TORTURA
Si no existe Dios, inventen uno rápido,
Antes de que las lágrimas se me terminen,
Antes de que mi corazón, seco, árido,
Sea como un pergamino que no trasminen.
Podría suceder esa momificación del alma,
Tejidos, órganos, cada una de las células,
Esa serenidad anormal, esa aparente calma,
Nada de encendida ira, ni pasiones trémulas.
Sólo un castigo Divino puede sacudirme ahora,
Un anatema decretado con gran convicción,
Un augurio funesto, una explicación aclaradora
Que me indique que esto es sólo una maldición.
Entonces comprenderé que gané beber esta hiel,
Será más fácil cargar unos supuestos grilletes,
Que fingir que la nada me rodea como tibia miel,
En un mundo que vale un buen puñado de billetes.
Entonces puedo esperar a que mi alma sobreviva,
Y aspirar a salir de mi celda, del calabozo helado,
A una nueva oportunidad, a una nueva disyuntiva,
Tal vez llegar a ver lo que ahora permanece velado.
Que me escuche un Ser Supremo blasfemar, aullar,
Que alguien me vea equivocarme miserablemente,
Un universo inmutable, mecánico, que no sabe fallar,
Más que un infierno llameante me tortura la mente.
María de la Paz Reyes
Peña
Si no existe Dios, inventen uno rápido,
Antes de que las lágrimas se me terminen,
Antes de que mi corazón, seco, árido,
Sea como un pergamino que no trasminen.
Podría suceder esa momificación del alma,
Tejidos, órganos, cada una de las células,
Esa serenidad anormal, esa aparente calma,
Nada de encendida ira, ni pasiones trémulas.
Sólo un castigo Divino puede sacudirme ahora,
Un anatema decretado con gran convicción,
Un augurio funesto, una explicación aclaradora
Que me indique que esto es sólo una maldición.
Entonces comprenderé que gané beber esta hiel,
Será más fácil cargar unos supuestos grilletes,
Que fingir que la nada me rodea como tibia miel,
En un mundo que vale un buen puñado de billetes.
Entonces puedo esperar a que mi alma sobreviva,
Y aspirar a salir de mi celda, del calabozo helado,
A una nueva oportunidad, a una nueva disyuntiva,
Tal vez llegar a ver lo que ahora permanece velado.
Que me escuche un Ser Supremo blasfemar, aullar,
Que alguien me vea equivocarme miserablemente,
Un universo inmutable, mecánico, que no sabe fallar,
Más que un infierno llameante me tortura la mente.
María de la Paz Reyes
Peña
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