Murmurando una indecente plegaria,
Que el cielo benigno no se caiga,
Que la noche prohibida no se acabe.
Durmiéndome instigada en tus brazos,
Sofocándome aterrada de miedos,
Descubriéndome vacilante en tus pasos,
Desvelándome inherente en el tiempo.
Cayéndome inerme en pedazos,
Levantándome emancipada en vuelo,
Mirando sediciosa, siempre adelante,
Aferrándome compasiva a los sueños.
Alejando y acercando indulgente
Esos temores vedados en acecho,
Amándote cautelosa y negligente
Protegiendo dócil los recuerdos.
Solo mis miradas infiltradas,
Dirán lo que yo por ti siento,
Te amaré si es necesario, amante mío,
Olvidando mí salvaje destierro.
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