De mutuo semblante (Tras la lira)
De mutuo semblante, roca viva,
pregón incierto sobre la calva manera
de torcer las ollas del crepúsculo, reciba
en dúctil tramo su locuaz invento, Primavera
cual celeste ramo de candor, de sola prisa,
reverbero de su adiós, en voz nevada
tan sólo aliento de su voz desorbitada,
encona la silvestre hermosura, que en la risa
Apresa su caudal emisario de sorpresas blanquecinas
en la nube, cual desigual princesa abstenida de recuerdos,
en voz trenzada, y alivio sobre versos, que en esquinas
la brisa atañe, cual juglar encima en beso presto,
pinchando su clavël ó rosa pura, en su índice
y lúgubre estertor de sola bruma, anido cual un ápice
de luna en su llamado, inmerso en su marea desbordante,
entre horas la altivez mudo trastoca, la elocuencia divina…
Cual un verso, su soplo enajenado, su boca oscura nieva
su ardor complicando su llamada esquiva,
por sobre el arte, la marea que se aviva,
y pernocta sutil, su asidua llama, mientras se elëva,
su contorno lacerado, en otra nueva…
Llama perdura, su ahínco y su mudez definitiva
rostro que invade cópula del mar, y sólo espanto
la luz de mi mudez, mi solo encanto…
Veo pasar el mundo y ya la historia, deviniendo su muralla,
en otra testa oscura. Quedar detenido abarca todo
y emblema la tarea de soñar tras el recuerdo,
todo el profundo goce en llanto, y horror en el que encalla
su furor eterno tras la sombra… No persuade
la sóla rigidez de los segundos, ó los años
y perfuma en sí mismo la rosa lacerada,
que ve detenido mi amor leve…
Mi solo canto reverso es a los años,
y sólo los minutos desanima su cuadrante
cual voz propicia enajena rostro amante,
su muralla veloz. Cual es el cierre,
de su cuerpo en otra testa de la nieve,
y procura el mar, si atreve, la gentil memoria…
Tal es la virtud de aquésta historia,
nevada en lo omnisciente…
Perdura, cual el rastro, su doncella
encubrir el ánima, destella, en mí la sombra,
por el destello, de amor invento sola huella,
que el amor perdura, cuanto alumbra…
Su siguiente muralla bienvenida
en otro claustro feroz, tal es la huida,
de la frente macerada con estudio
y en la bandada firme, su Rosa fementida…
Descuello un ángel de voz, empalizada
de muros sobre venas descubiertas y prisiones,
donde la trova canta inciertas parsimonias
y desnuda la crin de los caballos sempiternos…
Alando, tras la huella, sus únicos suspiros,
lacerando su boca entre los ríos, y oportunos besos
consumados, en otras sienes de su ruina...
Perpleja cima, de su rubor oculta, la diadema,
En otra flor lacerante y ya desnuda,
de amapolas torcazas, y en la rüina,
no efebo canto canta y trina
el desvelo llanto de una plegaria muda.
Desorbitando la llanura, de una endeble pasión,
cual percudida guitarra en manos de un mounstruo,
que legitima la dureza del diamante y ya del oro,
en su simiente mudo. Y lozano universo ufano…
Miente, ya la letrina de una bóveda sangrante,
en otra sílaba pueril, tu seguimiento, y evade
la sonorosa causa mortal de la trastienda,
un universo llamado a la contienda, de tu causa feroz,
tal es la cima, nublóse tus ojos en la ira
y ya la risa anonada los silencios,
cuando perdura la bondad, el pío ruego
de un atisbo blanquecino en otro cano desvelo de tu llanto…
Mirada, pues, enajenada de belleza, pero al fin
perdura la sorpresa de tu boca, al verse rüin.
De mutuo semblante, roca viva,
pregón incierto sobre la calva manera
de torcer las ollas del crepúsculo, reciba
en dúctil tramo su locuaz invento, Primavera
cual celeste ramo de candor, de sola prisa,
reverbero de su adiós, en voz nevada
tan sólo aliento de su voz desorbitada,
encona la silvestre hermosura, que en la risa
Apresa su caudal emisario de sorpresas blanquecinas
en la nube, cual desigual princesa abstenida de recuerdos,
en voz trenzada, y alivio sobre versos, que en esquinas
la brisa atañe, cual juglar encima en beso presto,
pinchando su clavël ó rosa pura, en su índice
y lúgubre estertor de sola bruma, anido cual un ápice
de luna en su llamado, inmerso en su marea desbordante,
entre horas la altivez mudo trastoca, la elocuencia divina…
Cual un verso, su soplo enajenado, su boca oscura nieva
su ardor complicando su llamada esquiva,
por sobre el arte, la marea que se aviva,
y pernocta sutil, su asidua llama, mientras se elëva,
su contorno lacerado, en otra nueva…
Llama perdura, su ahínco y su mudez definitiva
rostro que invade cópula del mar, y sólo espanto
la luz de mi mudez, mi solo encanto…
Veo pasar el mundo y ya la historia, deviniendo su muralla,
en otra testa oscura. Quedar detenido abarca todo
y emblema la tarea de soñar tras el recuerdo,
todo el profundo goce en llanto, y horror en el que encalla
su furor eterno tras la sombra… No persuade
la sóla rigidez de los segundos, ó los años
y perfuma en sí mismo la rosa lacerada,
que ve detenido mi amor leve…
Mi solo canto reverso es a los años,
y sólo los minutos desanima su cuadrante
cual voz propicia enajena rostro amante,
su muralla veloz. Cual es el cierre,
de su cuerpo en otra testa de la nieve,
y procura el mar, si atreve, la gentil memoria…
Tal es la virtud de aquésta historia,
nevada en lo omnisciente…
Perdura, cual el rastro, su doncella
encubrir el ánima, destella, en mí la sombra,
por el destello, de amor invento sola huella,
que el amor perdura, cuanto alumbra…
Su siguiente muralla bienvenida
en otro claustro feroz, tal es la huida,
de la frente macerada con estudio
y en la bandada firme, su Rosa fementida…
Descuello un ángel de voz, empalizada
de muros sobre venas descubiertas y prisiones,
donde la trova canta inciertas parsimonias
y desnuda la crin de los caballos sempiternos…
Alando, tras la huella, sus únicos suspiros,
lacerando su boca entre los ríos, y oportunos besos
consumados, en otras sienes de su ruina...
Perpleja cima, de su rubor oculta, la diadema,
En otra flor lacerante y ya desnuda,
de amapolas torcazas, y en la rüina,
no efebo canto canta y trina
el desvelo llanto de una plegaria muda.
Desorbitando la llanura, de una endeble pasión,
cual percudida guitarra en manos de un mounstruo,
que legitima la dureza del diamante y ya del oro,
en su simiente mudo. Y lozano universo ufano…
Miente, ya la letrina de una bóveda sangrante,
en otra sílaba pueril, tu seguimiento, y evade
la sonorosa causa mortal de la trastienda,
un universo llamado a la contienda, de tu causa feroz,
tal es la cima, nublóse tus ojos en la ira
y ya la risa anonada los silencios,
cuando perdura la bondad, el pío ruego
de un atisbo blanquecino en otro cano desvelo de tu llanto…
Mirada, pues, enajenada de belleza, pero al fin
perdura la sorpresa de tu boca, al verse rüin.
Jue Nov 14, 2024 4:55 am por caminandobajolalluvia
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