Décimas del hijo mío

Décimas del hijo mío

El hijo mío es valiente
por tal Valentín se llama
lo amó su taita y su mama,
aunque aquella se hizo ausente.
Así creció inteligente
tierno y sencillo y preclaro,
yo como padre declaro
que doy gracias a lo eterno
por ver, después del invierno,
florecido en luz su faro.

Cierto que no todo es fiesta,
que hubo penas y dolores,
que, entre distancias y amores,
la vida subió la cuesta.
Cierto que no hay más respuesta
que el ir juntos de la mano,
la lluvia siguió al verano,
la noche eclipsó mil días,
pero no las alegrías
ni la fe que con él gano.

Así es que crece y yo crezco,
admirado y orgulloso
de ver en mi hijo precioso
las galas que yo adolezco.
Sé que cuidarlo merezco,
sé que él me cuida también,
que un día desde su andén
partirá en su propio viaje,
la libertad de equipaje
y el destino, hacer el bien.

Lo digo porque está escrito,
porque yo lo hice a mis años,
la vida es subir peldaños
y la meta el infinito.
Lo digo porque en el grito
de tanta familia rota,
veo que la pena brota
sin cauce ni dirección,
y del hombre el corazón
no merece esta derrota.

Por eso el que padre sea
que lo sea por amor,
así enfrentará el error
y el dolor que nos rodea.
Tengo un hijo y quien lo vea
nueva fe tendrá en el mundo
porque un hijo hace fecundo
el suelo que lo recibe
y en mi tierra el mío vive
cual semilla sin segundo.

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