Suena extraño, pero es una gran verdad
Que sobre todas las cosas,
Días poco usuales defiendo.
Ayer estuve muerta,
Fallecí súbitamente
Me dolía la sien,
Colapsé y me enterré
En el hoyo de la desolación vagabunda
De mi adolorido ser.
Hoy salgo a pasear por dentro de mí
Y danzo en un único recuerdo
Ese que alguna vez tuve
Y ahora no tengo... El sueño.
Ayer me dolía sentir
Porque de conducta, adicción y apego,
No supe cómo subsistir
En el espejo crudo pero fiel
Que con ganas mostró el adolorido reflejo,
Y de nuevo, fracasé.
Mañana no sé si podré
Pero aún así, mantengo la dicha
Siempre a la espectativa,
De que la muerte me visita,
O de todo lo que pudiera suceder.
Todo cambia, muta, gira,
Pero vuelvo a sentir que quiero fallecer,
Que entrego mi vida a la muerte,
Y espero ansiosa el rudo momento,
En el que mi alma desafortunada
Se entregue a Mercurio, o Hermes,
Para recibir el castigo divino,
O poder desprender mi esencia del cuerpo,
Y viajar por doquier.
De poder, espero refugiarme en Antares
Convertirme en sueño carmesí,
Y jugar a que duermo, que por fin vivo,
De la verdad de lo que es verdad,
Y dejo atrás las noches en vela,
Que tanto me hicieron decaer.
Porque cuando llega la noche me ensimismo
En mi más profunda alegría,
Siento que vivo, y deliro.
Pero cuando se hace de día
Mi alma se torna turbia,
Y yo quisiera expulsar la agonía
De mis ojos cansados, pero abiertos,
Llorando de desdicha y melancolía.
Extraño mi sueño,
Y no sé cómo recuperarlo
Y de nuevo tenerlo.
Mi alma se envenena
Y surgen las grandes penas
Cuando el cuerpo pide vida
Cansado, agotado.
Y de nuevo regreso al fracaso.
Así me paso noche y día,
Extrañando la oscuridad de mi alma,
De mis ojos cerrados en vida...
Pero no puedo. Y nadie entiende,
Sólo yo comprendo por qué quiero,
En ese glorioso momento,
El de mi fallecimiento.
Porque me desespero esperando
Los años que por mí no cuentan,
Que mi motivo de vida haya pasado ya ese momento,
Cruzando la gran barrera.
Seguro que cuando suceda eso,
Yo en el otro lado los espero.
Es una paradoja que justo ahora
Cuando tan dolida, agotada,
Decaída y destrozada me encuentro,
Para mi infortunio, no puedo hacerlo.
Aunque el tiempo cesará,
Y yo podré volver a mi estado natural
(Seguro que me refugian en el tercer inferno),
Pero me da realmente igual,
Al fin podré descansar.
Así sea en la gracia o desgracia
De mi destino mal encaminado
Desde que aquí he venido.
Pero morir para descansar,
Es lo único que deseo.
Siniestra Nostram.
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