La risa
La risa de tu rostro, donde rasguña la sombra su acechanza, única virtud
que la extrapola de la nieve,
dulce amapola de ruina ante el coloso,
inmenso en tus pupilas,
en el odeón trágico y esbelto en la llanura,
ofuscada
por el casi tenue ademán de tus mejillas,
entreabierta boca, labios que se han ido
a mellar de tu contorno en la llovizna,
tenue canto malherido de tu risa,
aletargada en llanto, en boca altiva…
Puede más que mi desgano, ó de la sombra, enmudeciendo
el antifaz del oro regio, que conmemora en tu cintura mi colegio
sobre el celeste mudo afán, desde mi pluma…
Mirada enhiesta, allí en la forma de tu beso
mirada firme, sobre el cáñamo a la aurora,
doblez que apaña y trasluce y atesora
palabra ruin de mi bosquejo, en bosque, usura…
Tamiz del bucle de tu testa entre tu beso,
nativo infante nacarado en el regreso
de mis dos alas en la boca de tus niñas:
dos labios hablan en tu boca, con dos besos…
Risa que atrapa ya la afluente roca, que traspasa el desliz del sólido anatema,
errante en el dibujo perdido en tus madejas de frío, sobre el desvelo mudo ademán, letargo helado, boca que acompasa la vertiente en la figura desmentida
de tu silencio en mí la voz, tañe aún, la sombra ida
perplejo amante, de voz equidistante, entre tus labios, mi sonrisa
boca que oprobia a contraluz, el oropel de la bombilla
del velador que te sostiene la figura entre la sombra y el mentón,
desnuda mi sombrilla de alcoba y ruiseñor…
Desdobla su jinete la forma en mi cubilla, destierra todo un beso
que labra tus pechos entre mi barbilla,
y estoica pluma, hace ademán de solemne trago dulce,
mi única amargura da de beber, conjuga y roce…
Mi ardor no frena, sin mi bastidor ni mi confianza herida,
tan solemnemente de tu luz hacia la huida,
del sutil beso que se presta a dos heraldos
amar un ralo pincel de mundos gualdos…
Pisada erige tu dulzura y tu sonrisa, en el baluarte de tu nómina de bronce,
donde el rescaldo a mi
pantera escurridiza,
existe en ti
y ya la nombra
tu retiro…
Entre las horas que embellece la ventana, me mide un beso de tu flor la flor liviana,
y encima un verde arado, náufrago de ti preso:
tu contorno y mi deceso,
deslumbrando poca caña…
Al buen pescador, de tu arte mi sombra aguza
en el interior de tu espina y tu pez fragante,
en el sólido ademán que encierras desde orillas, cautiverios en el mar, de mi sonrisa…
Alada, eres entonces
la alada princesa rejuvenecida en altos cierres de roble y ruin muralla desvestida de noche…
Eres,
la placidez del sueño,
vendaval de mi acechanza en espanto ó contrapeso del imán semidormido de tu aliento…
La cantimplora del sediento,
el nadar esquizofrénico en aguas turbias,
rezo de fortunas endiabladas en la risa de tu centro,
desatando la quimera de mi fauna
entre tus cedros…
La magnolia, el tegumento las alas y la lluvia, de un beso de pino
sobre el sólido elemento que la cal rechaza…
Un can travieso,
en la morada multiplicando el cardumen de su cola, enmudeciendo movimientos de alegría,
Sólida epifanía, del arte consumada
en tu diadema
de sudor,
perla de frío…
Y todo goce que además en el estío
entreabre tu figura al darme brío
y la canción de una mirada enaltecida…
donde oyes…
y suspiras…
La risa de tu rostro, donde rasguña la sombra su acechanza, única virtud
que la extrapola de la nieve,
dulce amapola de ruina ante el coloso,
inmenso en tus pupilas,
en el odeón trágico y esbelto en la llanura,
ofuscada
por el casi tenue ademán de tus mejillas,
entreabierta boca, labios que se han ido
a mellar de tu contorno en la llovizna,
tenue canto malherido de tu risa,
aletargada en llanto, en boca altiva…
Puede más que mi desgano, ó de la sombra, enmudeciendo
el antifaz del oro regio, que conmemora en tu cintura mi colegio
sobre el celeste mudo afán, desde mi pluma…
Mirada enhiesta, allí en la forma de tu beso
mirada firme, sobre el cáñamo a la aurora,
doblez que apaña y trasluce y atesora
palabra ruin de mi bosquejo, en bosque, usura…
Tamiz del bucle de tu testa entre tu beso,
nativo infante nacarado en el regreso
de mis dos alas en la boca de tus niñas:
dos labios hablan en tu boca, con dos besos…
Risa que atrapa ya la afluente roca, que traspasa el desliz del sólido anatema,
errante en el dibujo perdido en tus madejas de frío, sobre el desvelo mudo ademán, letargo helado, boca que acompasa la vertiente en la figura desmentida
de tu silencio en mí la voz, tañe aún, la sombra ida
perplejo amante, de voz equidistante, entre tus labios, mi sonrisa
boca que oprobia a contraluz, el oropel de la bombilla
del velador que te sostiene la figura entre la sombra y el mentón,
desnuda mi sombrilla de alcoba y ruiseñor…
Desdobla su jinete la forma en mi cubilla, destierra todo un beso
que labra tus pechos entre mi barbilla,
y estoica pluma, hace ademán de solemne trago dulce,
mi única amargura da de beber, conjuga y roce…
Mi ardor no frena, sin mi bastidor ni mi confianza herida,
tan solemnemente de tu luz hacia la huida,
del sutil beso que se presta a dos heraldos
amar un ralo pincel de mundos gualdos…
Pisada erige tu dulzura y tu sonrisa, en el baluarte de tu nómina de bronce,
donde el rescaldo a mi
pantera escurridiza,
existe en ti
y ya la nombra
tu retiro…
Entre las horas que embellece la ventana, me mide un beso de tu flor la flor liviana,
y encima un verde arado, náufrago de ti preso:
tu contorno y mi deceso,
deslumbrando poca caña…
Al buen pescador, de tu arte mi sombra aguza
en el interior de tu espina y tu pez fragante,
en el sólido ademán que encierras desde orillas, cautiverios en el mar, de mi sonrisa…
Alada, eres entonces
la alada princesa rejuvenecida en altos cierres de roble y ruin muralla desvestida de noche…
Eres,
la placidez del sueño,
vendaval de mi acechanza en espanto ó contrapeso del imán semidormido de tu aliento…
La cantimplora del sediento,
el nadar esquizofrénico en aguas turbias,
rezo de fortunas endiabladas en la risa de tu centro,
desatando la quimera de mi fauna
entre tus cedros…
La magnolia, el tegumento las alas y la lluvia, de un beso de pino
sobre el sólido elemento que la cal rechaza…
Un can travieso,
en la morada multiplicando el cardumen de su cola, enmudeciendo movimientos de alegría,
Sólida epifanía, del arte consumada
en tu diadema
de sudor,
perla de frío…
Y todo goce que además en el estío
entreabre tu figura al darme brío
y la canción de una mirada enaltecida…
donde oyes…
y suspiras…
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