Abrió la puerta y saludó cortésmente.
- Soy Lorena. Llamé por teléfono ayer y se cortaba.
- Ah! Si, pase y tome asiento aquí, por favor.
La vendedora de la inmobiliaria se puso de pie e hizo un gesto amable invitándola a sentarse frente a su escritorio.
- Usted busca casa con piscina y un buen terreno, por lo que pude entender.
- Así es. No importa el precio; claro, si no es desmedido. Pero priorizo un buen parque y una piscina importante; mi hija tiene muchos amigos. – sonrió - Obviamente, quiero ver el barrio.
- Si, por supuesto.
Pasaron a la sala de video y, cómodamente, desde un mullido sillón, seleccionaron los inmuebles que estarían visitando seguidamente. La vendedora realizaba anotaciones en una hoja en blanco que llevaba grabado en letras doradas el logotipo de la empresa.
- Sírvase Lorena; creo que estas cinco son las que más se ajustan a sus necesidades y a su gusto que, por cierto, veo que es sumamente exquisito.
- Gracias… eh…
- Alicia. Alicia Soria.
- Alicia, ha sido usted muy amable, pero creo que cinco son demasiadas. No quiero robarle tanto de su tiempo, y… permítame la hoja… estas dos creo que las descarto; las zonas no son exactamente lo que prefiero. Estas tres están bien.
- Como guste. ¡Acompáñeme! Ya busco las llaves y vamos a visitarlas.
El calor era agobiante, pero el vehículo de Alicia tenía un buen equipo de aire. Lorena apoyó con suavidad la cabeza y cerró los ojos tras los lentes de sol.
Vieron las tres casas; Lorena se detenía en cada detalle, revisando cada ambiente en forma exhaustiva. Las tres eran realmente hermosas y amplias, y cumplían con su pedido en cuanto al predio y al solarium. La vendedora esperó en un respetuoso silencio, mientras su posible clienta meditaba, seguramente imaginando su vida allí, en un análisis de cual sería la mejor opción.
- Bueno - dijo Lorena - Creo que ya estoy definida. De todos modos, esto es un paso importante en mi vida, y no quisiera darlo apresuradamente. Estaré llamándola en el transcurso de esta semana para comunicarle mi decisión.
- Permítame que anote su número telefónico.
- No, está bien. Prefiero resguardar mi intimidad. Sepa comprender.
Descendió del coche en El Bajo, saludando a Alicia con un fuerte apretón de manos.
- Ha sido usted de lo más amable. Ya tendrá noticias de mí.
Caminó con una sonrisa en los labios y los ojos perdidos. Sacó un pañuelo de la cartera y lo pasó repetidamente por su rostro, eliminando los restos de un suave maquillaje, y el sudor que comenzaba a hacer brillar su frente. En el camino tropezó con un par de personas, con quienes se disculpó por su torpeza. Una hora más tarde, ingresaba con lentitud en el largo corredor. Llegó hasta el fondo y abrió la desvencijada puerta. Martina se apantallaba con un trozo de cartón, sentada en la vieja reposera, en el polvoriento patio. La miró desconcertada.
- ¡Ma! ¿De dónde venís tan linda?
Lorena abrazó a su hija, mientras cerraba sus ojos dejando escapar una única lágrima.
- Del médico, Marti… fui a buscar un calmante.
Última edición por Liliana Blotta el Mar Mayo 25, 2010 9:13 pm, editado 1 vez
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