ENTRENAMIENTO

–La sortija sí, pero hacela difícil que soy grande –le dijo Matías con una sonrisa donde asomaban dos ventanitas superiores.
Don Merlín, el calesitero, asintió mientras cumplía con la rutina diaria de subir al niño al caballito de madera cuidando de no golpear su prótesis.

En cada vuelta de calesita, Merlín hacía arabescos en el aire con la sortija hasta que su pasajero, extendiendo el brazo, se quedaba con el trofeo.

Luego sucedía lo que solo ellos y yo, su niñera, sabíamos: Por un instante desaparecía todo mientras a sus pies nacía una playa de arena tibia que los invitaba a correr de la mano.

Poco después del último "trabajo" de Merlín, el kinesiólogo me dijo sorprendido: -Es notable la recuperación de este nene, Rosa, dígale a la mamá que parece arte de magia. Matías camina tan seguro y libre como si no le faltara una pierna".

Sukle

gracias  por compartir.
felicidades

muchas Gracias por tus palabras

Qué bonito tu relato, compañera!!
Gracias por este disfrute.