que no sea de mi pena,
me alejo por la senda
que nos conduce al mar.
Allí hasta la arena
sabe ya de mis pesares
y acumula soledades,
como granos de cristal…
Hoy dejo estos versos
y las huellas de mi paso,
por si sirvieran de algo
y te hicieran recordar.
Yo llegué con el viento
y con el viento me marcho,
dejando entre tus brazos
una tenue claridad.
No pidas que me quede,
porque el tiempo no perdona
y a todos, a su hora,
los viene siempre a llamar.
Y aunque el amor no muera,
disminuyen los haberes
de un cuerpo que no puede
anclarse en lo atemporal.
Sin nada que contarte,
que no sea de mi pena,
me alejo por la senda
que al final nos reunirá.
Hay un cielo que sabe
de todos nuestros andares
y de esas soledades
con que Dios creó su altar…
G.S.A.
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