Tu cuerpo se desviste...

Tu cuerpo se desviste…


Tu cuerpo se desviste en la mirada,
de aquella núbil ascua que te luce;
y aquí en el soliloquio de mi amada:
turgencia es el reparo que resiste…
Tu cuerpo se desviste en la estrellada
maniobra sola andante de tu cuerpo,
cual el tejido errante, que entre nubes,
la sola pleamar tejió tu sueño…

Tu cuerpo es otro cuerpo devastado,
y en la incipiente gloria de tus bucles
anonadado crea maravillas,
que la vanguardia osada te descubre…
Tu cuerpo es otro sándalo despierto,
de cuya ebria mudez el tiempo afinca:
tu cuerpo es otro cuerpo malherido,
que en boca de tu cuerpo te hace labios…

Tu cuerpo es otro cuerpo distinguido,
de cuya ebria gacela -no es amante-;
tu brisa es a descaro la prohibida,
que tu cuerpo mudable me hace sable…
Es otra maravilla de tu cuerpo,
el labio que acostumbra de tu beso
y en la privada unción ya no hay derrame,
tu boca originaria me desarme…

Tu cuerpo se desviste con mis labios,
y entre mi boca el beso te prohíja
fue arrimo y fue voraz cuenta de ave,
que tus plegarias son, al oeste, mudas…
Ya es beso, -nunca labio- nunca ofrenda;
las sordas matinées de tu regreso;
es labio y es plegaria de mi rezo,
tu joven voz promete ningún sabio-

Fue de tu batallón, muda mi alfanje,
y en otra voz recala la encomienda;
de tu virtud aciaga la reprenda,
que de tu boca emerge con contienda…
La Música, tu lira, no es profana,
y en algún seguimiento mi hora vana;
no elude, no, la sombra de mi beso
el rojo clan ardid de tu embeleso…

Fue el brillo, tus cabellos, no hacen fiesta,
la luz que se derrama de tus rizos,
es joven terciopelo que deslumbra
a mi fiesta cadente de tu risa…
Son astros las mesuras del deleite;
que joven voz proclive a tus engaños:
ya no el candil en sombras me ultimara,
la Luna fue el lebrel de tu mirada…

Tu cuerpo se desviste en la mirada,
de aquella núbil ascua que te luce;
y aquí en el soliloquio de mi amada:
turgencia es el reparo que resiste…
Tu cuerpo se desviste en la estrellada
maniobra sola andante de tu cuerpo,
cual el tejido errante, que entre nubes,
la sola pleamar tejió tu sueño…

Es rimbombante astro de tu sueño,
la noche te proclama: sólo un dueño…


Alejandro Rodrigo Flagel