Dúctil sombra, helado frenesí la boca tenue
del velamen incierto la paloma entre la bruma
helada cual ninguna, luz diamante
de plectro sonoro lunar sobre la espuma.
No ciega la distancia, virtud, cosmogonía
el lento azar el júbilo celeste
como esperando la noche de mis días
el vano carmesí la luz agría.
Violeta de señales en las siembras
de esmeralda carcomidas sus vagos elementos
y acechan los sustentos en la bruma y desiguales pinceladas,
la sombra tenue es, los llantos, murmuradas.
Escobas que descubren los colores entre el cieno
nocturno de los blancos ruiseñores
y el efluvio de los negros tambores en la tarde
abren cielo y tierra que me arde.
Arriba la nocturna cincelada
amplios espectros de sal, la luna abría
su lenta cosmogonía
el plectro tal, que la bruma no consuma.
Vago aliento de miel, sano latido
sin esboce de cuerpo una guitarra
lindera con el viento y la cigarra
el esbozo del alud llanto perdido.
No se aquieta la semilla con el viento
y cobra más sustento la palabra
que, efímera logra un beso de guitarra
y siempre es, vaga cueca, hermosa cara.
De los astros consumimos el silencio
que murmura el solsticio del verano
y en la bruma estelar del artesano
tu mano dora jazmines, lunados.
del velamen incierto la paloma entre la bruma
helada cual ninguna, luz diamante
de plectro sonoro lunar sobre la espuma.
No ciega la distancia, virtud, cosmogonía
el lento azar el júbilo celeste
como esperando la noche de mis días
el vano carmesí la luz agría.
Violeta de señales en las siembras
de esmeralda carcomidas sus vagos elementos
y acechan los sustentos en la bruma y desiguales pinceladas,
la sombra tenue es, los llantos, murmuradas.
Escobas que descubren los colores entre el cieno
nocturno de los blancos ruiseñores
y el efluvio de los negros tambores en la tarde
abren cielo y tierra que me arde.
Arriba la nocturna cincelada
amplios espectros de sal, la luna abría
su lenta cosmogonía
el plectro tal, que la bruma no consuma.
Vago aliento de miel, sano latido
sin esboce de cuerpo una guitarra
lindera con el viento y la cigarra
el esbozo del alud llanto perdido.
No se aquieta la semilla con el viento
y cobra más sustento la palabra
que, efímera logra un beso de guitarra
y siempre es, vaga cueca, hermosa cara.
De los astros consumimos el silencio
que murmura el solsticio del verano
y en la bruma estelar del artesano
tu mano dora jazmines, lunados.
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