Provoca el incienso trovador de tu legítima tarëa
el sofoco de tu diurno y soez clamor que vitupera
solícito desdén que acaso compusiera
tu nevada costumbre; llámame ciego, ardor ó tëa
que en su mismísima tarëa, encuentra en tu faz
el soliloquio de la ruina en el albor de tu risueña
templanza llevadera: ases tu llano y tu premura audaz,
inverso sueño trovador en alta cumbre, peña…
Acaso, contuviera la flor tanto su polen
que no pusiera el verdor donde su aroma pesa
y el color, vagando ahora su perfume; huelen
a rosa sus lamentos y a su consorte besa
la oscura faz de rubias parsimonias entintadas
de solemnes trazos de hilvanados versos
donde encinta tu voz cual destempladas
rüinas de mi canto en los traviesos…
Adarga de flor, que en el trébol aún marchita
su velamen, su contorno se desquita
de la flora donde aúna y se desvive su rosa
cual espacioso borbotón de una mirada
cual el cabello de tu flor la flor airada
cual el silencio de tu voz, cual alba moza,
en tu doncel, la misma noche que hace alarde tu hermosura
intrincando del bello mar tu bella usura…
Clavël del Tiempo, tinaja que aún en roble,
bermejo vino ensambla sabor y taciturna hüella,
que prelude un verso trovador: Estrella
que aún no diera de su encono mientras hable
de mis únicos preámbulos y süeñe de tu artesa
aquél roer del habla, que en tu mística belleza
asienta y da rubor a tu perfume, endecha suave
de tu licor no mueve aquél tenor la misma ave…
En su dialecto, mi pluma esboza de mi canto la sonrisa
tan de bienhechor acierto, no me imparte la fortuna
tu algarabía serena, en el canto que aún desliza
tu llanto y tu contorno, tus labios que en tu risa
no presagian el albor, nacarado a tu ternura
y sostienen en tu llanto que la misma paz procura
desafiarte en la belleza, tu rubor y tu ternura…
Cuando es llanto lo que embiste a tu flor en desmesura…
Cabe soñar, al fin, en tu mirada cabe amar
lo que tus ojos y tu boca no se llevan de mi alma,
cuando es el silencio el trovador desde el azar
tu única flecha que hace inmensa la distancia de mi calma,
y en el desnudo de la flor, tu flor enseña
la muda desnudez de tu canto en tu premura
y ase la tea que en la llave de mi albergue, bajo peña,
bien dispuesta, aleve, no se agota de su cántaro, y fulgura…
…La noche, no es la misma brisa que en tu ser dormía
bajo el hecho de mi son en tu luz y tu porfía,
tan así, así tan sólo, fuiste mi corazón, sana hidalguía
que trémula de oro, en tu cabello se apagaba y no latía
mi solo beso de amor, muerta figura de un solo sol, un solo canto
que moraba en tu silencio cual loor a tu mirada
y entre tu flor, la misma, amada desde el fin y mi principio, tanto
así, fue de tu sombra aquélla noche, aún estrellando mi mirada…
Así, tal vez atine sin tu canto poderoso
el designio de tu Rosa, albergar aún no puede tu promesa
distinguir aún el llanto candoroso
que el bajel de las flores hizo flecha, en tu belleza...
Así, mi sueño no pernocte aún desde mi encïerro
y cante, más al mar, que al mismo óleo de mi perro
cual otorgado beso y sin su náyade se alía
a convidarme con su rostro una sonrisa de alegría.
Así, mi encierro tuve, y nunca el llanto fue mi amigo:
sentirte con tu Canto y aún en la trova que persigo…
el sofoco de tu diurno y soez clamor que vitupera
solícito desdén que acaso compusiera
tu nevada costumbre; llámame ciego, ardor ó tëa
que en su mismísima tarëa, encuentra en tu faz
el soliloquio de la ruina en el albor de tu risueña
templanza llevadera: ases tu llano y tu premura audaz,
inverso sueño trovador en alta cumbre, peña…
Acaso, contuviera la flor tanto su polen
que no pusiera el verdor donde su aroma pesa
y el color, vagando ahora su perfume; huelen
a rosa sus lamentos y a su consorte besa
la oscura faz de rubias parsimonias entintadas
de solemnes trazos de hilvanados versos
donde encinta tu voz cual destempladas
rüinas de mi canto en los traviesos…
Adarga de flor, que en el trébol aún marchita
su velamen, su contorno se desquita
de la flora donde aúna y se desvive su rosa
cual espacioso borbotón de una mirada
cual el cabello de tu flor la flor airada
cual el silencio de tu voz, cual alba moza,
en tu doncel, la misma noche que hace alarde tu hermosura
intrincando del bello mar tu bella usura…
Clavël del Tiempo, tinaja que aún en roble,
bermejo vino ensambla sabor y taciturna hüella,
que prelude un verso trovador: Estrella
que aún no diera de su encono mientras hable
de mis únicos preámbulos y süeñe de tu artesa
aquél roer del habla, que en tu mística belleza
asienta y da rubor a tu perfume, endecha suave
de tu licor no mueve aquél tenor la misma ave…
En su dialecto, mi pluma esboza de mi canto la sonrisa
tan de bienhechor acierto, no me imparte la fortuna
tu algarabía serena, en el canto que aún desliza
tu llanto y tu contorno, tus labios que en tu risa
no presagian el albor, nacarado a tu ternura
y sostienen en tu llanto que la misma paz procura
desafiarte en la belleza, tu rubor y tu ternura…
Cuando es llanto lo que embiste a tu flor en desmesura…
Cabe soñar, al fin, en tu mirada cabe amar
lo que tus ojos y tu boca no se llevan de mi alma,
cuando es el silencio el trovador desde el azar
tu única flecha que hace inmensa la distancia de mi calma,
y en el desnudo de la flor, tu flor enseña
la muda desnudez de tu canto en tu premura
y ase la tea que en la llave de mi albergue, bajo peña,
bien dispuesta, aleve, no se agota de su cántaro, y fulgura…
…La noche, no es la misma brisa que en tu ser dormía
bajo el hecho de mi son en tu luz y tu porfía,
tan así, así tan sólo, fuiste mi corazón, sana hidalguía
que trémula de oro, en tu cabello se apagaba y no latía
mi solo beso de amor, muerta figura de un solo sol, un solo canto
que moraba en tu silencio cual loor a tu mirada
y entre tu flor, la misma, amada desde el fin y mi principio, tanto
así, fue de tu sombra aquélla noche, aún estrellando mi mirada…
Así, tal vez atine sin tu canto poderoso
el designio de tu Rosa, albergar aún no puede tu promesa
distinguir aún el llanto candoroso
que el bajel de las flores hizo flecha, en tu belleza...
Así, mi sueño no pernocte aún desde mi encïerro
y cante, más al mar, que al mismo óleo de mi perro
cual otorgado beso y sin su náyade se alía
a convidarme con su rostro una sonrisa de alegría.
Así, mi encierro tuve, y nunca el llanto fue mi amigo:
sentirte con tu Canto y aún en la trova que persigo…
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