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por Invitado Lun Mar 01, 2010 10:26 pmEn Europa
Hacía días que no la veía a la Negra. Llegó a la tardecita, un poco cansada, y mientras preparábamos la “ceremonia del mate” y escuchábamos el tema “Plegaria de un labrador” de Víctor Jara, me dijo: “quiero ir a ver al viejo y conocerlo”. Admirado y perplejo le retruqué: ¿Cómo que al viejo?” “Respeta un poco ché”. Y allí nomás me retó: “No, tonto, al Viejo Mundo”, “¿sós tarado o que?”. Ya aclarado el tema, se fue a averiguar sobre el préstamo en el banco, a descontar por planilla y todo eso. Y ahí nomás, armó el viaje la Negra.
Me mandaba “e-mail” todos los días, y me retaba porque no la había querido acompañar. Aprovechó para “tirar líneas” por el tema de su trabajo. Tenía recomendación de un familiar de ella, que era un político influyente del norte argentino, para hacer negocios, sobre todo en España, un país muy lindo y con mucha riqueza cultural e histórica. Parece que la Negra estaba cambiando de suerte. Se me estaba convirtiendo en empresaria.
Cuando volvió me contó que recorrió toda Francia. En París, entró en las tiendas de belleza, se puso variados perfumes (le hacía falta me dijo), y de una sola pasada se acabó un lápiz de labios. Después se fue a Italia, y que en Venecia, mientras ella estaba paseando en góndola, al cruzar sus piernas, se cayó el gondolero al agua. También, conociéndola a la Negra, seguro que se había puesto una falda corta, y encima con tajo. Me contó que se comió todas las pizzas de Italia. ¡Pizzas dije, con zeta! ¿Qué han escuchado ustedes?.
Pasó por Grecia, un verdadero paraíso y luego regresó a Salta, previo a hacer primero escala en Brasil y en Buenos Aires.
Y ese fue el primer viaje de la Negra a Europa. Después les contaré de otros…
Hacía días que no la veía a la Negra. Llegó a la tardecita, un poco cansada, y mientras preparábamos la “ceremonia del mate” y escuchábamos el tema “Plegaria de un labrador” de Víctor Jara, me dijo: “quiero ir a ver al viejo y conocerlo”. Admirado y perplejo le retruqué: ¿Cómo que al viejo?” “Respeta un poco ché”. Y allí nomás me retó: “No, tonto, al Viejo Mundo”, “¿sós tarado o que?”. Ya aclarado el tema, se fue a averiguar sobre el préstamo en el banco, a descontar por planilla y todo eso. Y ahí nomás, armó el viaje la Negra.
Me mandaba “e-mail” todos los días, y me retaba porque no la había querido acompañar. Aprovechó para “tirar líneas” por el tema de su trabajo. Tenía recomendación de un familiar de ella, que era un político influyente del norte argentino, para hacer negocios, sobre todo en España, un país muy lindo y con mucha riqueza cultural e histórica. Parece que la Negra estaba cambiando de suerte. Se me estaba convirtiendo en empresaria.
Cuando volvió me contó que recorrió toda Francia. En París, entró en las tiendas de belleza, se puso variados perfumes (le hacía falta me dijo), y de una sola pasada se acabó un lápiz de labios. Después se fue a Italia, y que en Venecia, mientras ella estaba paseando en góndola, al cruzar sus piernas, se cayó el gondolero al agua. También, conociéndola a la Negra, seguro que se había puesto una falda corta, y encima con tajo. Me contó que se comió todas las pizzas de Italia. ¡Pizzas dije, con zeta! ¿Qué han escuchado ustedes?.
Pasó por Grecia, un verdadero paraíso y luego regresó a Salta, previo a hacer primero escala en Brasil y en Buenos Aires.
Y ese fue el primer viaje de la Negra a Europa. Después les contaré de otros…
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