Un buen día, uno de muchos tantos
un pulpo flotaba en las aguas del mar,
relajado y con tiempo para tararear,
feliz de de vivir ajeno a pueriles sobresaltos
mecenas de todo lo que era su propio deseo
pues era un anfibio alegre, ufano y juguetón;
Era el coral fuente de abundante alimentación
y el fondo marino, dispuesto a su buceo.
Solo una cosa le llenaba de inquietud
Por no conceptuar que le irritaba ciertamente
Las ostras y su ocluido mundo diferente
aislado de las mareas y toda prontitud
y vez que las observaba, en franca intriga,
las veía cerradas en hermético apostolado.
¿Será que estas cosas son parte del decorado – pensaba el pulpo-
o quizá su inercia, la motiva la fatiga?
Y lleno de curiosidad, el pulpo expectante se acercó
Dispuesto a resolver tan profundo y arisco enigma.
Y pese a que el valor no era en él gran paradigma
Con franca decisión al molusco bivalbo se allegó
pero al tocar su concha con su octópoda naturaleza
la ostra, siempre astuta, un tentáculo aprisionó
con tal rigor militar que casi se lo amputó
provocándole un dolor que le dejo de una pieza
¡Auxilio, me muero - gritaba el pulpo aterrado-
este maldito molusco me quiere asesinar
ayúdenme por favor para mi tentáculo salvar
no permitan su infamia, por favor, se los ruego!
y quiso el destino jocoso que un tiburón apareciera
quien al ver tamaña trifulca vio una opción insuperable
de saciar su voraz apetito en forma inmejorable
mientras se iluminaban sus ojos, en siniestra lumbrera.
Y ofreciendo su ayuda, se allegó al pulpo atrapado
acercando su hocico a éste sin nadie poder notarlo
Y cuando el caos tocó su clímax, se aprestó a devorarlo
feliz de tanta suerte al encontrar suculento bocado.
Y quiso otra vez el destino proseguir incontrolado
y a la escena llegó un calamar, molesto por tanto alboroto:
quién al ver al rapaz tiburón lo atacó furioso y loco
en pos de salvar a su hermano, como él, invertebrado
y la ostra, asustada, por el cúmulo de acontecimientos
liberó al pulpo aterrado ante los dientes del tiburón.
Y el octópodo, al fin libre, escapó con decisión
perdiéndose entre el coral como alma que lleva el viento
…..Por eso, amigo lector, si te aventuraste en este relato
te expreso con nitidez la dualidad de su moraleja:
¿Para qué perseguir más manjares si hay abundancia en tu mesa
o fisgonear a una ostra, que puede resultar insensato?
un pulpo flotaba en las aguas del mar,
relajado y con tiempo para tararear,
feliz de de vivir ajeno a pueriles sobresaltos
mecenas de todo lo que era su propio deseo
pues era un anfibio alegre, ufano y juguetón;
Era el coral fuente de abundante alimentación
y el fondo marino, dispuesto a su buceo.
Solo una cosa le llenaba de inquietud
Por no conceptuar que le irritaba ciertamente
Las ostras y su ocluido mundo diferente
aislado de las mareas y toda prontitud
y vez que las observaba, en franca intriga,
las veía cerradas en hermético apostolado.
¿Será que estas cosas son parte del decorado – pensaba el pulpo-
o quizá su inercia, la motiva la fatiga?
Y lleno de curiosidad, el pulpo expectante se acercó
Dispuesto a resolver tan profundo y arisco enigma.
Y pese a que el valor no era en él gran paradigma
Con franca decisión al molusco bivalbo se allegó
pero al tocar su concha con su octópoda naturaleza
la ostra, siempre astuta, un tentáculo aprisionó
con tal rigor militar que casi se lo amputó
provocándole un dolor que le dejo de una pieza
¡Auxilio, me muero - gritaba el pulpo aterrado-
este maldito molusco me quiere asesinar
ayúdenme por favor para mi tentáculo salvar
no permitan su infamia, por favor, se los ruego!
y quiso el destino jocoso que un tiburón apareciera
quien al ver tamaña trifulca vio una opción insuperable
de saciar su voraz apetito en forma inmejorable
mientras se iluminaban sus ojos, en siniestra lumbrera.
Y ofreciendo su ayuda, se allegó al pulpo atrapado
acercando su hocico a éste sin nadie poder notarlo
Y cuando el caos tocó su clímax, se aprestó a devorarlo
feliz de tanta suerte al encontrar suculento bocado.
Y quiso otra vez el destino proseguir incontrolado
y a la escena llegó un calamar, molesto por tanto alboroto:
quién al ver al rapaz tiburón lo atacó furioso y loco
en pos de salvar a su hermano, como él, invertebrado
y la ostra, asustada, por el cúmulo de acontecimientos
liberó al pulpo aterrado ante los dientes del tiburón.
Y el octópodo, al fin libre, escapó con decisión
perdiéndose entre el coral como alma que lleva el viento
…..Por eso, amigo lector, si te aventuraste en este relato
te expreso con nitidez la dualidad de su moraleja:
¿Para qué perseguir más manjares si hay abundancia en tu mesa
o fisgonear a una ostra, que puede resultar insensato?
Última edición por Myrross el Sáb Oct 16, 2010 2:36 pm, editado 2 veces (Razón : Poema semanal sugerido por Moderador José Logatto.)
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