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por Recaredo Jue Ene 07, 2010 6:51 am[b]Al Homo sapiens. (en clave de humor)
Tomó en su mano una tranca
y comenzó a cavilar...
y luego, tras el trancazo
que le arreó a su rival,
al verle muerto en el suelo
alzó sus ojos al cielo,
y tal vez... pudo pensar...
-Tengo en mi mano un objeto
con el que puedo matar;
lo voy a perfeccionar,
para imponer más respeto.-
De esta guisa, entusiasmado
por el poder que alcanzaba;
sin ser ni bueno ni malo,
pasó de la tranca al palo
y después pasó a la clava.
Dominó el agua y el fuego;
y el arte de hacerse ropa,
y se construyó una choza,
lo cual, aumentó su ego.
Así, el pequeño primate,
llevado por sus acciones,
pasó de ser un don nadie,
a ser el gran Homo sapiens,
en pocas generaciones.
No contento con su hazaña;
que tanta fama le dio,
siguió su investigación
en perfeccionar su arma.
Con ésta y sus artimañas
tanto poder alcanzó,
que superior se creyó;
y, entre otras cosas, pensó
una paranoia extraña:
-Puesto que pienso y razono,
mato, cuezo y me lo como
a cualquier otro animal...
¡Yo no puedo ser un mono!-
Y, con religioso tono,
así dijo a los demás:
-Yo soy más que carne y hueso.
No soy ningún animal.
¡Yo soy un ser especial
que a nadie ha de estar sujeto!-
He aquí, con todo respeto,
tal vez su error más crucial.
Pues que hoy, para su mal,
ésto se da por sentado,
y el Sapiens sigue encumbrado
en su falso pedestal.
Bien se lo tiene creído
este mono, a la sazón...
que es rey de la creación
sin tacha ni paliativo.
Sobre sus piernas erguido
camina sobre el planeta,
dejando un rastro de muerte,
que ni a su especie respeta.
Una pregunta concreta
le quisiera formular
a este pensante animal
que tanto el saber le inquieta:
¿De qué le sirve pensar,
ni tener otros valores,
si comete más errores
que cualquier otro animal...?
Recaredo
Tomó en su mano una tranca
y comenzó a cavilar...
y luego, tras el trancazo
que le arreó a su rival,
al verle muerto en el suelo
alzó sus ojos al cielo,
y tal vez... pudo pensar...
-Tengo en mi mano un objeto
con el que puedo matar;
lo voy a perfeccionar,
para imponer más respeto.-
De esta guisa, entusiasmado
por el poder que alcanzaba;
sin ser ni bueno ni malo,
pasó de la tranca al palo
y después pasó a la clava.
Dominó el agua y el fuego;
y el arte de hacerse ropa,
y se construyó una choza,
lo cual, aumentó su ego.
Así, el pequeño primate,
llevado por sus acciones,
pasó de ser un don nadie,
a ser el gran Homo sapiens,
en pocas generaciones.
No contento con su hazaña;
que tanta fama le dio,
siguió su investigación
en perfeccionar su arma.
Con ésta y sus artimañas
tanto poder alcanzó,
que superior se creyó;
y, entre otras cosas, pensó
una paranoia extraña:
-Puesto que pienso y razono,
mato, cuezo y me lo como
a cualquier otro animal...
¡Yo no puedo ser un mono!-
Y, con religioso tono,
así dijo a los demás:
-Yo soy más que carne y hueso.
No soy ningún animal.
¡Yo soy un ser especial
que a nadie ha de estar sujeto!-
He aquí, con todo respeto,
tal vez su error más crucial.
Pues que hoy, para su mal,
ésto se da por sentado,
y el Sapiens sigue encumbrado
en su falso pedestal.
Bien se lo tiene creído
este mono, a la sazón...
que es rey de la creación
sin tacha ni paliativo.
Sobre sus piernas erguido
camina sobre el planeta,
dejando un rastro de muerte,
que ni a su especie respeta.
Una pregunta concreta
le quisiera formular
a este pensante animal
que tanto el saber le inquieta:
¿De qué le sirve pensar,
ni tener otros valores,
si comete más errores
que cualquier otro animal...?
Recaredo
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