Corre la sangre, y seguirá corriendo cual río caudaloso que desemboca hasta llegar al mar.
Seguirán llorando las madres por la perdida de sus hijos que nada tienen que ver
con el crimen organizado, seguirán sintiendo impotencia los padres de esas
victimas inocentes que día con día van muriendo impunemente por manos asesinas
que siempre están dispuestas para hacer el mal, seguirá el horror y el terror
haciendo mella en todos los corazones inocentes que ya viven resignados ante el
gran apocalipsis que se ha desatado en mi tierra mexicana que a gritos clama por
justicia sin que nadie ponga atención a su gran suplicio. Y yo me pregunto, y tu
lector que lees estas letras también te habrás preguntado mil veces y otras
tantas mil, el porqué México tiene que vivir en un campo de guerra campal? Si en
ésta sangrienta guerra nada más se gana dolor y luto porque ninguno de los que
la están peleando tienen un ápice de benevolencia en su corazón y solo generan
muerte y destrucción sin el más mínimo remordimiento porque sus almas ya están
muy enlodadas o quizás desde niños nunca les enseñaron a ser buenas personas y
por ende, no les causa desasosiego matar a sangre fría y con una violencia
implacable que nos permite ver la gran pobreza de sus espíritus.
¡Ay qué tristeza es ver a todo un pueblo destrozado de esa manera tan sangrienta!
¿Quién responde por toda esa gente inocente que tiene que vivir pensando si el
día de mañana morirá en el fuego cruzado O si serán confundidos y secuestrados
para luego ser asesinados de una manera tan vil? ¿Quién responde por toda esa
ola de violencia que se está viviendo en el México de hoy? El gobierno no hace
nada y hasta se rumora que, él, es uno de ellos, entonces, ¿en quienes vamos a
confiar?
Corre la sangre y seguirá corriendo hasta que el pueblo mexicano diga basta y tome
conciencia de que tarde o temprano seremos nosotros mismos los que demos
nuestras vidas por liberar a nuestra prole de la esclavitud tan violenta que
solo está causando terror y destrucción en el suelo mexicano. Recordemos todos,
que para evitar futuros criminales tenemos que educar a nuestros hijos con amor,
e inculcarles las buenas costumbres desde la niñez para que ellos hagan lo mismo
con su descendencia. También recordemos que siempre tenemos la opción de decir
¡NO! cuando alguien trata de persuadirnos para hacer el mal, seamos fieles a
nuestra propias convicciones, como también a nuestra conciencia, y aprendamos a
escucharla cuando ésta nos recrimine nuestros malos actos. Vivamos con amor, y
así mismo tratemos a los demás, pongamos ese granito de arena de nuestra parte
para ser y hacer, un mejor México para nuestros hijos.
¡Qué Dios nos proteja a todos y que a ellos los perdone por todos los crimenes que
han cometido!
Palabras del alma
julio/13/2011
Martha Humphrey
Derechos reservados©
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