¡Oh hermosura sin par!
-dicen-
Que son nefastos tus montones.
¡Qué sabrán esos locos!
Menos mal, que son pocos,
y nadie hace caso de sus sones.
Tú, sigue como vas.
¡Y crece!
¡¡Crece!!
¡¡¡Crece!!!
Extiende tus tentáculos voraces;
los que te quieren bien, te fortalecen,
te nutren con objetos que aborrecen,
con orines,
con heces,
con materias -que dicen peligrosas-
te llenan tus mil bocas.
¡Oh hermosura sin par!
Tus mil bocas que abres
por cielo,
tierra
y mar.
Pronto serás la dueña de esta esfera;
tú, reinarás segura.
Pues el mundo te espera,
y apetece el reinado feliz de la basura.
Serás el plasma de las mutaciones;
por ti verán el sol los nuevos seres,
cuyo diseño
ya tienes concebido.
Por ti caerán vencidas las naciones,
y las constelaciones
apagarán su brillo.
Cuando la tierra quede saturada
de tu presencia activa,
quizá de tu creador no quede nada…
más seguirá la vida;
abundante,
terrible,
solapada
por tu alquimia mil veces transformada.
Recaredo
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