devorando nuestros propios cuerpos
de sueños como ríos que nos pasan
y amarte sin pliegues ni tesuras
en donde tú habitas,
en donde cada huella tuya
es un modo de caminar en alto
para compartir aquello que nos llueve,
mientras la vela de tus ojos
me enciende de razones anticipadas
en hazañas para nuestros cuerpos.
Inventando la luz,
con los cuerpos flotando por el viento
y las caricias son
cartas de amor en los pliegues del deseo,
lo que tú enciendes en mi cuerpo
lo que me dejas y queda en la mañana
tu resurrección hermosa,
tu vida como parte de la mía
cuando me quedo quieta
en tu cuerpo abatida.
Algo más que un asombro
es un estupor perpetuo,
más que el deseo
es la vida que me arroja
a la victoria entera de nuestros cuerpos.
Ayer a las 7:07 am por jorge enrique mantilla
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