NI ESO SIQUIERA.

Ni unas ventanas altas, ni una puerta cerrada
ni nada triste que nos mire,
que se asome a lo lejos pusilánime
cuando en mis manos la nada crece
en torno a mi, con vuelo de pañuelo y sombra.

Ni siquiera lo que ignoro
cuando las luces de cruce me ciegan
en discurso sin banquete.

Ni cuando los semáforos advierten
que andamos entre asfalto y caminatas
buscando entre poemas una razón que nos acerque.

Ni las piedras ni la sangre arisca
cuando los bolsillos pierden la forma,
la riqueza aparece de sorpresa.

Ni entre calles con casco y cachiporra
cuando se amontonan las cáscaras sobre las aceras
ni eso si quiera,
cuando la noche está aquí, el día comienza.

Ni cuando una chaqueta se abandona
sobre un bloque de piedra,
y se pierden en el mar las chalupas,
cuando miramos con atención,
ni eso, ni eso siquiera.

Nada nos apagará jamás, mientras estémos vivos y escuchemos a nuestro corazón gritando y pidiendo amor.

Así es Kaina, firmeza y flexibilidad.
Abrazos.