Tenía los ojos mas celestes,
que el cielo de un veinte de abril,
siendo ella la más bonita,
de aquel curso que repetí.
Sonreía con las encías,
y sus labios sabían salados,
la Darling querida,
de los churros graduados.
En el club de los peones,
me reservaban un lugar,
en esas sucias épocas de;
Soñar al despertar.
No teníamos nada que perder,
No teníamos mucha reputación,
La mas magdalena de todas las vírgenes
Estampilla de bolsillo de peones y asociados.
Creo que todos besaron sus labios
menos yo,
y cuando me pidió que la besara
como si yo, no la quisiera besar,
sentí el verdadero temor… y no la bese.
Por eso, el bueno del barman
me sirve el mismo trago de ron
celebrando décadas y décadas,
de resacas sin corazón.
Desde entonces…
Las novelas de mi biblioteca
son de Julietas con vértigo al balcón,
y romeos, conservados en alcohol,
regresando juntos a la par,
del café,
de Nicanor.
Te maldigo una vida de veces,
por haberte cruzado en mi camino,
por parir a mi maldita cobardía
con esos ojos tan celestes.
No tenía nada que perder
hasta que por fin te perdí,
ya no quiero merecer,
ni matar más,
por ti.
que el cielo de un veinte de abril,
siendo ella la más bonita,
de aquel curso que repetí.
Sonreía con las encías,
y sus labios sabían salados,
la Darling querida,
de los churros graduados.
En el club de los peones,
me reservaban un lugar,
en esas sucias épocas de;
Soñar al despertar.
No teníamos nada que perder,
No teníamos mucha reputación,
La mas magdalena de todas las vírgenes
Estampilla de bolsillo de peones y asociados.
Creo que todos besaron sus labios
menos yo,
y cuando me pidió que la besara
como si yo, no la quisiera besar,
sentí el verdadero temor… y no la bese.
Por eso, el bueno del barman
me sirve el mismo trago de ron
celebrando décadas y décadas,
de resacas sin corazón.
Desde entonces…
Las novelas de mi biblioteca
son de Julietas con vértigo al balcón,
y romeos, conservados en alcohol,
regresando juntos a la par,
del café,
de Nicanor.
Te maldigo una vida de veces,
por haberte cruzado en mi camino,
por parir a mi maldita cobardía
con esos ojos tan celestes.
No tenía nada que perder
hasta que por fin te perdí,
ya no quiero merecer,
ni matar más,
por ti.
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