Mis ojos atardecen tu mirada...

Mis ojos atardecen tu mirada…

Mis ojos en tu rostro, se destruyen,
como campos, que al alba imprimen labios
en otros rostros de oro que en mí fluyen,
y comandan en tus lirios dos resabios…
Mis labios pronuncian el huerto de tus besos
cual salmos que en sonrisa, vespertina loma,
aduce del jolgorio y necesidad de tu redoma,
cual rostro, que en mí preso, cabalga los cerezos…

Tus labios, pueden goces, acertarme
cual bucles, que en la hora exacta de mi cima
encuentra el reparo noble que aún estima,
por tus labios, se harán fríos los rayos hasta amarme…
Los besos que en tu cuna, prendados aun de Música
bordearán en tu dialecto las pausas de mi rima:
en tus labios cuanto existe, pronuncia de tu rica,
y continua soledad, en tu música que exima…

Mis ojos, atardecen el esmero en tu semblante,
cual sordo instante, pronuncia descabello,
en el labio que pondera de tu océano más bello
el incordio que te nombra, adustamente…
Plegaria, que mi cuerpo insiste en tu resabio,
en otro Oro viste, de nupcias, mi remedio
con el cálido anuncio del rostro de tu labio,
en otros presos labios, que tu frío es en mi medio…

Acierta, no de triste calma: mas otro la concibe,
el púrpura asedio que la noche nos compara
en la ciega, última risa, que la noche desampara,
en tus labios no se adueña, de mi ósculo, recibe
en otro canto adusto, el reclinar de mi recíproco
labio que depara, en otro labio, que, de a poco,
incita de tu pueblo, en otra golondrina,
tu antigua tez, que en aura, la nieve te ilumina…

Mis ojos, no tallan, a un celeste verso,
la alegría en tu llamado, prendado del más terso
colapso en dos caricias, que vierte mi Universo,
acompasando un labio, que encima, ya disperso…
Adosa en tu nido, la misma fantasía,
el rostro en armonía, la fiebre que dispara,
en otro labio amante, el nido de mi cara:
por ti, se bate en eco, la imagen que extasía…

Anida de mi claustro, la libertad amante,
del rostro de mi beso, en otros labios ciertos:
tus besos son de labios, que embocan mis aciertos,
boca de boca en boca, mi libro más fragante…
En sordo augurio, tenaz, yo de mi arribo,
explano la dulzura, de mi caballo extinto
de tu dulzura hecho, la fragua que derribo,
en otros labios bellos, el Oro más distinto…

Ya júbilo, laúdes, recíprocos, en calma
desvisten con la lluvia, el Sol que la amuralla,
a mi celeste verso, que en otro verso, halla
desde tus labios rojos, los ojos de mi alma…
No priva tu silencio, que entrona tapizando,
de bruces en mi fábula, consciente moraleja
que labios en ti espeja, con otros, tamizando,
el rostro de mi oro, que en ti vuelve la ceja…

Son artes que se ennovian, son claros los motivos,
del arte de tus labios, que besan, compasivos…