,
párpados de ciegas luces que recobras,
ojos sueñan aminorar lo deslumbrado
lo que veré en la memoria del pasado…
Besar el amanecer con tu sueño de sirena
abrevia mi substancia como un beso hostil,
lágrima que envuelve y derrama mi sutil
presagio de nadar en el alma de tu pena…
No eres tú el ave que ensueña mi verano
ó dosifica la caricia como vuelo de ángel?
Lento susurro como al viento de tu mano
ojo sobre ojo, al laurel un laurel.
Beso en la calma mi suspiro en el viento,
restauro del sueño un acento rutinario,
en la bóveda del mar la calma a mi lamento
un ave sobre el mar, sobre las alas, un canario.
Amarillas cumbres de un estuario femenino
lejos del alba sus pies entre las rosas,
¡Ay! Camina lento mi mirada en el camino,
mi sueño es soñado entre flores alborosas.
Aletargar un momento de preludio en el invierno,
descubrir sin el acento la mirada procelosa
es atisbar el susurro de un animal tierno,
aminorar la presencia del frío, de una cosa.
Anidar sin el suspiro del que lleva aire
en el espacio de una caudalosa florecida,
es resguardar la noche acontecida
de un obsequio que derrama, yo sintiere.
Licuan los párpados las sombras,
en esas horas que entumecen el presente,
como un gramil que esboza lo ausente
desdoblando la distancia de las sobras.
Arriba el preludio del soñado
aletargando el silencio desmedido,
con la calma de un descuido
en el resumen de un día añorado.
Temprana rosa que sobre el alba se conmueve
como un lirio de sal que el alba lleva,
si el silencio las atañe su morada mueve
el inmenso corazón que púrpura las llueva.
Por eso en mi vergel sólo cultivo una rosa
que al alba no distraiga mis dos melancolías
para regalarte una flor no es fácil cosa
aunque tu mirada regalaba tu sueño, lo sentías?
Y si procuro regalarte el alba de mi sueño
como sintiera del verano caudal de golondrinas
a mi púrpura engaño, diría que es el dueño
de tu cabello y la sal, y tus hebras endrinas...
Del cantar de la noche apresurada,
sopla jovial la lluvia en la espesura
que en un manto anhela tu cintura,
llamados versos de sueño, enamorada.
Tan grácil como vestir mi sueño
es el jovial desvelo que puebla los latidos
de un sueño que sueña los sonidos
mi ojo despierta cuando sueña ser tu dueño.
Preso de las horas sin tus ojos
el místico semblante la embellece,
y sin la nieve de mis púrpuras despojos,
nutre el alba, la dulzura te acontece.
De mis horas la lejanía y el hartazgo
de sentir bajo mis pies mismos abrojos
no fueran tus cabellos todo mi hallazgo,
ver volar pájaros locura mis alojos.
Nieve tus mejillas de la cera
no me daban otro fluir púrpura rosa
Nieve no eran, era Primavera
la dulce canción del corazón esposa.
Porque mis labios perpetuaban la silueta
de aquél que nos salvó de aquellas sombras
y si los álabes del sueño traen violeta
para tu rostro mi engaño luce sobras.
Pero yo digo que tus alas son honestas
al huir de la noche de mis lunas
donde mis pies aletargan lo que a cuestas
se parece a la uniforme estela de las dunas.
De amor quise mi lazo perpetuado,
y en las sombras de Jesús rocío amable
de tus ojos la luz es formidable
tanto como a las rosas que Él nos ha amado.
Y en los senderos tibios de las cosas
donde el huir de sus pasos es en vano
¡Yo quisiera tu mano y esas rosas
para rociarte de silencio mi amor sano!
Y si la luz adentrara los senderos
de la noche a la respuesta de la bruma,
mis pies descalzos, ni el oro, los agüeros
de la noche la luna me consuma.
Florencia, mis párpados se cierran
pero tus ojos y tu luz son mi clausura.
Podrían sueños despertarme pero yerran
las distintas llaves para abrir la altura
pues en el vano despertar, mi asombro
del alba iluminado con promesa
alienta los cielos de turquesa
de las aves mi mirada, en la tuya, dentro.
No me ciegues más por favor, en la memoria
Te amo y es verdad, no es otra historia.
De la noche el jazmín que es oro en la penumbra
yace como el alba espera su quietud
será la sombra el manantial de mi virtud,
alea ramos de silencio en lo que alumbra.
Dócil el letargo y aliciente de mi cuerpo,
se bosteza en las rústicas figuras
que en las noches y en el alba de su tiempo
la pluma toma del papel de las dulzuras.
Negra la noche de estrelladas parsimonias,
juglar por el sendero del alba, la sonrisa
que en el acopio de la melodía de tu risa
imparte el eco que se siembra en las mañanas.
Oh, dulce poeta que despiertas los timbales
de aquellas murmuradas simpatías,
por alegre soñabas y reías
la dulce sombra que asombra los juglares!
Capullos de Jazmín
Al florecer de tu mano la mirada
supe que el verano era oro
como cada jazmín, tú enamorada
capullos de poesía, me acaloro…
Vergel de frutas escondidas
desde tu boca, alea lo profundo,
de tu mirada, tus párpados, rendidas
las cejas donde ahora yo me hundo.
Rosa tenue de fragancia nemorosa
rojo el cincel de tu mirada
fragancia escarlata, Rosa rosa,
loco el clavel de tu sonrisa enamorada…
Y a tientas yo me río entre tu boca,
cuando el mar de tus labios, que me toca
sopla el beso que me ha dado simiente:
ojos tan tuyos, tu boca no me miente.
La poesía surge como capullos de la nieve
de jazmín, de rosa, me conmueve
y así las islas de tu manantial en calma
soplan tus versos en el fondo de mi alma.
Pero en ellos, la palabra dulce, toca
suspiros en el horizonte de una roca,
ella es frágil, y aunque dura, no soporta
la dulzura de tus labios, queda absorta…
Doncella de nieve
Argenta el trazo delineado por tu espalda,
el minúsculo vello de la nieve,
que grácil oportunidad causa el relieve
de distinguir un horizonte soez de nívea falda...
Universo blanquecino que murmura
aves, en el cielo de tus ojos
como un silencio mi silencio de despojos
mis manos en tus manos son clausura.
Anonadado eco de tibias llamaradas,
el afluente nato de tu columpiar bellezas
aquellas sortijas que en tu cabello son llamadas
para vestir el ultraje de destrezas...
Añoro el viaje en lentas espirales de humo,
causando elocuencia en el paisaje
pues sólo un pez en el claro celaje,
se parece a la plata que en tus ojos consumo...
Y la vivaz sedienta copla verde,
en el fulgor de mis labios de ruego,
anegan la distancia, tu cabello arde
la vespertinas sombras de tus piernas de fuego.
Aladas, en la nieve atesoradas,
de mis brazos el declive de las rosas
que en tu silencio, la boca y llamaradas
se escapan del rocío de las cosas.
Pende de un hilo de caramelo
la doncella que en el ala de la nieve
causa resguardo en mi regazo de pañuelo,
para vestir el púrpura relieve.
Oro y turgencia para nueva llamarada
escondida en la mitad de tu contorno,
sumida en el fondo de mi horno
de fuego azul y nieve tan cerrada.
Por eso el cauce de tus besos son la llave
que en la ausencia reparan a los besos
sentir en el crepúsculo cerezos
adosando el fulgor de nave en nave.
Bosqueja de tus piernas la distancia
a las alas de tus pies murmuradores
de la nieve que en tus alas afluencia
nace y muere y nace en los ardores.
Tenue la sonrisa del crepúsculo,
que en el alba la noche hizo trizas
desde el volumen del sedoso arco, sonrisas
arado el oro bajo el cielo.
Nocturno velamen sediento trago verde,
domesticar de los acentos ciertas melancolías
la bruma de tus ojos no se pierde,
arde el trigal en cada espiga que alías.
Noche cauta de murmullos y canciones,
serenatas de olivos y centellas,
no más aromas de dócil fruto ó bellas
hasta la ausencia de las coloraciones.
Nieve de dúctil y efímera substancia,
hasta el vuelo de su cúspide volátil,
anega el destello desde el mástil,
rompiente del verano de mi ansia.
Oleaje que flamea dúctil sombra
en la duna que separa mi arrebato,
en el caudal que se enhebra
en longitudes ó sombra de un gato.
Púrpura nieva la distancia nemorosa
de una nieve de caudal entre la selva
de tus cabellos la mirada y una rosa,
alea sombras y entreteje el alba.
Para decirte que te quiero
no me basta el cuerpo ó ilusiones
que desabrida forma en mi alma muero,
si no es para vivir de tus pasiones.
Sueña el ojo, pero mi mente flota
como un náufrago para decirte con mis labios
que sin el alba, la luna gota a gota
se parece en mi alma a los suburbios.
Para decirte que te quiero
no me basta el cuerpo ó ilusiones
que desabrida forma en mi alma muero,
si no es para vivir de tus pasiones.
Sueña el ojo, pero mi mente flota
como un náufrago para decirte con mis labios
que sin el alba, la luna gota a gota
quiere mi alma besar tus ojos sabios.
Para decirte que te quiero la maleza de mi alma
encuentra en las aves su grandeza,
para vestir inmaculados en retoños la belleza
que no supe encontrar si no en tu boca calma.
Lunas caen en mi plegaria dolorida de silencio
manantial de frescas alas en el agua
como dos nieves que se celan, en el ocio,
las palabras que encontraran en mi lengua.
Muchacha perfumada
Sentir tan suave tus caricias de aire
elevan mi matiz de alba en tu cintura,
Oh nieve, cauce de florecido donaire
tus pies de jungla la primavera, tu áurea!
Desvelo de tus dos remansos suaves
ojos de miel, que la vista aclara
tu voz, bajel que a una isla sin aves
tu piel de centella alaba tu flora.
Muchacha que has visto el clavel
en tu sombra desnuda las aguas
tus brazos evocan la miel
las alas, tus pasos, tus piernas, enaguas,
la brisa que atañe tu formado enigma:
tu pelo lacio descifrando el estigma
derraman tus manos el mismo aroma:
las flores, el alba, la frescura toma.
de una dulce canción, de madrugada
pues el arribo, a los ojos, preciso
para atar el laurel de tu mirada...
Ojos a los ojos, luz me ata
luna al cielo, y a la amada
…Son tus ojos laureles de plata?
Lazos de cielo, luz resguardada...
Like a rose invite the night
your eyes receive the old light
of a candle that your face
convert the fire laze
but I might, sufer your bright
and reborn the candle of the night
...and in your eyes
the shadow lights will lays
El cielo, para contemplar la madrugada
ha de ser como tu sonrisa
volar al margen de la prisa
esconder la llamarada
Del cielo, como tu sonrisa
se vestía mi resguardo
y aún en el letargo de la brisa
mi soñar se volvió a lo que yo aguardo...
Vuelo de palomas diluidas en la noche
se pierden en el arrebato de blancura
el soñar disgrega tu cintura
se abate el blanco mar, soñar albura
y en el lecho de procaz sentir anhelo
de un sordo vivir bajo pañuelo
de volar hacia la tarde en mi memoria
y encontrar tu sonrisa en mi historia...
Fly! In middle of my heart the clouds
burning of water my feel upon my head
I swear that in your lips, your mouth
receive from me the sky that celebred
And in my hand, the ocean of your tears
climb another tower to my face
Oh! Is the most beauty of disgrace
shall call bird, the flower take your hair
Princesa es tu loca luminosa cabellera
que en la bruma de la noche contagia a las estrellas
pues un racimo de ellas
esconde en la acera
tu longitud primera, de suaves noches bellas.
Para asir tu cabello es necesario la blancura
de un oro de la luna encomendada
que en un halo de sol en tu cintura
perfuma la noche de jazmines, iluminada.
Para vestir el océano de mieles
es necesario reencontrar el oro
que en la suma de tus lauros, los bajeles
hacen mieses en los campos del desdoro.
Llama y noche, puebla el horizonte
que en los claustros de tus ojos
hallan el sabor de madurez del monte
para vestir de las estrellas sus alojos.
Para mirar tus ojos lo soleado es necesario
pues al amar luz de día la oscuridad me ha templado
y en mis párpados las lunas no hay horario
como al amar de tus noches cielo helado
Pero cubren tus pupilas el azabache misterioso
que a mis ojos y a la luna ha desvelado
y tus ojos y el día luminoso
que contemplan un hombre enamorado...
When I see the moon cloud in your hair
between your eyes in night or bird
I must indeed call to my heared
like ocean in your mirror eyes, near
For even sun look like my head
in the cloud of the ocean in your skin
my lips again will be kiss the bread
that your mouth climb to me makin'
Sumas da la hermosura del Verano,
que se pierde en el silencio su cosmogonía,
pues el alba llorará junto a tu mano
la misma pasión que antes era mía.
Ojos del silencio, claustro de verano,
inunda el mar su camino sinuoso
y en esos pasos declarará el artesano,
el intenso, tu sabor, brillo lustroso.
Me dirá mi pasión que antes era lejos
la campana del sabor de mi memoria
que en las hojas de menta yace espejos
de color, para perfumar la gloria.
Y si se abate el sauce del verano,
donde de antes de saber su enredadera,
copia jazmines en tu voz primera
y hace en los cielos un cantar lozano.
Puede resarcir la que antes era bruma
de tu contorno, latir, no enamorada,
en la jaula de mi verso, apresurada,
sentir el cielo, sin que antes se consuma.
Podría presagiar la enredadera
de tu caminar por el lento vaho celeste
la mirada de la primavera
entre los árboles, tus manos, y el agreste.
Pudiera resarcir, ociosa musa,
por el lento caminar de tu verano,
ampliar tus ojos de primavera intrusa
atisbar el dominio soberano.
Entre tus alas aves placen, justamente,
y mis manos doler ya no podrían,
de ellas tu sabor, tan dócilmente
se esconde donde tus labios dormirían.
Lajistremia es una flor que marca mi destino,
como en medio del camino
en tres colores me pronuncia
como al alba, ella me anuncia
la palabra de mi amor,
que convidado al licor
de su dulce primavera
la que es del sueño ligera
y rosa su estrado perpetuo
llamas en llamas melifluo
estigma del corazón abierto
se asemeja a su versión roja
cuando se prepara su paradoja,
acercarme en el camino
para verme en el destino
unas alas sobrevino
desde la azul melancolía,
destino del alma no pía,
del silencio al silencio yerto;
mis alas en sus alas no han muerto,
y los rostros en madrugadas
pueden pañuelos de vuelos
asentir que son comulgadas
pasiones de los desvelos,
pero con todo, mi amor, aún te sueño
aunque mi corazón sin tí sea pequeño!
(Ausencia de Verano)
Para vestir tu cabello de añoranza,
es claro asentir de que sin duda
aquella, tu voz, dame esperanza
entre los labios de tu pasión, silueta cruda.
Luces del sol entre carmines,
voces del sol, perlas, jardines
Los ala el tiempo blanco de jazmines
para tañir tu son, fresco, redimes.
Tu mano de sol entre la púrpura nevada
oleaje sin destino, consumada,
perpleja voz que sin sombra no alea
tu juventud que mis alas no cimbrea.
Nieva, y es prolífica substancia
la que aquella dulzura no abastece
como al hombre, el hombre la constancia
su suelo vuela, y púrpura amanece.
Evoca tu sueño de clara discordancia
tu voz de diamante, de efímera substancia,
Sirena: tú plateas la sólida armadura
de un mar vertiginoso, en tus escamas, pura.
Por eso se viste del ocaso tu princesa
preciosa y tersa como témpano de hielo,
y acompaso tu elegancia como tu belleza,
asir de tu cabello la espuma en tu pañuelo.
Oro no yace el cimiento del verano
donde añade fulgor la estrepitosa ironía,
ver, en las estrellas el solaz del artesano
y cantar, a las lumbres, la dulce melodía…
Puede el verso resarcir que es presurosa
la nívea pasión que aclara lo distante,
y en el júbilo de amor un oro no diamante
redime un claro en el alba, sino rosa.
Un aljibe de sueño, patio deslumbrado
manantial de asombro, vuelo anonadado
de tus cabellos, en el viento perfumado
locos intentos de un cielo estrellado…
Probar de la silueta de la luna, tu boca de ciruela
ó de las rosas de la noche el rocío del perfume
para probar de tu sombra, los labios en la tela
de aquel amor que cauto se revela, una rosa exhume.
Vientre de parsimonia, estéril lontananza
cabellos de mundo dócil, de palabra de asombro,
tu rota flagrante ala consumida danza
en vértices y campanas mi deslumbrado hombro.
Pero al tañir, el verbo se hace noche
estrellas y un claro resplandor,
luna en celo, y un cielo azabache
palabras y tu boca alejando el dolor.
Desnuda puede tu mano la albacea
en el brillo de tu rostro desmedido
copiar una sombra junto a tea
y delumbrar la palabra del olvido.
Porque sombras entre sombras no han sabido,
de la noche la infancia olvidar,
puede tu rostro en rosas, decidido
tus ojos, en las mellas del libro, enamorar.
Sin tu mano tu pliegue es la hermosura,
cavila entre la sombra de tu cuerpo,
desistir un solo instante tu dulzura
entre tus muslos y vientre me descuerpo.
Tus manos en tu boca dormirían las palabras,
sentir tus pies como regazo de raíz
anhelar el amor que me celebras
desnudarte cielo, en la tierra ser feliz.
Ausente de la doble oscuridad
máscara en el atavío de la noche,
incesante pliegue de desdoblada sombra
aquieta las palabras de la luna
y en tus besos la rosa se incorpora.
Pace un instante tu quietud
y estelares cantos de sílabas dormidas
junto a ti anhelan la sonrisa.
Atar del doble canto la desdoblada espada
de la sombra aquietar su figura desmedida,
hincar junto a tu vuelo la palabra dolorida
que se mecen en los astros, luz helada…
Y si la niebla llora una cúspide motora
de un advertir entre los ojos de la aurora,
clava su dulce voz en la mazmorra de la noche,
descubre el sueño, presagia su derroche.
Dormir sin el constante abrazo de la noche
descalzo huir por las pisadas del desvelo,
arrendar viento en el sueño de azabache
admirar sin el desgano la luz del terciopelo…
Porque vivir oscuro con antifaz dorado
puede palabras desmedir la esbeltez de tu sombra
ó hincar la mente en la dulzura de un prado
de aquella medianoche donde tu boca asombra…
Puede náufrago la esbeltez de tus pupilas
dulcificar sin el arriendo de la suerte
de aquellas horas consumidas donde enfilas
las horas de los pasos, la música de verte…
Y en las sonatas de la nieve
donde las alas del amor se atreve,
gozan instantes de oscura sombra, fauce,
que para amar mi amor puebla mi cauce.
Nieva el instante en el que doras
la palabra del amor tan consumida
por el alba y la sonrisa fementida
de un sendero de paz, que nunca añoras.
Hasta la joven voz del alba seca
donde la rosa esculpe su morada
horada el viento y cunde la maleza; soñada,
la joven voz de una tierra reseca.
Hasta latir la promesa del verano,
en tu pañuelo sin la prisa de los vientos
cauce y sendero, en las manos tu argumento
noche y esbeltez de pluma y artesano.
Gota de mi amor es la albacea que en invierno
sube por los efímeros rastros de una rama,
para asir la joven voz de rosa en alas
púrpura y noche, sueño de miradas.
Amanece, rosa alba, alba rosa
en tu miel el oro se separa
de una lágrima que el alba quejumbrosa
repara en tu semblante cuando amara.
Oro tañe la dorada pluma inquieta
que en el alba se separa de una rosa
pues el cielo azul no alcanza la veta
de tus pasos, cuando el vuelo los roza.
De tu manantial el vuelo leve
se circunda bajo el ala de tus fauces,
oro y lluvia reparan el relieve
de ojos tan bellos como flores enlaces.
Tus pupilas aún me contienen en la noche
destilando mi humor de claustro enamorado
para rendir cuentas mis alas ensanche:
volar como el fulgor de tu cabello bienamado.
La rosa decora a la rosa
con la memoria del crepúsculo
y aunque la fiesta fogosa
invite dos rosas sobre el humus del suelo,
brillan los púrpuras frondosos,
caleidoscopio de amor de mi mirada,
y aunque la nieve los abata, nemorosos
como fiesta de un color, queda perpetuada.
Queda sorbo de agua perfumada,
como rastro de licor, endulzando el paraíso,
pero las sobras de tu amor en la noche helada
advienen el calor de tu poeta indeciso:
Calor, ó frío, para sentirte perfumada?
Grácil la palma de la noche helada?
Asombra mi hado penitente
pues la huella de tu flor es flor sonriente.
Para amarte es necesario dos blancuras:
una de nieve para declarar pureza
que en las cumbres la flor besa,
por el contrario pelícanos de ríos atesoras
blancos como cabañas de nube etérea
y asir tu semblante bajo el beso de unos labios
que declararán pureza en la Rosa aérea
al alba procuran besos tibios.
Puedes darme sin el beso del verano
un unicornio de cristal enamorado
y en el canto del zorzal un artesano
pulirá la esencia de su rostro bienamado.
Para levantar en vuelo de cristal naturaleza
nubes en la noche inmaculada del telón nos abrirían
todas las estrellas y los astros, la maleza
que en el hielo del equino sus ojos mostrarían.
Para conseguir en tu cara el asombro en noche etérea
cambiarán los soles por la noche aérea.
Ojos de tu cristal envuelven la blancura,
de un horizonte madrigal de mi constancia
porque una campana de hielo nace en abundancia
el fresco latir de mi trémulo bajel de frescura…
Eres como el bien de mi figura
cuando se lamenta el toro por la noche
pues al alba la luna es un derroche
y la sombra fugaz triste soltura.
Amaga el eco que flamea en el desierto
tu nombre es bello, arremeten las palomas,
como un constante atavío en el que tomas
alas y tu voz, tu semblante se hace cierto.
Puedo amarte aunque más que yo despierto,
la noche sinuosa canta en el olvido
las plegarias que te pido
para descubrir un horizonte descubierto.
Para diferenciar del eco del Verano,
como canto del mar, dulce canoa,
silba el perfume de tu escasa loa
la dulce esbeltez que provoca tu artesano.
Invierno sin el alba
noche sin verano
dulcificar es anhelo que tu sustancia daba
fuerte es la oscuridad de tu estrellada mano.
Dulce la melisa que en socorro infunde
la tea del sabor de tu mirada
pues donde lleva las estrellas lleva atada
el oro y el carmín que ahora funde
...Y si en la niebla me llaman las campanas
de aquellas praderas donde el hombre sabe
distinguir de la noche las verdanas
puede el eco suspirar y que no acabe...
De sentir dos estrellas estoy lejos
Pero solo me cautivo con espejos.
Desacierto la fortaleza de la noche
en plena obscuridad, adormecida
de un eco de silencio que en la huida
de tus ojos dejaron una luz azabache
Era como acariciar el desvelo tierno de mi alma
que en la noche se parece a la clausura
por tus ojos y tus labios que en la cura
de mi amor se parecen a mi calma...
Pueden vestirse tus ojos de celados reflejos
donde el telón de la luna escoge dos lagunas,
y aunque en la noche, tu rostro de mí lejos
no bastará la sombra de nuestros labios, lo que aúnas.
Escoge dos estrellas del abrazo de la sombra
donde el firmamento conmueve lo que llama luz
pues en tus besos tu estrella me alumbra
y tus manos blancas iluminan mi cruz.
Inúndame si tu piel es la amargura
de una rosa cual mide sus espinas
causando las heridas que destinas
en el corazón que te ama con locura.
El agua comenzará el flote de tu sueño,
desvestir el verano que añorabas,
quizás, pero en los labios de tu dueño
el último aire será que me besabas.
Para vestir la inundación de mi riqueza,
en oro separados los aromas,
del ocaso que perdura cuando amas
la ilustración puede más que mi destreza.
Y es una rosa cual lirio enamorara
de tus labios, la manzana se adueñara
pues es fecunda la dote que mesura
tus ojos bellos, en el claustro, tu cintura.
Para brillar con el conjunto de la tarde
han de vestir claros los aromas,
pues es longevo en la mirada lo que tomas
lo que aúna en la flor de lo que arde.
Y si tus besos imprimen mi mejilla
por estos valles donde el cielo los buscara,
añora el bucle tu cabello cual sencilla
versificación de un hada que me amara.
Besos y juventud pueden albacea
elucubrar de mis gemidos versos cual esposa
de mis sauces en los bosques que desea
alentar en mis fauces loca cosa.
Pues es el alba convertida en la juventud de la mañana
lo que imprime el atardecer añorando tu sonrisa,
ya tu voz es diáfana, luce cual temprana
rosa que ilumina en noches la flor de la cornisa.
Locamente cargado de sueños imborrables,
enero yace como abrigo de pasiones.
Puede el alba soñar alas amables
y los cierzos de tu andar en el viento, las canciones.
Tus ojos sueñan que el verano nos desvela
la ausencia entre las aguas me atormenta,
canta tu voz, y en los astros, lunar la noche es tela
campo de un horizonte en mi mirada atenta.
Sentir en las alas de tu pecho
los pétalos cual labios de una rosa,
al abrigo de tus manos mi derecho
es elogiar tus cabellos con mi mirada azarosa,
pues ágiles encantos de vuelos en los nidos
se refugian en tus labios, me sueñan los motivos
de darte una azalea de colores conocidos
para pintar tu mirada soñando mis arribos.
De la sombra presagiar triste la albacea
cuando siento de la voz la noche apresurada,
hallas la bruma junto a la holgazana tea
fingir dos espasmos de suspiro enamorada.
Tan en la nieve su suspiro es fortaleza
que junto al declive de tu manto presuroso
es copia fiel del abrigo de realeza,
marca mi presagio con buril undoso.
De la voz suspirar puede la maleza,
que en su júbilo sin gracia me perfuma
y ora tanto el jazmín toda belleza
para asir la mirada de un monte que se esfuma.
Abre la lozanía de un juglar descubierto
para cantarle a la belleza del otoño,
y en el altar de una mejilla tu retoño:
son pasajeros tus cabellos, cielo cierto.
Es sutil que la humareda boquiabierta
deje sus luces de orilla destemplada,
pues al alba, los troncos, adueñada
del oscuro diapasón de tu cubierta
resarce ecos en el sinfín de tu cintura,
bañada en el Vergel tus alas lentas,
por eso se prohíbe mi soltura:
no puedo asir tu vuelo a tientas.
Sin la humareda de éste bosque el soliloquio
de la vertiginosa estirpe del Verano,
horada el mar y el abismo soberano
con la mirada y el albor de un triste obsequio;
mas luminoso fuera, si quedara
de mi hombro el constante abrigo me quemara
la sombra de mi sombra en sombras vana
sería una vertiente negra, oscura y sana.
De tu mano levantar puede en el alba
la sombra inquieta de tu Paz, junto a tus ojos
y la rosa que abrigas en mi cien no luce abrojos
tus cabellos con los míos, confundida selva.
Desde el bosque es espejo tu mirada
verde en el llano, árboles y risas
tus alas nieva, como las sonrisas
de tu cintura me despiertas, juventud enamorada.
Sombras en las sombras, tempestad y lluvia,
entre el recorrido mi carrera de florida mañana,
rocío entre las sombras, quietud y aún diluvia
gózame un instante oscuridad temprana.
Cimbras un ocaso de llamada fluorescente
tus ojos dos lunas reverberando asombras
oscuridad, junto a los lagos, el presente,
tus ojos ciegan, claridades entre sombras.
Acompaño mi soledad, perdido en la frescura
junto a mí, mi mate y mis ojos descansados
nieve en el alma y alba entre mis brazos,
un mate más, y el delirio de no verte.
En esta Pascua, Él ha resucitado
y en la mirada del alba la memoria
de querer, aunque la bruma, de mi sola presencia
mi alma oye los pasos de Jesús
yo quiero encontrarlo.
Te esperaré, quizás no te vea
hasta Su llegada,
ó tal vez cuando yo,
si voy al Cielo,
Pero en el alba aún recuerdo tu mirada,
ella acompaña mis mates
y la madrugada se fecunda y florece
con este cauce y río adorador del Cielo,
Cómo te extraño; mi alma en el desvelo.
Y mi sombra final a los pies de una escalera
que espero sirva para alcanzar a Dios
ó me devuelva a tus ojos.
Y a tu nieve de alba.
Florencia: ¡Te amo!
Para vestir el alba, tu rosa, he de admirar el viento,
presagiando la brisa de tus pies descalzos
convidando el aroma de un mar sediento
y una distancia y cuello soberano.
Recurro a la rosa, al jazmín a otros poetas
la luna desviste la lluvia en rocío de plata,
y se imparte mi búsqueda como paloma en el viento
desata tu sed de cautivar una rosa.
Dulces eran las horas con que tus labios me ata
la sonora soledad equidistante
¿Serán tus ojos laureles de plata?
No puedo soñarlos siquiera un instante....
Cabiszbajo me duelen mis sombras,
párpados de ciegas luces que recobras,
ojos sueñan aminorar lo deslumbrado
lo que veré en la memoria del pasado…
Besar el amanecer con tu sueño de sirena
abrevia mi substancia como un beso hostil,
lágrima que envuelve y derrama mi sutil
presagio de nadar en el alma de tu pena…
No eres tú el ave que ensueña mi verano
ó dosifica la caricia como vuelo de ángel?
Lento susurro como al viento de tu mano
ojo sobre ojo, al laurel un laurel.
Beso en la calma mi suspiro en el viento,
restauro del sueño un acento rutinario,
en la bóveda del mar la calma a mi lamento
un ave sobre el mar, sobre las alas, un canario.
Amarillas cumbres de un estuario femenino
lejos del alba sus pies entre las rosas,
¡Ay! Camina lento mi mirada en el camino,
mi sueño es soñado entre flores alborosas.
Aletargar un momento de preludio en el invierno,
descubrir sin el acento la mirada procelosa
es atisbar el susurro de un animal tierno,
aminorar la presencia del frío, de una cosa.
Anidar sin el suspiro del que lleva aire
en el espacio de una caudalosa florecida,
es resguardar la noche acontecida
de un obsequio que derrama, yo sintiere.
Licuan los párpados las sombras,
en esas horas que entumecen el presente,
como un gramil que esboza lo ausente
desdoblando la distancia de las sobras.
Arriba el preludio del soñado
aletargando el silencio desmedido,
con la calma de un descuido
en el resumen de un día añorado.
Temprana rosa que sobre el alba se conmueve
como un lirio de sal que el alba lleva,
si el silencio las atañe su morada mueve
el inmenso corazón que púrpura las llueva.
Por eso en mi vergel sólo cultivo una rosa
que al alba no distraiga mis dos melancolías
para regalarte una flor no es fácil cosa
aunque tu mirada regalaba tu sueño, lo sentías?
Y si procuro regalarte el alba de mi sueño
como sintiera del verano caudal de golondrinas
a mi púrpura engaño, diría que es el dueño
de tu cabello y la sal, y tus hebras endrinas...
Del cantar de la noche apresurada,
sopla jovial la lluvia en la espesura
que en un manto anhela tu cintura,
llamados versos de sueño, enamorada.
Tan grácil como vestir mi sueño
es el jovial desvelo que puebla los latidos
de un sueño que sueña los sonidos
mi ojo despierta cuando sueña ser tu dueño.
Preso de las horas sin tus ojos
el místico semblante la embellece,
y sin la nieve de mis púrpuras despojos,
nutre el alba, la dulzura te acontece.
De mis horas la lejanía y el hartazgo
de sentir bajo mis pies mismos abrojos
no fueran tus cabellos todo mi hallazgo,
ver volar pájaros locura mis alojos.
Nieve tus mejillas de la cera
no me daban otro fluir púrpura rosa
Nieve no eran, era Primavera
la dulce canción del corazón esposa.
Porque mis labios perpetuaban la silueta
de aquél que nos salvó de aquellas sombras
y si los álabes del sueño traen violeta
para tu rostro mi engaño luce sobras.
Pero yo digo que tus alas son honestas
al huir de la noche de mis lunas
donde mis pies aletargan lo que a cuestas
se parece a la uniforme estela de las dunas.
De amor quise mi lazo perpetuado,
y en las sombras de Jesús rocío amable
de tus ojos la luz es formidable
tanto como a las rosas que Él nos ha amado.
Y en los senderos tibios de las cosas
donde el huir de sus pasos es en vano
¡Yo quisiera tu mano y esas rosas
para rociarte de silencio mi amor sano!
Y si la luz adentrara los senderos
de la noche a la respuesta de la bruma,
mis pies descalzos, ni el oro, los agüeros
de la noche la luna me consuma.
Florencia, mis párpados se cierran
pero tus ojos y tu luz son mi clausura.
Podrían sueños despertarme pero yerran
las distintas llaves para abrir la altura
pues en el vano despertar, mi asombro
del alba iluminado con promesa
alienta los cielos de turquesa
de las aves mi mirada, en la tuya, dentro.
No me ciegues más por favor, en la memoria
Te amo y es verdad, no es otra historia.
De la noche el jazmín que es oro en la penumbra
yace como el alba espera su quietud
será la sombra el manantial de mi virtud,
alea ramos de silencio en lo que alumbra.
Dócil el letargo y aliciente de mi cuerpo,
se bosteza en las rústicas figuras
que en las noches y en el alba de su tiempo
la pluma toma del papel de las dulzuras.
Negra la noche de estrelladas parsimonias,
juglar por el sendero del alba, la sonrisa
que en el acopio de la melodía de tu risa
imparte el eco que se siembra en las mañanas.
Oh, dulce poeta que despiertas los timbales
de aquellas murmuradas simpatías,
por alegre soñabas y reías
la dulce sombra que asombra los juglares!
Capullos de Jazmín
Al florecer de tu mano la mirada
supe que el verano era oro
como cada jazmín, tú enamorada
capullos de poesía, me acaloro…
Vergel de frutas escondidas
desde tu boca, alea lo profundo,
de tu mirada, tus párpados, rendidas
las cejas donde ahora yo me hundo.
Rosa tenue de fragancia nemorosa
rojo el cincel de tu mirada
fragancia escarlata, Rosa rosa,
loco el clavel de tu sonrisa enamorada…
Y a tientas yo me río entre tu boca,
cuando el mar de tus labios, que me toca
sopla el beso que me ha dado simiente:
ojos tan tuyos, tu boca no me miente.
La poesía surge como capullos de la nieve
de jazmín, de rosa, me conmueve
y así las islas de tu manantial en calma
soplan tus versos en el fondo de mi alma.
Pero en ellos, la palabra dulce, toca
suspiros en el horizonte de una roca,
ella es frágil, y aunque dura, no soporta
la dulzura de tus labios, queda absorta…
Doncella de nieve
Argenta el trazo delineado por tu espalda,
el minúsculo vello de la nieve,
que grácil oportunidad causa el relieve
de distinguir un horizonte soez de nívea falda...
Universo blanquecino que murmura
aves, en el cielo de tus ojos
como un silencio mi silencio de despojos
mis manos en tus manos son clausura.
Anonadado eco de tibias llamaradas,
el afluente nato de tu columpiar bellezas
aquellas sortijas que en tu cabello son llamadas
para vestir el ultraje de destrezas...
Añoro el viaje en lentas espirales de humo,
causando elocuencia en el paisaje
pues sólo un pez en el claro celaje,
se parece a la plata que en tus ojos consumo...
Y la vivaz sedienta copla verde,
en el fulgor de mis labios de ruego,
anegan la distancia, tu cabello arde
la vespertinas sombras de tus piernas de fuego.
Aladas, en la nieve atesoradas,
de mis brazos el declive de las rosas
que en tu silencio, la boca y llamaradas
se escapan del rocío de las cosas.
Pende de un hilo de caramelo
la doncella que en el ala de la nieve
causa resguardo en mi regazo de pañuelo,
para vestir el púrpura relieve.
Oro y turgencia para nueva llamarada
escondida en la mitad de tu contorno,
sumida en el fondo de mi horno
de fuego azul y nieve tan cerrada.
Por eso el cauce de tus besos son la llave
que en la ausencia reparan a los besos
sentir en el crepúsculo cerezos
adosando el fulgor de nave en nave.
Bosqueja de tus piernas la distancia
a las alas de tus pies murmuradores
de la nieve que en tus alas afluencia
nace y muere y nace en los ardores.
Tenue la sonrisa del crepúsculo,
que en el alba la noche hizo trizas
desde el volumen del sedoso arco, sonrisas
arado el oro bajo el cielo.
Nocturno velamen sediento trago verde,
domesticar de los acentos ciertas melancolías
la bruma de tus ojos no se pierde,
arde el trigal en cada espiga que alías.
Noche cauta de murmullos y canciones,
serenatas de olivos y centellas,
no más aromas de dócil fruto ó bellas
hasta la ausencia de las coloraciones.
Nieve de dúctil y efímera substancia,
hasta el vuelo de su cúspide volátil,
anega el destello desde el mástil,
rompiente del verano de mi ansia.
Oleaje que flamea dúctil sombra
en la duna que separa mi arrebato,
en el caudal que se enhebra
en longitudes ó sombra de un gato.
Púrpura nieva la distancia nemorosa
de una nieve de caudal entre la selva
de tus cabellos la mirada y una rosa,
alea sombras y entreteje el alba.
Para decirte que te quiero
no me basta el cuerpo ó ilusiones
que desabrida forma en mi alma muero,
si no es para vivir de tus pasiones.
Sueña el ojo, pero mi mente flota
como un náufrago para decirte con mis labios
que sin el alba, la luna gota a gota
se parece en mi alma a los suburbios.
Para decirte que te quiero
no me basta el cuerpo ó ilusiones
que desabrida forma en mi alma muero,
si no es para vivir de tus pasiones.
Sueña el ojo, pero mi mente flota
como un náufrago para decirte con mis labios
que sin el alba, la luna gota a gota
quiere mi alma besar tus ojos sabios.
Para decirte que te quiero la maleza de mi alma
encuentra en las aves su grandeza,
para vestir inmaculados en retoños la belleza
que no supe encontrar si no en tu boca calma.
Lunas caen en mi plegaria dolorida de silencio
manantial de frescas alas en el agua
como dos nieves que se celan, en el ocio,
las palabras que encontraran en mi lengua.
Muchacha perfumada
Sentir tan suave tus caricias de aire
elevan mi matiz de alba en tu cintura,
Oh nieve, cauce de florecido donaire
tus pies de jungla la primavera, tu áurea!
Desvelo de tus dos remansos suaves
ojos de miel, que la vista aclara
tu voz, bajel que a una isla sin aves
tu piel de centella alaba tu flora.
Muchacha que has visto el clavel
en tu sombra desnuda las aguas
tus brazos evocan la miel
las alas, tus pasos, tus piernas, enaguas,
la brisa que atañe tu formado enigma:
tu pelo lacio descifrando el estigma
derraman tus manos el mismo aroma:
las flores, el alba, la frescura toma.
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