Lo que no se rompe, se fortalece, dicen. Pero me parece bien publicarla,
para que entendamos el daño que hacemos, cuando herimos a alguien.
Junto a la Tormenta
Hay veces, que el Norte no nos desafía
y buscamos, ciegos, en nuestros recuerdos.
Es entonces, cuando, tal vez, encontramos la Tormenta,
y las fauces de tiburón, que de nosotros se alimentan.
Hoy puede ser ayer,
ó es hoy el mismo día
Víctimas
de una caída
que no terminó
de ceder ante el orgullo
la vergüenza,
ó el miedo.
Caímos desde lo alto al precipicio
y nunca más nos levantamos,
nunca más
dejamos de caer,
ante lo oscuro
de aquellas intenciones fantasmales
que envilecen por doquier la bruma y la neblina,
la Tormenta arde, en el remolino
que cruza como un náufrago
y arremete con la paz, de cada instante
del presente vulnerado…
No es ficticio.
Sucedió ayer antes del fuego.
Sucede que no he caído todavía, a donde la Muerte
quería.
Sucederá, pero no puedo evitarlo…
Arremete el tiburón en la contienda.
Y cada herida. Cada amenaza. Cada golpe, que vaciló
antes de darse,
ó nos dimos por entero
contra el muro
resurgiendo la Vida a cada instante,
en otro mundo,
Muy distinto a este, donde no he sido víctima aún,
ante la fiebre, ante este costado, que aun me duele.
para que entendamos el daño que hacemos, cuando herimos a alguien.
Junto a la Tormenta
Hay veces, que el Norte no nos desafía
y buscamos, ciegos, en nuestros recuerdos.
Es entonces, cuando, tal vez, encontramos la Tormenta,
y las fauces de tiburón, que de nosotros se alimentan.
Hoy puede ser ayer,
ó es hoy el mismo día
Víctimas
de una caída
que no terminó
de ceder ante el orgullo
la vergüenza,
ó el miedo.
Caímos desde lo alto al precipicio
y nunca más nos levantamos,
nunca más
dejamos de caer,
ante lo oscuro
de aquellas intenciones fantasmales
que envilecen por doquier la bruma y la neblina,
la Tormenta arde, en el remolino
que cruza como un náufrago
y arremete con la paz, de cada instante
del presente vulnerado…
No es ficticio.
Sucedió ayer antes del fuego.
Sucede que no he caído todavía, a donde la Muerte
quería.
Sucederá, pero no puedo evitarlo…
Arremete el tiburón en la contienda.
Y cada herida. Cada amenaza. Cada golpe, que vaciló
antes de darse,
ó nos dimos por entero
contra el muro
resurgiendo la Vida a cada instante,
en otro mundo,
Muy distinto a este, donde no he sido víctima aún,
ante la fiebre, ante este costado, que aun me duele.
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