Que despierten ya... esos ojos indiferentes,
voltéen la cara un poco para acá,
observen bien al anciano
ochenta años tiene ya,
y setenta y cinco su mujer.
De comida, humm un plato de agua con sal,
que los cerdos no quisieran ver,
una frente llena de experiencias
y envilecida de arrugas,
creo que andan presagiando
pronto una despedida.
El brillo que había en sus ojos
es un volcan apagado,
su mirar está a lo lejos,
donde las manos no alcanzan
los anhelos pues se van.
Una prole lobrega e inmensa
les circunda su agonía,
esperan a su muerte
una herencia envilecida.
Sus frutos ya secos
su savia ya muy herida,
de cansancio y de fatiga,
mientras ven pasar por su frente
ese pan que los alivia.
Se miran el uno al otro,
y en una franca sonrisa
desnudan su fragil alma,
y se duermen como niños
con caramelos de viemto,
y juguetes de palo y trapo.
Son los hijos de ésta tierra,
que hoy se encuentran rendidos,
solo la muerte los sigue
en esta sociedad perdida.
Última edición por Andica el Lun Ago 30, 2010 1:58 pm, editado 2 veces (Razón : poema sugerido para la semana por moderador Lorena Perez)
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