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por Roto el mar
Roto el mar, con una constante súplica,
mis versos caen, como lluvia de tormenta
en otras alas dulces ni embellece ni aspavienta, el Sol declara bucles de soles, y de menta.
Sobre el tamo que hesita su jolgorio pulido entre los versos, reclama el aire
su torcida tozudez,
en otras cumbres,
mi liviana esgrima ansía, regalarle a la sombra delgada madurez…
Del lirio de las ascuas, bermudas en asilos, recambio de pistilos
en Céfiros que puebla, mi delgado oído, en sombras del vagido
ó en rotos almendros; de sábanas, vestido
en sombras percudido, delirios en fragmento: anochecido
en duras huestes, los versos del taimado, jocoso bienamado
de luces en improntas, tendidos los bajeles en sus montas…
Alhelíes de frondosas, estimas donde callas, virtudes de muralla
en otras donde hesitas, virtudes de presillas,
do el verso cabe en andas, de llanuras, lo comandas,
en süaves cautiverios, llamados borceguíes en empeños,
de vanos rocines, y senderos
de voces y de arrieros,
de versos entre fábulas de flores y frambuesos doloridos,
de bocas, frenesíes, de júbilos y acacias
dormidas adyacencias, en versos que se emboban
sumidos en tus bogas, distingues las presuras
de júbilos y llantos,
perdidos en los mantos
de sólidas auroras…
Cae, como gotas hilvanadas en tus besos, los sostenidos rezos
de versos y de ágoras, presentes
en llovidas castas, sientes
que la bóveda del verso
es el despertar
la vestida iridiscencia, del tenaz y nuevo
jolgorio a lo que escribo
del Céfiro que prueba
con su cadencia el verso,
en otras alas rotas,
ensilla su cabestro
de júbilos y notas,
y sombras malheridas
que pueblan los adversos
Anhelas ya la fuga,
condona de su tregua, la muralla
vestida y no te halla…
Y pájaros se afirman, en tu vuelo.
Roto el mar, con una constante súplica,
mis versos caen, como lluvia de tormenta
en otras alas dulces ni embellece ni aspavienta, el Sol declara bucles de soles, y de menta.
Sobre el tamo que hesita su jolgorio pulido entre los versos, reclama el aire
su torcida tozudez,
en otras cumbres,
mi liviana esgrima ansía, regalarle a la sombra delgada madurez…
Del lirio de las ascuas, bermudas en asilos, recambio de pistilos
en Céfiros que puebla, mi delgado oído, en sombras del vagido
ó en rotos almendros; de sábanas, vestido
en sombras percudido, delirios en fragmento: anochecido
en duras huestes, los versos del taimado, jocoso bienamado
de luces en improntas, tendidos los bajeles en sus montas…
Alhelíes de frondosas, estimas donde callas, virtudes de muralla
en otras donde hesitas, virtudes de presillas,
do el verso cabe en andas, de llanuras, lo comandas,
en süaves cautiverios, llamados borceguíes en empeños,
de vanos rocines, y senderos
de voces y de arrieros,
de versos entre fábulas de flores y frambuesos doloridos,
de bocas, frenesíes, de júbilos y acacias
dormidas adyacencias, en versos que se emboban
sumidos en tus bogas, distingues las presuras
de júbilos y llantos,
perdidos en los mantos
de sólidas auroras…
Cae, como gotas hilvanadas en tus besos, los sostenidos rezos
de versos y de ágoras, presentes
en llovidas castas, sientes
que la bóveda del verso
es el despertar
la vestida iridiscencia, del tenaz y nuevo
jolgorio a lo que escribo
del Céfiro que prueba
con su cadencia el verso,
en otras alas rotas,
ensilla su cabestro
de júbilos y notas,
y sombras malheridas
que pueblan los adversos
Anhelas ya la fuga,
condona de su tregua, la muralla
vestida y no te halla…
Y pájaros se afirman, en tu vuelo.
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