En la mañana te descubrí una vez más conmigo,
te miré tan frágil, entonces aun más te abrigo,
te susurré, amor: en ti duermen mis ilusiones,
deseé besar tus labios y, frené mis intensiones.
Aspiré tu aroma y besé tu irresistible cuello,
abriste los ojos y al mirarme se veían tan bellos,
uní mi rostro al tuyo, entonces estimulé tu deseo,
permitiste a mis manos, por tu cuerpo un paseo.
Provoqué tu sed, también que me pida que te bese,
la exuberancia de tus pechos, sentí cuando te abracé,
corazón y respiración se agitan en el momento.
Amor: de haberte despertado no me arrepiento.
Aprisionaste con tus piernas mi cuerpo entero,
al tiempo que repetimos mil veces, “amor te quiero”.
Una sensación de entusiasmo se generó en nosotros,
besé tu parte mientras tus manos acarician mi rostro.
Navegué con delicadeza por tu océano del placer,
descubrí las que eres capaz, entregada al querer.
Tu entrega es muy hermosa pues te entregas con amor,
yo como amante con las manos toqué el cielo con honor.
De nuestros sublimes sentimientos es testigo la almohada.
Se fue la noche, es de día, el sol ilumina la alborada,
seguimos abrazados dibujando tu desnudez con el mío.
En privacidad y en el pudor, que sea siempre así ansío.
Autor: Alcibíades Noceda Medina
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te miré tan frágil, entonces aun más te abrigo,
te susurré, amor: en ti duermen mis ilusiones,
deseé besar tus labios y, frené mis intensiones.
Aspiré tu aroma y besé tu irresistible cuello,
abriste los ojos y al mirarme se veían tan bellos,
uní mi rostro al tuyo, entonces estimulé tu deseo,
permitiste a mis manos, por tu cuerpo un paseo.
Provoqué tu sed, también que me pida que te bese,
la exuberancia de tus pechos, sentí cuando te abracé,
corazón y respiración se agitan en el momento.
Amor: de haberte despertado no me arrepiento.
Aprisionaste con tus piernas mi cuerpo entero,
al tiempo que repetimos mil veces, “amor te quiero”.
Una sensación de entusiasmo se generó en nosotros,
besé tu parte mientras tus manos acarician mi rostro.
Navegué con delicadeza por tu océano del placer,
descubrí las que eres capaz, entregada al querer.
Tu entrega es muy hermosa pues te entregas con amor,
yo como amante con las manos toqué el cielo con honor.
De nuestros sublimes sentimientos es testigo la almohada.
Se fue la noche, es de día, el sol ilumina la alborada,
seguimos abrazados dibujando tu desnudez con el mío.
En privacidad y en el pudor, que sea siempre así ansío.
Autor: Alcibíades Noceda Medina
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