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por Oscar64 Miér Ene 19, 2011 7:07 amCompañeras
Que no te mientan sobre las mujeres,
no son hadas, no son brujas,
apenas cenicientas a pesar del feminismo.
A medianoche un golpe, un aborto, un violador
y no hay carroza que llegue a la posta o a los pacos.
Por eso cuídalas, quiérelas, abrázalas,
hay una que te guardó en su vientre sin saber qué le esperaba,
otra esperó tus besos a escondidas de la historia,
otra ayudó a encontrar un nido al nuevo amante,
o fueron hijos a los que tuvo que defender con diente y muela,
otra hace su vida igual a ti en su estatura,
pero con menos sal y patrimonio y aguinaldo.
Que no se salven sin tus puños en la lucha,
que no se pierdan sin que en ti algo fallezca
que no te deban más que tú cuando intercambian las miradas,
que no se alejen sin un gesto tuyo en sus cabellos,
sin un gesto de ellas en tus noches abatidas.
Mejor aún, que no camine nadie sin ellas a su lado,
sin la madre, la guerrera, la hermana, la vidente,
la hermosa compañera de los pies gastados,
la sabia confidente en los vaivenes de la memoria,
la férrea compañera de su propio asalto al cielo.
Mujeres, me disculpo
por tanta soledad ejercida a golpes,
por tanta sumisión fijada por decreto,
por tanto lagrimón quemado en las hogueras,
por tanto y tal silencio sin nombres ni medida.
Pequeño soy por ello, minúsculo en la tierra,
requiero que me abracen, requiero que soñemos.
También cargo cadenas, también morí en los puertos,
también viví lo injusto de un pan discriminado
y vi entre mis hermanos la sorna ante tus caderas.
Que no nos mientan sobre las mujeres,
mas bien que juntos las verdades resplandezcan,
alumbren, se apareen, respondan al agravio
y alcancen el sitial que cada cual conquiste,
codo a codo, beso a beso, interminablemente,
y en lenta sucesión de cielos recobrados.
Entonces las sirenas volverán a sus dos piernas
y el príncipe al balcón en que su Helena conquistó su mundo.
16 08 10
Que no te mientan sobre las mujeres,
no son hadas, no son brujas,
apenas cenicientas a pesar del feminismo.
A medianoche un golpe, un aborto, un violador
y no hay carroza que llegue a la posta o a los pacos.
Por eso cuídalas, quiérelas, abrázalas,
hay una que te guardó en su vientre sin saber qué le esperaba,
otra esperó tus besos a escondidas de la historia,
otra ayudó a encontrar un nido al nuevo amante,
o fueron hijos a los que tuvo que defender con diente y muela,
otra hace su vida igual a ti en su estatura,
pero con menos sal y patrimonio y aguinaldo.
Que no se salven sin tus puños en la lucha,
que no se pierdan sin que en ti algo fallezca
que no te deban más que tú cuando intercambian las miradas,
que no se alejen sin un gesto tuyo en sus cabellos,
sin un gesto de ellas en tus noches abatidas.
Mejor aún, que no camine nadie sin ellas a su lado,
sin la madre, la guerrera, la hermana, la vidente,
la hermosa compañera de los pies gastados,
la sabia confidente en los vaivenes de la memoria,
la férrea compañera de su propio asalto al cielo.
Mujeres, me disculpo
por tanta soledad ejercida a golpes,
por tanta sumisión fijada por decreto,
por tanto lagrimón quemado en las hogueras,
por tanto y tal silencio sin nombres ni medida.
Pequeño soy por ello, minúsculo en la tierra,
requiero que me abracen, requiero que soñemos.
También cargo cadenas, también morí en los puertos,
también viví lo injusto de un pan discriminado
y vi entre mis hermanos la sorna ante tus caderas.
Que no nos mientan sobre las mujeres,
mas bien que juntos las verdades resplandezcan,
alumbren, se apareen, respondan al agravio
y alcancen el sitial que cada cual conquiste,
codo a codo, beso a beso, interminablemente,
y en lenta sucesión de cielos recobrados.
Entonces las sirenas volverán a sus dos piernas
y el príncipe al balcón en que su Helena conquistó su mundo.
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