Autobiografía de una flor

Soy una violeta que nació un setiembre glorioso en un pequeño cantero de un gran jardín.
Otras flores que compartían ese espacio me desdeñaban por ser tan diminuta, hecho que, según ellas, me impedía recibir la caricia de la brisa y el beso del sol.
Fresias, claveles y rosas me humillaban con su sola presencia, por su tamaño y hermosura. Las enredaderas hacían fantásticas piruetas ante mi humilde quietud.
Otras violetas nacieron en mi entorno llenándome de alegría y fraternal ternura. Cada tanto una joven y hermosa jardinera nos proporcionaba abundante agua fresca.
Un día nefasto ésta nos cortó armando un pequeño ramo. A una copa de fino cristal nos destinó donde manos rudas nos estrujaban y narices variadas aspiraban nuestra dulce fragancia. Pasados unos días fuimos a parar a las páginas sublimes de una sinfonía de Beethoven; pudimos percibir nuestro común origen con esa música tan espiritual, suave y humana. Entre estas páginas estoy agostando mi vida después de haber entregado mi tierna y aromada plenitud.