Cuando la negrura de la noche cayó
las difusas sombras llamaron a mi puerta embrujada,
les impidió el paso a mi cámara mortuoria;
sus astutos pasos en el corredor de mi mansión
atormentaron mi estadía en mi habitación;
cobijado por mi enfermiza melancolía a tu traición.
En incesantes recaídas nunca vi la amargura de mi vida
me atormentaran con tal desesperación
Y la noche confabulada con el álamo de mi ventana
que con rasguños herían mi imaginación,
mientras en el pasillo se acercaban
apariciones que provocaban mi destrucción.
Asustado yo esperaba
a la puerta llamaran o la perilla arrancaran
y me arrebataran el alma
me sacaran el corazón.
Y la penumbra de los muros
me acechaba con aterradora sensación.
Tu rostro venia a mi mente en odioso reclinar,
tu sonrisa mortecina a mi pena señalar.
Abruptamente me escapaba de tus garras
en tanto la casa lloraba
pues maligno se acercaba a la mirilla del portón.
Ocultarme yo intentaba
y acordarme de ti jamas tratara
pero los lúgubres seres cada noche me aconsejan;
en tanto lamentaba tu ausencia
mi cuerpo arde de dolor.
Sin hallar consuelo a mi triste duelo
que cada noche viene a tocar
pretendiendo derribar mi velo mortal,
mas la puerta se abre ante mi asombro matinal:
Nada; nada
Y el silencio de nuevo me sumerge sin razón.
Lara Bazaldúa.
Indautor 2010.
las difusas sombras llamaron a mi puerta embrujada,
les impidió el paso a mi cámara mortuoria;
sus astutos pasos en el corredor de mi mansión
atormentaron mi estadía en mi habitación;
cobijado por mi enfermiza melancolía a tu traición.
En incesantes recaídas nunca vi la amargura de mi vida
me atormentaran con tal desesperación
Y la noche confabulada con el álamo de mi ventana
que con rasguños herían mi imaginación,
mientras en el pasillo se acercaban
apariciones que provocaban mi destrucción.
Asustado yo esperaba
a la puerta llamaran o la perilla arrancaran
y me arrebataran el alma
me sacaran el corazón.
Y la penumbra de los muros
me acechaba con aterradora sensación.
Tu rostro venia a mi mente en odioso reclinar,
tu sonrisa mortecina a mi pena señalar.
Abruptamente me escapaba de tus garras
en tanto la casa lloraba
pues maligno se acercaba a la mirilla del portón.
Ocultarme yo intentaba
y acordarme de ti jamas tratara
pero los lúgubres seres cada noche me aconsejan;
en tanto lamentaba tu ausencia
mi cuerpo arde de dolor.
Sin hallar consuelo a mi triste duelo
que cada noche viene a tocar
pretendiendo derribar mi velo mortal,
mas la puerta se abre ante mi asombro matinal:
Nada; nada
Y el silencio de nuevo me sumerge sin razón.
Lara Bazaldúa.
Indautor 2010.
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