Canto a mi generación
Canto a mi generación,
la que no tuvo escuela más que la calle,
y aun allí no fue fácil aprobar la vida,
y menos las demás asignaturas,
la muerte y el dolor, las injusticias,
las manos ateridas por el miedo,
las llagas de saber que algunos ya no volverían
y aún así aguardar por algún rastro de sus nombres.
Canto a los caídos, al que cae,
aún tras tantas décadas y muerto ya el gorila,
la pena tiene cauces invisibles,
la pena a veces cauces invencibles,
quedamos muchos firmes para echar a andar el alma,
pero golpeados hubo que jamás de nuevo se alzan.
Les canto y canto a todos,
incluso a los verdugos, que a palos nos enseñan
cuál es el hombre que queremos, cuál es
la dignidad y la alegría, cuál es la tierra
que ya entonces prometimos arar y refundar con todos
cuando las sombras se esfumaran de la patria en cautiverio.
Dirán que ya no hay tiempo, que vencidos
por siempre nos quedamos en la herencia
de un pútrido mercado, del enclave
en que los traficantes y los líderes del mundo
nos transan y nos venden sin aprecio
ni a la historia, ni a la sangre ni al legado
de los miles que partieron o se duermen,
del obrero que es esclavo ante la máquina,
del empleado que es servil en su oficina,
de aquel hombre y su mujer ya sepultados
por la oferta y la demanda de amor falso,
sexo falso, dicha falsa y otras falsas lentejuelas.
Dirán que sigo loco por no echar más que semillas
en vez de metralletas a las calles en que habito,
no creo, la verdad, en que matar cure la muerte,
ni en que golpear pare los golpes que aún no se curan alma adentro.
He visto desangrarse al sol sin que maldiga
y al trigo ser cortado humildemente
hasta volverse harina y pan en cada mesa,
así pretendo yo que los balcones tengan flores,
que las manzanas se repartan al herido,
que el pez regrese al plato de la fiesta
y en cada callejón traiga una estrella la esperanza.
Canto por eso, porque canto,
ningún dolor podrá con esta voz que en ti yo escucho,
ningún olvido habrá si en estas voces regresamos,
si sigues fiel a la palabra que aprendiste
y que hoy, a plena luz, cual la cigarra en primavera,
retorna al recordar aquella flor de la esperanza.
Mi generación es pues de un largo aliento,
son todos los que ayer su fe sembraron,
los que no conocí, los que sin verlo
echaron leña al fuego de la historia,
dejaron que se acerquen los humildes,
iluminaron tantas veces tanta noche tenebrosa,
algunos ya sabían que venía,
no supieron mi nombre, mas me vieron,
envuelto entre sus sueños, agitando,
como ellos, la bandera de la estrella,
la cabellera destinada a ver el fruto,
a otear el horizonte, a ser el nido de la idea,
otros conmigo van, yo sin saberlo,
o sin ellos saber que juntos vamos,
que es nuestra la verdad de los que se unen,
que hay mucho por hacer en las usinas.
Y el resto, ya vendrá, duermen en besos,
en sexos que aún no llegan a la cita,
en pactos del amor con la esperanza,
en sembradíos que se expanden por la tierra,
en nombres por cambiar a los tormentos.
Con todos llego aquí, con los que faltan,
con los que no vendrán, pues ya los cita otra victoria,
con todos a cantar, que tú también ya llegas,
alcemos esta copa humana de los pueblos,
que la generación de un hombre nuevo llene
ya las nuevas copas de un fervor en que ninguno falte.
Salud, hombre y mujer, que nuestras batallas den al cielo
y que del niño que sostengan llegue ya para él y todos
la necesaria y decisiva primavera que cantamos.
http://fuerteyfeliz.bligoo.cl/
17 08 13
Canto a mi generación,
la que no tuvo escuela más que la calle,
y aun allí no fue fácil aprobar la vida,
y menos las demás asignaturas,
la muerte y el dolor, las injusticias,
las manos ateridas por el miedo,
las llagas de saber que algunos ya no volverían
y aún así aguardar por algún rastro de sus nombres.
Canto a los caídos, al que cae,
aún tras tantas décadas y muerto ya el gorila,
la pena tiene cauces invisibles,
la pena a veces cauces invencibles,
quedamos muchos firmes para echar a andar el alma,
pero golpeados hubo que jamás de nuevo se alzan.
Les canto y canto a todos,
incluso a los verdugos, que a palos nos enseñan
cuál es el hombre que queremos, cuál es
la dignidad y la alegría, cuál es la tierra
que ya entonces prometimos arar y refundar con todos
cuando las sombras se esfumaran de la patria en cautiverio.
Dirán que ya no hay tiempo, que vencidos
por siempre nos quedamos en la herencia
de un pútrido mercado, del enclave
en que los traficantes y los líderes del mundo
nos transan y nos venden sin aprecio
ni a la historia, ni a la sangre ni al legado
de los miles que partieron o se duermen,
del obrero que es esclavo ante la máquina,
del empleado que es servil en su oficina,
de aquel hombre y su mujer ya sepultados
por la oferta y la demanda de amor falso,
sexo falso, dicha falsa y otras falsas lentejuelas.
Dirán que sigo loco por no echar más que semillas
en vez de metralletas a las calles en que habito,
no creo, la verdad, en que matar cure la muerte,
ni en que golpear pare los golpes que aún no se curan alma adentro.
He visto desangrarse al sol sin que maldiga
y al trigo ser cortado humildemente
hasta volverse harina y pan en cada mesa,
así pretendo yo que los balcones tengan flores,
que las manzanas se repartan al herido,
que el pez regrese al plato de la fiesta
y en cada callejón traiga una estrella la esperanza.
Canto por eso, porque canto,
ningún dolor podrá con esta voz que en ti yo escucho,
ningún olvido habrá si en estas voces regresamos,
si sigues fiel a la palabra que aprendiste
y que hoy, a plena luz, cual la cigarra en primavera,
retorna al recordar aquella flor de la esperanza.
Mi generación es pues de un largo aliento,
son todos los que ayer su fe sembraron,
los que no conocí, los que sin verlo
echaron leña al fuego de la historia,
dejaron que se acerquen los humildes,
iluminaron tantas veces tanta noche tenebrosa,
algunos ya sabían que venía,
no supieron mi nombre, mas me vieron,
envuelto entre sus sueños, agitando,
como ellos, la bandera de la estrella,
la cabellera destinada a ver el fruto,
a otear el horizonte, a ser el nido de la idea,
otros conmigo van, yo sin saberlo,
o sin ellos saber que juntos vamos,
que es nuestra la verdad de los que se unen,
que hay mucho por hacer en las usinas.
Y el resto, ya vendrá, duermen en besos,
en sexos que aún no llegan a la cita,
en pactos del amor con la esperanza,
en sembradíos que se expanden por la tierra,
en nombres por cambiar a los tormentos.
Con todos llego aquí, con los que faltan,
con los que no vendrán, pues ya los cita otra victoria,
con todos a cantar, que tú también ya llegas,
alcemos esta copa humana de los pueblos,
que la generación de un hombre nuevo llene
ya las nuevas copas de un fervor en que ninguno falte.
Salud, hombre y mujer, que nuestras batallas den al cielo
y que del niño que sostengan llegue ya para él y todos
la necesaria y decisiva primavera que cantamos.
http://fuerteyfeliz.bligoo.cl/
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