Me gusta cuando me miras fijamente traspasándome todo,
y al final me decís hasta cuantos lunares tengo,
con esa expresión infantil e inocente, mi felicidad no contengo.
Pero tengo ansiedad que me conozcas aún más todavía,
deseo ser transparente ante tus ojos de noche y de día
y que encuentres verdad en cada trozo de mi ser.
Estoy feliz cuando me describís con tus propias palabras,
por favor no te calles, pues eso indica que estás presente,
con tu voz vas llenándome el alma de alegría.
Hasta presiento que se parecen nuestras almas.
Estoy tan cerca de ti, tomo tus mejillas y me detengo,
retraso los besos para que sigas hablándome.
Yo te miro de tan cerca y veo en tus ojos miles de mariposas,
tus pestañas en sus movimientos, es como me sonriera tu alma,
imagino que dice, arrúllame con suavidad.
Mientras oigo tu voz, te habla mi silencio.
Háblame de lo que quieras, con final de sonrisa me basta,
tus palabras seguiré oyendo desde lejos o, estando lejos,
entonces creería hasta en la eternidad de los besos.
Me alegra saber que eres cierto y, que es cierta tu sonrisa
ante del beso y, al final de cada sencilla palabra.
Mi silencio en todo este tiempo es lo que ahora estalla en tu boca.
Alegre y muy alegre estoy cuando todas tú, de mí no está ausente.
Si en estas horas la transparencia hallas a mi amor
y un corazón que te adora, aún más placer me provoca.
Autor: Alcibíades Noceda Medina
y al final me decís hasta cuantos lunares tengo,
con esa expresión infantil e inocente, mi felicidad no contengo.
Pero tengo ansiedad que me conozcas aún más todavía,
deseo ser transparente ante tus ojos de noche y de día
y que encuentres verdad en cada trozo de mi ser.
Estoy feliz cuando me describís con tus propias palabras,
por favor no te calles, pues eso indica que estás presente,
con tu voz vas llenándome el alma de alegría.
Hasta presiento que se parecen nuestras almas.
Estoy tan cerca de ti, tomo tus mejillas y me detengo,
retraso los besos para que sigas hablándome.
Yo te miro de tan cerca y veo en tus ojos miles de mariposas,
tus pestañas en sus movimientos, es como me sonriera tu alma,
imagino que dice, arrúllame con suavidad.
Mientras oigo tu voz, te habla mi silencio.
Háblame de lo que quieras, con final de sonrisa me basta,
tus palabras seguiré oyendo desde lejos o, estando lejos,
entonces creería hasta en la eternidad de los besos.
Me alegra saber que eres cierto y, que es cierta tu sonrisa
ante del beso y, al final de cada sencilla palabra.
Mi silencio en todo este tiempo es lo que ahora estalla en tu boca.
Alegre y muy alegre estoy cuando todas tú, de mí no está ausente.
Si en estas horas la transparencia hallas a mi amor
y un corazón que te adora, aún más placer me provoca.
Autor: Alcibíades Noceda Medina
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