o si fueron sus andares.
Pero me llegó con prisa…
Este amor llegó con prisa
y despacio sus pesares.
Ahora es otro el rumbo
y otro es el paisaje…
¡Ay, sangre de mi sangre,
lo que siento yo por ti
no lo puede sentir nadie!
No sé si fue su aroma,
o si fueron sus espinas.
Pero blanca era la rosa.
¡Ay, blanca era la rosa!
Y muy dulce la agonía...
¿Qué llama late en su pecho?
¿Qué magia se hizo instante?
No hay fuego más intenso
que arda más en lo más dentro,
ni una sed que más me mate…
No sé si fue su aroma,
su risa o sus andares…
Hay espinas que se clavan,
tan sutiles como el aire,
que del alma ya no salen.
G.S.A.
Ayer a las 7:07 am por jorge enrique mantilla
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