VEN OTRA VEZ
¡Ven otra vez Jesús, ven otra vez!
Vuelve a enseñar tu cátedra en el templo,
vuelve a asombrar bajo tu suave acento
la doctrina retrógrada del hombre,
que hay guías como aquellos fariseos
que pretenden ser ellos los señores.
Caifás ha retomado el sacerdocio;
las arcas de la ofrenda se han llenado
por la venta en tus atrios del ganado;
y el grito ronco de los vendedores
se escucha por doquier y aun más fuerte
que el canto de amor de tu rebaño.
¡Ven otra vez Jesús, ven otra vez!
Que hay muchos Judas repartiendo besos;
se multiplicó el truhán y el traicionero
que dejando la luz de tu Evangelio
va en pos de la fama y del dinero;
vuelve a decir a Judas el funesto:
“Lo que vayáis a hacer, hacedlo presto”.
Volvieron muchos a las viejas redes
—rota la ilusión y la esperanza muerta,
pues su ambición estaba en los poderes,
en la gloria del mundo y sus laureles;
mas esto es cual la flor que el viento seca.
Es preciso escuchar tu voz serena
que subrayó el cielo en un relámpago:
“Para el reino de los cielos no es apto
quien mirando hacia atrás deja el arado”.
Todavía hay hombres prepotentes
que al pie de la cruz echan las suertes
disputándose de ti ser los vicarios;
se disputan tu nombre y tus legados;
tu dominio se juegan en los dados
entre risas diabólicas de muerte.
¡Ven otra vez Jesús, ven otra vez!
Ven a enjugar del hombre aquella lágrima
que rompe el corazón y hiere el alma.
Alguien mató al buen samaritano;
mataron a pedradas a la adúltera;
alguien ofrece el perfume de los nardos
que robó a una mujer, casi por burla,
y en la calle lo vende por denarios.
Se publica en las líneas de los diarios:
“Se busca a un hombre que se llama Lázaro”
“Recompensa a quien halle a Nicodemo”
“Secuestran a Zaqueo el publicano”.
Se extinguen tus amigos verdaderos
y se escucha la furia del tirano.
Alguien sufre por ti todos los días,
y uno más que repite tu mandato
de amor entre los negros y los blancos
tiene que hacerlo a costo de la vida…
y nadie ha escrito ante la losa fría:
“Hombres de paz, y bienaventurados”.
¡Ven otra vez Jesús, ven otra vez!
Que en lugar del “Sermón de la montaña”
sólo ruge el cañón y la metralla,
y en lugar de las manos que acarician
al enfermo, a los pobres y a los niños,
van por el mundo encendiendo cirios
de muerte atroz, las armas radioactivas.
¡Ven otra vez Jesús, ven otra vez!
Por amor a tu pueblo redimido,
con furia, con castigo y con poder;
con la gloria y Hosana en las alturas
y con el triunfo de amor sobre la tumba
¡Ven otra vez Jesús, ven otra vez!
Jonathan Mateos
¡Ven otra vez Jesús, ven otra vez!
Vuelve a enseñar tu cátedra en el templo,
vuelve a asombrar bajo tu suave acento
la doctrina retrógrada del hombre,
que hay guías como aquellos fariseos
que pretenden ser ellos los señores.
Caifás ha retomado el sacerdocio;
las arcas de la ofrenda se han llenado
por la venta en tus atrios del ganado;
y el grito ronco de los vendedores
se escucha por doquier y aun más fuerte
que el canto de amor de tu rebaño.
¡Ven otra vez Jesús, ven otra vez!
Que hay muchos Judas repartiendo besos;
se multiplicó el truhán y el traicionero
que dejando la luz de tu Evangelio
va en pos de la fama y del dinero;
vuelve a decir a Judas el funesto:
“Lo que vayáis a hacer, hacedlo presto”.
Volvieron muchos a las viejas redes
—rota la ilusión y la esperanza muerta,
pues su ambición estaba en los poderes,
en la gloria del mundo y sus laureles;
mas esto es cual la flor que el viento seca.
Es preciso escuchar tu voz serena
que subrayó el cielo en un relámpago:
“Para el reino de los cielos no es apto
quien mirando hacia atrás deja el arado”.
Todavía hay hombres prepotentes
que al pie de la cruz echan las suertes
disputándose de ti ser los vicarios;
se disputan tu nombre y tus legados;
tu dominio se juegan en los dados
entre risas diabólicas de muerte.
¡Ven otra vez Jesús, ven otra vez!
Ven a enjugar del hombre aquella lágrima
que rompe el corazón y hiere el alma.
Alguien mató al buen samaritano;
mataron a pedradas a la adúltera;
alguien ofrece el perfume de los nardos
que robó a una mujer, casi por burla,
y en la calle lo vende por denarios.
Se publica en las líneas de los diarios:
“Se busca a un hombre que se llama Lázaro”
“Recompensa a quien halle a Nicodemo”
“Secuestran a Zaqueo el publicano”.
Se extinguen tus amigos verdaderos
y se escucha la furia del tirano.
Alguien sufre por ti todos los días,
y uno más que repite tu mandato
de amor entre los negros y los blancos
tiene que hacerlo a costo de la vida…
y nadie ha escrito ante la losa fría:
“Hombres de paz, y bienaventurados”.
¡Ven otra vez Jesús, ven otra vez!
Que en lugar del “Sermón de la montaña”
sólo ruge el cañón y la metralla,
y en lugar de las manos que acarician
al enfermo, a los pobres y a los niños,
van por el mundo encendiendo cirios
de muerte atroz, las armas radioactivas.
¡Ven otra vez Jesús, ven otra vez!
Por amor a tu pueblo redimido,
con furia, con castigo y con poder;
con la gloria y Hosana en las alturas
y con el triunfo de amor sobre la tumba
¡Ven otra vez Jesús, ven otra vez!
Jonathan Mateos
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