La mesa para dos
O es comernos entre dos,
con tu piel, mantel tendido,
o en mi plato preferido
y hasta ya quedar sin voz.
O es hartarnos cual feroz
par de lobos mutuamente,
o es mordernos lentamente,
gustar besos con estrellas,
miradas, cantos y huellas
para un hambre siempre urgente.
O es uno al otro servirnos
o es mi noche mesa pura
o es comernos con ternura,
labio a labio, hasta rendirnos.
Y no es dieta ni es medirnos,
es saciarnos de alimento,
el del sueño, el del contento,
el de un amor que atesora
todo el cielo que devora
de uno al otro en sentimiento.
En otras palabras llamas
a una cena permanente
en que de ambos un torrente
de delicias me reclamas.
Es sabor, entrega, camas
en que ya estamos servidos,
y al menú de los sentidos,
plato a plato, está llegando
y la pasión va llenando
nuestros cuerpos y sus nidos.
Es eso lo que nos gusta:
tenernos hasta el hartazgo,
saciando de amor el rasgo
que nos vence en dulce justa.
Es mesa en la aurora augusta
en que se acaba el ayuno,
en que todo es desayuno,
plato, almuerzo, postre, cena
y en que hasta la luna llena
nos da su beso oportuno.
Comida de amor, comida
que no cesa en su abundancia,
en regarnos por la estancia,
en volvernos pan y vida.
Esta es la carta, servida
por la suerte de encontrarnos,
de bebernos, de aliñarnos,
de nutrir nuestra esperanza
y, entre los cuerpos, la alianza
que ya espera saborearnos.
http://fuerteyfeliz.bligoo.cl/
22 09 14
O es comernos entre dos,
con tu piel, mantel tendido,
o en mi plato preferido
y hasta ya quedar sin voz.
O es hartarnos cual feroz
par de lobos mutuamente,
o es mordernos lentamente,
gustar besos con estrellas,
miradas, cantos y huellas
para un hambre siempre urgente.
O es uno al otro servirnos
o es mi noche mesa pura
o es comernos con ternura,
labio a labio, hasta rendirnos.
Y no es dieta ni es medirnos,
es saciarnos de alimento,
el del sueño, el del contento,
el de un amor que atesora
todo el cielo que devora
de uno al otro en sentimiento.
En otras palabras llamas
a una cena permanente
en que de ambos un torrente
de delicias me reclamas.
Es sabor, entrega, camas
en que ya estamos servidos,
y al menú de los sentidos,
plato a plato, está llegando
y la pasión va llenando
nuestros cuerpos y sus nidos.
Es eso lo que nos gusta:
tenernos hasta el hartazgo,
saciando de amor el rasgo
que nos vence en dulce justa.
Es mesa en la aurora augusta
en que se acaba el ayuno,
en que todo es desayuno,
plato, almuerzo, postre, cena
y en que hasta la luna llena
nos da su beso oportuno.
Comida de amor, comida
que no cesa en su abundancia,
en regarnos por la estancia,
en volvernos pan y vida.
Esta es la carta, servida
por la suerte de encontrarnos,
de bebernos, de aliñarnos,
de nutrir nuestra esperanza
y, entre los cuerpos, la alianza
que ya espera saborearnos.
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