EL INFIERNO
¿Sabes lo qué es salir de un gran infierno
Para ir luego a caer en otro más grande?
Es comprender que padeces un mal eterno,
Es mirar como el verdugo el arma blande.
Yo me muevo en el limbo de los perdedores,
Todos los que arriesgamos la piel y los huesos,
Confiando en esta vez
resultar vencedores,
Y terminado el trance retirarnos casi ilesos.
¡Oh gran decepción, el averno es algo infinito!
Es un laberinto lleno de entradas sin salida,
Te engañas, subes, bajas, el dolor es fortuito,
Te sorprende, te cae encima y te sientes aturdida,
Después de un tiempo no quieres saber de huir,
Te da miedo encontrarte en una sala más cruel,
Te acomodas, cedes, te adaptas, logras sobrevivir,
Aprendes que el infortunio es un amigo muy fiel.
De vez en vez logras percibir un destello de luz,
Que se cuela entre las capas de milenarias rocas,
Pero tus ojos sufren como vampiros ante la cruz,
Es como un fuego que te quema, mejor no lo tocas.
Ahora me alimento de alimañas y de recuerdos,
Bebiendo el agua amarga de un subterráneo río,
Me consumo envidiando a los que se dicen cuerdos,
De verdad gozo al
asustarlos cada vez que me río.
María de la Paz Reyes
Peña
¿Sabes lo qué es salir de un gran infierno
Para ir luego a caer en otro más grande?
Es comprender que padeces un mal eterno,
Es mirar como el verdugo el arma blande.
Yo me muevo en el limbo de los perdedores,
Todos los que arriesgamos la piel y los huesos,
Confiando en esta vez
resultar vencedores,
Y terminado el trance retirarnos casi ilesos.
¡Oh gran decepción, el averno es algo infinito!
Es un laberinto lleno de entradas sin salida,
Te engañas, subes, bajas, el dolor es fortuito,
Te sorprende, te cae encima y te sientes aturdida,
Después de un tiempo no quieres saber de huir,
Te da miedo encontrarte en una sala más cruel,
Te acomodas, cedes, te adaptas, logras sobrevivir,
Aprendes que el infortunio es un amigo muy fiel.
De vez en vez logras percibir un destello de luz,
Que se cuela entre las capas de milenarias rocas,
Pero tus ojos sufren como vampiros ante la cruz,
Es como un fuego que te quema, mejor no lo tocas.
Ahora me alimento de alimañas y de recuerdos,
Bebiendo el agua amarga de un subterráneo río,
Me consumo envidiando a los que se dicen cuerdos,
De verdad gozo al
asustarlos cada vez que me río.
María de la Paz Reyes
Peña
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